Primer paso para revertir la situación que atraviesan algunos de los acuíferos más importante del país. La Confederación Hidrográfica del Segura y la del Guadalquivir han aprobado este jueves sendas declaraciones de riesgo del acuífero del Campo de Cartagena, que vierte directamente sus aguas en el Mar Menor, y de tres de las masas de agua de Doñana (La Rocina, Almonte y Marismas), según ha informado el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Una decisión que obligará a aprobar planes con restricciones que permitan mejorar su estado.
En el primer caso, se trata de una declaración de riesgo químico debido al exceso de nitratos detectados en las aguas, y en el segundo, por una cuestión cuantitativa: estas masas de agua no cuentan con niveles suficientes debido a las extracciones. Mientras los planes se desarrollan, explica el MITECO, los organismos de cuenca pueden aprobar medidas cautelares dirigidas a su protección.
De hecho, en el caso del acuífero del Campo de Cartagena, se han aprobado, además de la declaración, limitaciones en la dosificación de nitratos “acordes con prácticas agrarias más exigentes desde la perspectiva ambiental” y un plan para controlar si se cumple la normativa relativa al uso de fertilización y afección del acuífero. Estas medidas y parámetros han sido trasladados al Gobierno murciano con el objetivo de que los tenga en cuenta a la hora de elaborar planes de actuación.
En la misma línea, la Junta de la Junta de Gobierno de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ha dado luz verde a la declaración de “en riesgo de no alcanzar el buen estado cuantitativo” de las tres masas de agua que están sobreexplotadas de Doñana. También en este caso, el organismo de cuenca queda así obligado a poner en marcha un programa que permita su recuperación y un plan de extracciones de agua que posibilite una explotación “racional” de los acuíferos.
El programa, explica el ministerio, estará “previsiblemente listo” en un año y, en la práctica, implicará un mayor control de la gestión del agua, incluyendo limites de uso de agua autorizados que en algunos casos, como las sequías, podrán modificarse. Asimismo, este plan “asegurará que los aprovechamientos se ciñen a los planes existentes” y se pueden adaptar las extracciones de agua “a las posibilidades de cada momento”.
Según constató la Confederación Hidrógráfica del Guadalquivir en estudios previos, el mal estado de las tres masas de agua de Doñana no se revertirá si no se toman medidas “cuya realización llevará años y requerirá inversiones importantes”. Los técnicos de este organismo demostraron cómo en Doñana se ha podido extraer más agua de la disponible en dos acuíferos y cómo los bombeos ilegales han provocado que el consumo real sea el doble del registrado oficialmente en un tercero.