Una más. El Tribunal Supremo (TS) ha dictado una sentencia por la que unifica doctrina y señala que un profesor de academia que era autónomo en realidad tiene una relación laboral con la empresa. Era un falso autónomo, como los 'riders' de Deliveroo.
El caso, jurídicamente, no tiene especial relevancia más allá de que se unifica doctrina sobre una cuestión que el TS ya había tratado anteriormente, según explica la abogada Ariadna Prat, del despacho Lluis Blasi, quien llevó el caso junto a su compañera Juli Roma. Pero sí viene a poner el foco sobre una realidad que está sufriendo la Educación cada vez más: la uberización del sector.
Con este término, que alude la precariedad de los riders de reparto a domicilio, definen expertos en derecho laboral la deriva que están viviendo los profesionales que se dedican a enseñar. Sucede en todos los niveles, con más o menos fuerza. Y suele haber argumentos para defenderlo.
Ocurre en la Universidad, donde los profesores asociados son el eslabón más precario de todo el cuerpo docente, pero cada vez son más y por tanto más indispensables. “No teníamos dinero y necesitábamos contratar”, aducen los rectores. Se da en las academias, con los falsos autónomos: “Como no tenemos clientela fija (alumnos), esto nos da la flexibilidad que necesitamos”, argumentan. En la educación obligatoria, los interinos pueden ser despedidos en verano (con aval europeo). Las maestras de Infantil cobran menos por educar a tu bebé de lo que un mecánico cobra por reparar tu coche. Aquí la administración no se excusa, simplemente sucede.
“Búscate tu propio empleo”
“Hay una tendencia, sobre todo desde el Gobierno de José María Aznar –pero no únicamente–, de incentivar el empleo autónomo, de ir expulsando más territorios del fenómeno laboral. Si las empresas no ofrecen empleo, búscate el tuyo propio”, explica Ricardo Morón, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad Autónoma de Madrid. “El gran fenómeno es la uberización, que puedas contratar los servicios de cualquier cosa como si fuera profesional. La tendencia del mercado es reconocer cada vez menos la relación laboral y fomentar el empleo autónomo”.
Y esta se da con fuerza en la educación, según explica Morón y coinciden Ramón Caballero, del CSIF, y Enrique Díez, responsable federal de Educación de IU y profesor en la Universidad de León.
“Creo que hay una precarización, pero que más haberse generalizado, porque siempre se ha dado de alguna manera, se ha consolidado. Fraude por hacerte trabajar como autónomo siempre ha habido, pero ahora es la regla”, continúa Morón.
La sentencia que acaba de sacar el TS alude a un caso de manual de lo que supone ser un falso autónomo, explican expertos en derecho laboral. Y se articula en torno a tres conceptos, recuerda el TS: ajenidad en los resultados, dependencia en la realización del trabajo y la retribución de los servicios.
Resumido de manera muy somera: la relación laboral se da cuando el trabajo se realiza por cuenta ajena (otra persona asume los riesgos) y bajo la dirección de otro. Y hay indicios para saber cuándo esto ocurre: si el trabajo es a tiempo completo, en exclusividad, si se realiza en locales de la empresa que te contrata o si no tienes libertad de horarios, capacidad de fijar el precio de tus servicios, la empresa paga lo mismo independientemente de la labor realizada, o no existe la posibilidad real de rechazar un trabajo... todo apunta a una relación laboral.
Precariedad de arriba abajo
Los profesores que dan clases en las academias de todo tipo (de formación profesional, de idiomas, etc.) están entre los docentes más precarios de todo el sistema. Tengan la relación laboral que tengan con su empresa, explica Alejandro Llamas, responsable de enseñanza no reglada de CCOO.
El porcentaje de empleados por cuenta ajena y de autónomos (¿falsos autónomos?) en este sector no se conoce porque no hay estadísticas, pero algunos conocedores de la situación lo calculan en un 50%. Pero es que ni siquiera los contratados gozan de buenas condiciones, sostiene Llamas.
“El sector es muy precario: no es ya solo que tengan salarios bajos (el convenio establece un salario de 14.781 euros anuales), es que la gente tiene pocas horas, contratos a tiempo parcial que son más manejables por el empresario en aras de la flexibilidad...”, relata. Los autónomos cobran por encima del convenio, pero no tienen despido ni realmente ejercen de tal muy a menudo, tal y como ha sentenciado el Supremo.
En la Universidad, la situación de los profesores asociados empieza a ser insostenible. Esta figura, pensada para que profesionales de prestigio explicaran su experiencia profesional, se convirtió en la más habitual para cubrir la docencia durante la crisis, cuando no se podía contratar en la función pública. También son autónomos.
Tanto fueron creciendo en números que lo que debía ser una figura residual ha acabado superando a los profesores titulares, teórico núcleo de la docencia universitaria. Uno de cada cinco docentes en la universidad tiene un contrato de asociado. Son un total de 22.871, según la última estadística del Ministerio. A 600 euros al mes y con contratos que se renuevan (o no) cada año.
El varapalo a los interinos
Un peldaño más abajo, en las etapas obligatorias, la precariedad corresponde a los interinos. Este colectivo supone actualmente uno de cada cuatro docentes en la enseñanza pública, pese al compromiso con Europa de rebajar esa cifra al 10% para 2022.
Son profesores con contrato temporal, que van dando saltos de instituto en instituto (o colegio), de manera que no pueden comprometerse con el centro o realizar proyectos a medio plazo. En ocasiones no saben dónde van a trabajar hasta el día antes, cuando se les asigna el colegio para ahorrar en costes. Y eso puede suponer un problema importante si vives en Sevilla y te destinan a Almería.
Los interinos, además, se llevaron un varapalo hace justo un año, cuando tras varios vaivenes judiciales y una victoria que duró poco, el tribunal europeo avaló su despido en los meses de verano. Las consecuencias de esta medida se aprecian en las listas del paro entre julio y agosto, cuando 50.000 profesores se ven desempleados. Hasta septiembre.
El último escalón de la precariedad docente lo viven las maestras de la primera etapa de Infantil, la que cubre entre 0 y 3 años. En este caso no se debe a que les hagan contratos semi fraudulentos o que se pervierta alguna figura de contratación para ahorrar costes. Es que directamente su convenio es así.
Recientemente renovado tras ocho años congelado, el último convenio del sector establece unos salarios de 13.020 euros anuales (14 pagas de 930 euros) a cambio de 38 horas semanales educando a bebés. Según la escuela infantil y la comunidad autónoma, una maestra (son mujeres en aplastante mayoría) puede ser responsable de ocho pequeños. Europa recomienda que sean cuatro bebés menores de un año por maestra, seis si tienen entre uno y dos años y ocho para los que están entre los dos y los tres. España tiende a duplicar estas cifras.
En todos los escalones los hay que protestan, como el profesor de la academia catalana que recorrió todo el camino judicial hasta el Supremo, y los hay que se conforman. Que incluso no es que resignen, si no que lo aceptan de buena gana. Enrique Díez, coordinador del Área Federal de Educación de IU, alerta del fenómeno del “libre consentimiento”. Es decir,
“Como plantea el filósofo coreano Byung-Chul Han, la eficiencia de este sistema reposa fundamentalmente en el proceso de interiorización colectiva que asume ampliamente la lógica del mismo, que se adhiere 'libremente' a lo que se le induce a creer. De lo que el capitalismo se dio cuenta en la era neoliberal, argumenta Han, es que no necesitaba ser duro, sino seductor. La explotación ya no se tiene que imponer, nos la autoimponemos y la defendemos”.