La Universidad española empieza a despertar tras meses de silencio sobre la masacre Palestina –en contraste con la celeridad con que se manifestó contra Rusia cuando invadió Ucrania–. Después de ver durante la última semana por televisión cómo el estudiantado de algunas de las universidades de élite de Estados Unidos han decidido alzar la voz contra la masacre que Israel está cometiendo en la franja de Gaza –reprimidas con violencia por la policía–, estudiantes de la Universidad de Valencia se plantaron con sus tiendas de campaña sobre el césped de su universidad la semana pasada con la esperanza de generar un efecto llamada en otros campus del Estado. Han tenido éxito.
Este lunes se unieron a las acampadas estudiantes de los campus de Vitoria-Gasteiz (Álava), Leioa (Bizkaia) e Ibaeta (Gipuzkoa) de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) convocados por el sindicato universitario Ikasle Abertzaleak, a los que se iban a sumar desde la Universidad Pública de Navarra. El estudiantado de las seis universidades públicas madrileñas ha convocado una asamblea este martes en la Complutense para decidir si siguen este camino, que en Barcelona ya se transita con una acampada en la Universitat de Barcelona. Sevilla, Alicante y Málaga tienen previsto hacer lo propio el miércoles. Las protestas se extienden.
Y no son cosa solo del estudiantado. Profesores de todo el territorio se solidarizan con sus alumnos a través de la Red Interuniversitaria Por Palestina, que respalda las acampadas en los campus. Este martes estarán en las asambleas de Madrid, mostrando apoyo pero también con intención de proteger el acto si el rectorado se ve tentado de intentar evitar que se celebre, según explica Eva Aladro, profesora de la UCM y miembro de la Red. Los diferentes grupos de estudiantes de todo el Estado tratan de coordinarse y actuar de manera conjunta, según explica una de las alumnas que está organizando la asamblea madrileña.
Los universitarios exigen a sus rectorados que corten sus relaciones con Israel y al Gobierno central lo mismo, con especial hincapié en el cese de la venta de armas. Por este lado se está añadiendo como destinatario de las protestas el Banco Santander, al que se ha acusado desde diversos colectivos (entre ellos la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense de Madrid) de financiar a la industria armamentística, que a su vez nutre a Israel de armas. Además, este banco apostó hace unos años por la Universidad y tiene una fuerte presencia (y acuerdos de colaboración) en muchos campus de toda España, por lo que los estudiantes están exigiendo también que se anulen estos acuerdos.
Valencia abre el camino
La mecha se prendió en la Universitat de València la semana pasada, cuando estudiantes de los colectivos BDS País Valencià y Estudiants per Palestina plantaron sus tiendas de campaña en la Facultad de Filosofía a modo de protesta. Los jóvenes recibieron apoyo de diversos grupos, tanto de personas interesadas en sumarse como de población general, aseguraron. También encontraron la comprensión del rectorado del centro, que aseguró que permitirían la acampada y se apresuró a destacar que no tiene convenio alguno con el Estado de Israel. De momento mantienen su postura de tolerancia pese a que los jóvenes, viendo que sus acciones no tenían efecto alguno, decidieron desplazarse dentro de la facultad y quedarse allí. A las asambleas que organizan cada día se presenta cada vez más gente, aseguran.
Tambores en Barcelona
En la Ciudad Condal se escuchaban este lunes tambores improvisados. Convocados por el grupo Universitats per Palestina en la facultad de Geografía y Historia de la Universitat de Barcelona, con las mochilas pesadas al hombro, tiendas de campaña y provisiones decenas de estudiantes se disponían a cruzar el centro de la ciudad en dirección a la sede central de la entidad académica, unas calles más arriba. A las seis el lugar estaba lleno, y un par de discursos de los organizadores después, el grupo se movía hacia el lugar de la acampada.
La Universidad intentó cerrar su sede e impedir el paso de los estudiantes, para sorpresa tanto de los manifestantes como de la policía, pero los jóvenes se movieron rápido y montaron su campamento en el patio central de la universidad, aunque la mayoría se quedaron a cubierto en uno de los pasillos. Se podían contar cerca de una veintena de tiendas.
Los asistentes venían de varias universidades para apoyar la causa. Una de las participantes, con una mochila que doblaba su tamaño y una esterilla lila colgando, explicaba que procede de la Universitat Autónoma de Barcelona, a varios kilómetros de la capital, para “hacer demandas a las universidades de Catalunya que tienen conexiones directas o indirectas con el estado de Israel”. La guardia de seguridad que intentó detener a los jóvenes solo podía mirar desde la distancia: “Esto no lo puedes controlar”, suspiraba.
Los estudiantes pretenden estar acampados al menos hasta el próximo día 8, cuando la UB tiene previsto celebrar un claustro extraordinario en el que decidirá si aprueba una moción en apoyo al pueblo palestino y si rompe las relaciones institucionales y académicas con universidades, centros de investigación, empresas y otras instituciones israelíes, según informa El Periódico.
La política, “fuera de las aulas” en Madrid
En Madrid, el Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso está intentando parar las protestas antes de que empiecen. El consejero de Educación, Ciencia y Universidad, Emilio Viciana, anunció este lunes que va a convocar a los rectores de las universidades públicas para pedirles que mantengan la “política fuera de las aulas”. “Desde luego nos parece inadmisible. Nosotros siempre defendemos que la política debe quedar fuera de las aulas. Desde la Comunidad de Madrid vamos a hacer todo lo posible para que esto sea así”, explicó el consejero.
El Ejecutivo regional tuvo una reacción muy diferente cuando Rusia invadió Ucrania, recuerdan alumnos y profesores. “Se pusieron banderas enseguida contra la guerra. Se hicieron actos de todo tipo, se pusieron facilidades para que vinieran profesores y estudiantes”, recuerda Eva Alarcón, profesora de la Complutense y miembro de la Red Universitaria por Palestina. “La educación pública cada vez está más deteriorada, eso es político. La misma gente que no quiere politizar la universidad la está deteriorando”, apunta una estudiante del Bloque Universitario por Palestina, que está organizando las posibles acampadas en el campus de Moncloa de la Complutense. La responsable de CCOO en Madrid, Isabel Galvín, recordó la “autonomía universitaria y la libertad de cátedra” y censuró el “carácter autoritario” del consejero: “Las universidades no son su cortijo”.
Estudiantes y profesorado universitario admiten que han tardado en reaccionar, aunque reivindican que se han realizado acciones concretas, aunque hayan podido no tener mucha repercusión. Una alumna de la UCM que participará en la asamblea de este martes cree que en parte se debe a que “el movimiento estudiantil español está en decadencia y es complicado hacer acciones unitarias”, además de esgrimir el argumento de que es “una época mala” académicamente hablando, con muchos exámenes.
Eva Aladro comparte que ha habido quizá demasiado silencio y también alude al “mal momento”, aunque enseguida se autoenmienda para deslizar que no debería ser excusa, porque “se está cometiendo un genocidio”. Aladro, activista de varias causas durante años, no tiene respuesta para que la mecha de estas reivindicaciones no haya encendido antes: “No sé por qué ha habido esta dispersión tan grande en las protestas”, cierra.