La ultraderecha se revuelve ante la exhumación del dictador Francisco Franco. “Profanación”, repiten sin cesar desde el presidente de Vox, Santiago Abascal, a los coaligados de ADÑ (la alianza de cuatro grupos de extrema derecha), a pesar de que la operación proviene de una decisión del Congreso de los Diputados y está avalada por el Tribunal Supremo. Tanto para los ahora institucionales Vox como para la pléyade de grupos minúsculos neofranquistas, la salida de los restos del militar sublevado del Valle de los Caídos provoca un discurso unido de rechazo: la extrema derecha española considera que Franco debe seguir recibiendo honores.
La ultraderecha española está atomizada en múltiples organizaciones: partidos políticos, fundaciones, agrupaciones… Todo un mundillo que, más allá de sus diferencias, se han sentido tocados en su fibra más sensible por la retirada del cadáver del dictador y su traslado al cementerio de Mingorrubio. A la cabeza se sitúa la Fundación Nacional Francisco Franco, presidida por el exgeneral de Infantería de Marina Juan Chicharro –primo del secretario general de VOX, Javier Ortega Smith–. Una alianza natural y familiar entre los guardianes de las esencias franquistas y el brazo político que ha llegado este 2019 al Congreso de los Diputados. Esta organización había convocado a sus seguidores este jueves, día de la exhumación, para “rezar” en Mingorrubio “por quien tanto hizo por España y su grandeza”.
El Gobierno no les ha dado autorización –tampoco a la Asociación Reivindicativa de la Memoria Histórica Raíces para una acción similar– y en la víspera se han echado atrás y desconvocado la plegaria colectiva, “a la espera de recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid”. Al saberse esta decisión, Alianza Nacional, un partido de corte neonazi, ha reaccionado: su presidente, Pedro Pablo Peña, ha llamado “indigna del Capitán y Caudillo” a la junta directiva de la fundación y ha avisado de que ellos irán “con la Fundación o sin ella, con autorización o prohibición de la Delegación del Gobierno”.
Esta Alianza Nacional, por su lado, critica insistentemente a Vox y este jueves les llamaba “derechita farsante” por no ensalzar a Franco. “Todos estos son grupos que se quedan al margen de Vox, en primer lugar, porque la extrema derecha es como la izquierda: hay mil familias, mil sensibilidades, en España y en todos lados. Y vale la pena hacer estas comparaciones para darnos cuenta de que no es un ente monolítico”, explica Miquel Ramos, periodista especializado en movimientos fascistas. “La Falange, por ejemplo, dentro de su imaginario se consideran revolucionarios, más proteccionistas, incluso consideran a Franco un traidor a Primo de Rivera. Vox es ultraliberal. Los nazis también reniegan de Vox porque estos son sionistas. Son dos diferencias ideológicas principales”.
ADÑ, “descolocados” por Vox
Atomizados hasta la irrelevancia, otros cuatro grupos de extrema derecha que se quedaron al margen de Vox (la Falange, Falange Española, Democracia Nacional y Alternativa Española) sí se reunieron en septiembre de 2018 en una coalición que llamaron ADÑ. Querían “ganar un espacio político que está ahí”. Aunque tienden a criticar a Vox, todos manejan los mismos conceptos: el rechazo al multiculturalismo, la unidad, la soberanía y la defensa de la figura de Francisco Franco y su régimen. “Valientes con los muertos y cobardes con los vivos” es su último lema, que su portavoz Jesús Muñoz acusaba a Vox de copiar. Y subía su apuesta en el ataque al PSOE: “Vuestra saña revanchista y profanadora no quedará sin respuesta”.
ADÑ se presentó a las últimas elecciones europeas, en las que obtuvieron algo más de 11.700 sufragios. Todos sus grupos por separado habían obtenido, en las de 2014, 55.000 votos, cinco veces más. “En septiembre de 2018 lograron lo imposible: las dos falanges se reconcilian, se unen con Democracia Nacional y con Alternativa Española, y se creen que se van a comer el mundo. Pero sorpresa: Vox triunfa en Andalucía en diciembre. Y les deja descolocados”, cuenta sobre el proceso el periodista Xavier Rius.
La exhumación de Franco evidencia ahora que tienen un ideario muy compartido, pero ya antes se había estado dando un proceso de trasvase para conseguir aglutinar apoyos políticos. Así, una formación claramente ultraderechista como era Plataforma por Cataluña, que llegó a conseguir casi 60.000 votos en las elecciones generales de 2011, terminó por disolverse en febrero de 2019 y pidió a sus afiliados que se integraran en Vox. Aquel resultado de PXC de hace ocho años fue superior a la incursión de Santiago Abascal en 2015, cuando reunió 57.000 votos (en la repetición electoral de 2016 fueron 47.000).
Siempre los mismos y no más de 300
“El éxito de Vox no es sacar 23 diputados, sino que se normalice un discurso y cultura propios de la extrema derecha. Es lo que quieren todos estos grupos. Les han quitado votos y capacidad de movilización, sí, pero todos han ganado en la guerra cultural, en desplazar el eje”, sigue Miquel Ramos. “Son listos, gente preparada, salen de los think thanks más cañeros del PP: son más ambiguos y ellos no se atreven a convocar para rezar a Franco, eso lo hacen otros. Alianza Nacional, por ejemplo, son gente de acción”. También en Vox se han cuidado de vigilar que en listas nacionales no vayan personas estrechamente ligadas al neonazismo. “Y por eso, los que han podido han ido a Vox; los que no, les guardan rencor”, resume Xavier Rius.
Entre todas estas formaciones minoritarias no logran sumar más de 300 personas en manifestaciones, como la del 10 de octubre frente a la sede del PSOE en Ferraz. Los asistentes responden al perfil mayoritario “de señores mayores que todavía aguantan, muchos hijos o nietos de franquistas, y son siempre los mismos”, describe el periodista Antonio Maestre. Lo ejemplifica: en el vídeo que se grabó el día que el Gobierno ordenó cerrar el Valle de los Caídos antes de la exhumación y que se viralizó por la mujer que gritaba “quiero ir a misa”, se ve a Rafael López Diérez, presidente de Alternativa Española.
“Falange es quizá el que más poder de reunión tiene, quizá ellos solos son la mitad del total, porque tienen más potencial por su nombre, y una agrupación joven, la Guardia Revolucionaria”. Eso no quita, continúa Maestre, que puedan acudir a las movilizaciones de estos días “gente que tiene esta visión pero no forma parte de este grupo, que seguramente sean votantes del PP y de Vox pero que sienten filia por el franquismo sociológico”.