Los hospitales esperan que el alivio detectado en las urgencias reduzca la presión sobre las UCI en los próximos días

“Creemos que hasta dentro de diez días no lo empezaremos a notar”. Es el cálculo que este lunes hacía una enfermera de UCI del hospital Puerta de Hierro de Madrid que ve “mucha mejoría en la urgencia”. Los profesionales están a la espera de que el alivio que experimentan los servicios de urgencias a la hora de atender a pacientes con COVID-19 se traduzca en una menor presión en las saturadas unidades de cuidados intensivos. “Poco a poco se irá notando. Primero en las plantas”, remata la sanitaria.

En Euskadi, Madrid o Catalunya, los principales focos de la epidemia en España en este momento los testimonios de quienes están a pie de hospital repiten el mismo patrón: los centros reciben menos pacientes, pero el volumen acumulado va a tardar en despejarse. “Hasta ahora las urgencias eran un auténtico cuello de botella. Estábamos totalmente tensionados con pacientes en los boxes, fuera de los boxes y esperando ingresos”, describe la jefa del servicio del Hospital del Mar, Isabel Cirera. En la última semana, sin embargo, “hemos pasado de 1.000 a 700 pacientes. Incluso vemos alguno que no es COVID-19”, ilustra.

El Gobierno decía el 30 de marzo que siete comunidades autónomas habían superado el máximo de casos. Este martes, el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad Pública de Washington coincidía en su previsión para España al asegurar que buena parte del país “ha pasado ya el pico”. Lo que ocurre es que, según se va mejorando la situación en la puerta de entrada hospitalaria, los prolongados días de ingreso por COVID-19 (12 de media para pacientes moderados e incluso más de semanas para los más severos en la UCI) ralentizan que ese alivio se extienda plantas arriba. Así lo constata un médico del hospital Gregorio Marañón de Madrid: “Desde el viernes pasado la urgencia ha bajado un 40% respecto a la semana anterior”. Allí han pasado de ingresar 287 personas el 28 de marzo a 57 el 5 de abril.

“Pero las UCI siguen estando llenas”, subraya este sanitario destinado al servicio de cuidados intensivos. “Y hay muchos ingresados todavía. Tardaremos una semana en retomar la actividad normal en el hospital y a las UCI les quedan una o dos semanas hasta que se descongestionen”. Es la pauta que puede esperarse allí donde haya una evolución similar aunque retardada de la enfermedad. De hecho, el Gobierno ha insistido en que la presión en las unidades intensivas crecería semanas después de sobrepasar el pico de contagios.

Los datos ofrecidos este lunes por la Comunidad de Madrid confirman este panorama. Los pacientes en urgencias pasaron de 1.955 a 390 en siete días. Este martes se habían actualizado a 551 en toda la red. Pero los ingresos apenas habían descendido un 5%.

En otro de los puntos calientes de la epidemia, el brote relacionado con el Hospital Universitario de Álava (que aúna a Txagorritxu y Santiago), los datos oficiales cuentan una historia parecida: la oleada de pacientes alcanzó su máximo el 25 de marzo con 325 personas hospitalizadas. A partir de ahí se ha constatado un descenso para llegar a las 250. Sin embargo, los datos de la UCI apenas han variado. De 37 a 35 camas ocupadas.

“En la UCI estamos parecido. De hecho, ya existía un sistema escalonado de acceso porque se montó en la planta séptima una unidad de cuidados intermedios para aliviarnos. Pero las compañeras de Urgencias sí que están más desahogadas en los últimos días”, describe un sanitario del servicio vitoriano.

Desde el cercano Hospital de Donostia, relatan que “desde hace unos días se ve que los ingresos bajan. En la UCI estábamos llenos y ahora hay algún respirador libre, pero no estamos tan bien, ¿eh?”, advierten.

“Ni de lejos” como antes

En uno de los hospitales que han pasado momentos críticos, el Severo Ochoa de Leganés, los equipos de urgencia son más cautos al explicar que ha mejorado la situación. “Pero tanto como llegar a la normalidad, no”. La dirección del centro sí informó ya el domingo que el nivel asistencial había vuelto a su cauce: 51 pacientes y 35 pendientes de ingreso“. Los profesionales, ”muy descontentos“ con sus gestores por lo que describen como ”abandono“, no comparten ese análisis: ”Aún faltan semanas para que vuelva la normalidad de la que hablan“.

En otro de los sitios donde se vieron desbordados por la llegada de pacientes, el hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, consideran que “no se puede hablar de normalidad porque en la urgencia más del 90% de pacientes son COVID, pero empieza a ser asumible”, cuenta una médica. Han pasado de tener 109 personas esperando una cama a finales de marzo a 20 en la primera semana de abril. “El tiempo de atención en urgencias es el habitual y todos están en una cama”.

Corroboran esta descripción desde el hospital Fundación Alcorcón al estimar que “la presión ha bajado un 40 o un 50% respecto a hace una semana, pero las UCI siguen al límite”. “Estamos dejando atrás la sensación de hospital de guerra así que tenemos una sensación de alivio. Es una mezcla entre emocionados y cautos. Estamos empezando a ver la luz al final del túnel” relata un Juan Manuel Parra, médico de urgencias del centro.

“Sí hemos notado menos carga en las urgencias, pero ya no sabemos si es por la incidencia de la COVID-19 o porque la población, asustada, no viene por banalidades”, afirma una doctora del hospital de Igualada (Barcelona). Esta localidad fue la primera a la que se impusieron medidas drásticas al ser confinada el 12 de marzo. Un perímetro en la Conca d'Odena impedía salir a 70.000 personas por la evolución acelerada de la epidemia, que ha sido levantado el 5 de abril. Con todo, la médica avisa: “Ni de lejos estamos en la ocupación previa a la crisis”.

“Hace una semana parecía una trinchera”

Carlos Llorca, auxiliar sanitario en el Hospital Parc Taulí de Sabadell, relata cómo ha cambiado la situación en su centro: “Las urgencias de la semana pasada parecían la trinchera de una guerra. Era durísimo”. Cuenta que no había butacas suficientes para todos y algunos pacientes tenían que dormir en sillas de plástico. Ahora lo peor ha pasado. “Hoy se les puede dar un trato digno a todos”, celebra. En parte porque se ha abierto un hotel para los más leves, pero también porque se han reducido los ingresos en Urgencias.

Si el 28 de marzo había en torno a 150 ingresados por coronavirus, detalla este camillero, a partir del 3 de abril se fue reduciendo, con variaciones, a entre 40 y 80. “La afluencia ha bajado”, resume. Ahora falta que este alivio se note en las UCI, que por ahora siguen a tope en Sabadell con 66 personas intubadas.

En Girona, las urgencias del Hospital Josep Trueta no se han llegado a saturar. Según explica la jefa del servicio, Àngels Gispert, este lunes atendieron a 70 pacientes en urgencias cuando la media habitual antes de la crisis era de 140 al día. Además, en los días de más volumen de pacientes debido al coronavirus, las urgencias han llegado como máximo a los 120 pacientes. “Hoy estamos muy tranquilos”, resume Gispert a media mañana de este martes.

En los últimos días, las urgencias del Trueta ya no están monopolizadas por pacientes de coronavirus sino que la mitad presenta otras dolencias. “No era normal no tener a nadie con una apendicitis, porque antes cada día teníamos una. Seguramente había miedo entre parte de la población de venir al hospital por si caían enfermos de Covid”, apunta

Un pequeño hospital en el que también se ve la luz al final del túnel es el de Viladecans. Esta localidad, en el área metropolitana de Barcelona, es de las que tenía una tasa más elevada de positivos por habitante. “El confinamiento se está notando. En los últimos días se ha percibido un descenso de casos”, explica la directora del centro, Montse Oliveras, que con todo pide a la ciudadanía que no se relaje.

Elaborado con información de Sofía Pérez Mendoza, Pau Rodríguez, Fátima Caballero e Iker Rioja.

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