Las encinas arrasadas por una mina de uranio, a vista de dron
El proyecto de mina de uranio en el oeste de Salamanca que desarrolla la empresa australiana Berkeley está abriéndose en un encinar centenario y protegido. Un área que ha protagonizado varios proyectos de recuperación ambiental financiados con dinero público. El plan cuenta no solo con el visto bueno del Ministerio de Industria sino con el apoyo explícito del Gobierno de Castilla y León. Su director general de Energía y Minas, Ricardo González, aseguró hace dos días que “estará operativa en 18 meses”.
González acompañaba al vicepresidente de la minera en España, Javier Colilla, a un acto en el que el directivo aseguró que Berkeley se siente “perseguida” por el movimiento de oposición a la mina, según recogió Efe. Berkeley por su parte demandó a dos opositores a los que reclamó medio millón de euros porque consideraba que les injuriaban.
Con todo, Colilla vaticina que su explotación podrá “abastecer de uranio a todas las centrales nucleares de España”.
“Eso es pura propaganda”, contrapone el físico nuclear Francisco Castejón que defiende que “esa mina no da para lo que consumen las centrales españolas”. Los reactores emplean unas 30 toneladas de uranio ya enriquecido por 1.000 megawatios de electricidad producida. El parque nuclear español está en 7.000 megawatios con lo que el consumo de mineral es, aproximadamente, unas 210 toneladas.
La producción óptima prevista en Retortillo es de 5.000 toneladas en 11 once años, es decir, producirá menos de 500 al año. Hace un mes, el director gerente de Berkeley, Paul Atherley, aseguró en su informe trimestral que esperaban una fuerte demanda, pero de EE UU. De hecho, España importa actualmente todo el uranio que emplea y exporta la mayoría del combustible radioactivo que fabrica. Casi la mitad viene de Rusia seguido por algo más de un 20% de la propia Australia.
Empresa pública y exportación de combustible
El combustible nuclear a partir del uranio lo produce en España una empresa pública llamada Enusa. En 2015 fabricó 328 toneladas de uranio enriquecido. Destinó el 62% a la exportación a Francia, Bélgica y Suecia, según su memoria anual.
“Creo que, al final, la mina no va a ser explotada realmente porque el uranio que se sacara rondaría los 95 euros por libra cuando los precios ahora están entre 28 y 38 euros”, analiza el físico Castejón –que colabora con Ecologistas en Acción–. Atherley asegura que los precios van a escalar.
¿Entonces por qué todo el trabajo? “El proyecto incluye una planta para concentrados de uranio que podría recibir y trabajar con otros cargamentos. Al fin y al cabo, Berkeley es australiana y ese país es uno de los principales productores de este mineral en el mundo”, reflexiona Castejón.
Es cierto que Australia ocupa el tercer puesto mundial con 5.000 toneladas producidas en 2014 (todo lo calculado para Retortillo en una década), según los datos de la Asociación Nuclear Mundial. Aunque en diez años ha caído un 44%. El primer productor es Kazajistán con 23.000 toneladas (en 2004 estaba 3.700). El segundo puesto es para Canadá con más de 9.000 toneladas.
Colilla ha resumido así la situación: la industria minera “siempre genera críticas, tanto al inicio de la actividad como al final de la misma”, pero “durante su desarrollo, todo el mundo está contento”.