Más contagiosa, pero sensible a las vacunas autorizadas. La variante Delta del SARS-CoV-2, procedente de la India y predominante en Reino Unido, ya está en España y ha generado preocupación. La primera en dar la voz de alarma fue la Comunidad de Madrid, que el viernes pasado informó de 22 casos y propuso adelantar una semana las segundas dosis de AstraZeneca para la población de entre 60 y 69 años. El viceconsejero de Sanidad, Antonio Zapatero, calculó que la india se convertirá en la cepa dominante en seis semanas y volvió a señalar al aeropuerto de Barajas como coladero en la región.
Sanidad ha puesto en duda que los casos lleguen únicamente por el aeródromo madrileño. Fernando Simón, responsable del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, hacía este lunes un llamamiento a la calma calificando los casos de Madrid de “testimoniales” y pidiendo “no alertar más de la cuenta a la población”. Diversos estudios han demostrado que la variante Delta es un 64% más contagiosa que la británica (o Alfa), la dominante en nuestro país, pero Simón aseguró que “no parece más grave”. ¿Quién lleva razón y qué se conoce hasta ahora de esta mutación?
La información ha ido cambiando en cuestión de semanas. La más completa es la que llega desde las islas británicas, donde hace meses que la variante Delta ha sustituido a la Alfa, y se temía que su expansión pudiera poner en jaque la inmunidad de rebaño del Reino Unido. Por suerte, eso no ha ocurrido. Y aunque sí que es cierto que se transmite más y reduce ligeramente la efectividad de la primera dosis, las conclusiones son mejores de lo que se creía al principio. Lo más importante es que una primera inyección también genera inmunidad y previene las hospitalizaciones y los casos graves.
Los últimos datos publicados por el Gobierno de Boris Johnson, que por culpa de esa variante ha retrasado la desescalada hasta el 21 de junio, revelan que hay razones para el optimismo. El primer estudio realizado por la Agencia de Salud Pública británica (PHE, Public Health England) mostró que la efectividad se reducía al 33% con la primera vacuna de Pfizer o AstraZeneca, mientras que contra la variante Alfa la protección con una sola dosis es del 50%. Con la pauta completa, los resultados mejoran: un 88% de protección con Pfizer (frente al 94% contra la variante Alfa) y un 67% con AstraZeneca (frente al 74% contra esa variante). Sin embargo, una investigación más reciente y orientada a medir su impacto en la presión asistencial ha arrojado nuevos y alentadores porcentajes.
Las hospitalizaciones por la variante Delta se redujeron un 94% con la primera dosis de Pfizer y un 71% con la primera de AstraZeneca. Con ambas dosis, un 96% y un 92%. Otro estudio del servicio sanitario de Escocia, publicado en The Lancet, muestra que el riesgo de hospitalización aumenta respecto a la mutación Alfa, pero que se da en su mayoría entre la población joven todavía sin vacunar. “Es extremadamente alentador ver que las vacunas rompen el vínculo entre las hospitalizaciones y la variante Delta”, ha declarado el secretario de Estado para la vacunación del Reino Unido, Nadhim Zahawi.
En cuanto a las diferencias entre los resultados con la vacuna de Oxford y la de Pfizer, los responsables sanitarios recurren al tiempo para alcanzar la inmunidad. “Se puede explicar por el hecho de que la administración de las segundas dosis de AstraZeneca es más tardía que la de Pfizer, y porque el perfil de los anticuerpos muestran que se tarda más en alcanzar la máxima efectividad con AstraZeneca”, dijeron desde el Gobierno británico. Respecto a las de Moderna y Janssen, las investigaciones siguen en curso. “Moderna es parecida a Pfizer y Janssen tiene la ventaja de que solo es una dosis y se tarda menos tiempo en conseguir la inmunidad”, tranquiliza Roger Paredes, jefe de la sección de enfermedades infecciosas del hospital de Can Ruti en Badalona e integrante del nodo de secuenciación de este centro.
El virólogo cree que estos resultados sirven para que los ciudadanos se vacunen cuando y con el suero que les toque, “sin pensar en que uno tiene esto y el otro tiene esto otro”, porque todos son efectivos frente a la variante Delta. Por su parte, Paredes asume que la india va a dominar en breve en nuestro país. “La progresión es claramente exponencial, pero la duda es qué consecuencias clínicas pueda tener”, aclara.
¿Qué puede hacer España?
Paredes forma parte de un dispositivo en el que participan los cuatro grandes hospitales de Catalunya para secuenciar la COVID-19 y vigilar sus mutaciones. “Cada semana analizamos entre 70 y 150 muestras representativas de la población, escogidas de manera aleatoria, y vemos qué porcentaje de variantes hay”, narra. En la última semana, un 30% de las pruebas secuenciadas en su área metropolitana, y pertenecientes a contagios registrados siete días antes, coincidían con la Delta. “Calculamos que será la predominante (por encima del 50%) a finales de esta semana o la siguiente”, reconoce.
Con la sucesiva aparición de casos de este linaje, conviene repasar cuánto se está secuenciando en España. ¿Lo suficiente para evitar un repunte ahora que las fronteras con Reino Unido vuelven a estar abiertas? La OMS recomienda analizar un 5 y un 10% de los positivos pero, según datos de Sanidad, en la última semana de la que consta registro –mediados de mayo– se procesaron 191 pruebas, lo que no llega ni al 1%.
“Es lógico porque los contagios se han reducido y nos llegan menos muestras”, defiende Fernando González Candelas, catedrático de Genética de la Universidad de Valencia e investigador jefe de Fisabio, organismo perteneciente al plan de Sanidad y experto en secuenciación. “No es ni mucho menos lo que se debería”, replica Paredes, que también entiende que es imposible lograrlo sin medios.
La OMS recomienda analizar entre un 5 y un 10% de los positivos pero, según datos de Sanidad, en la última semana de la que consta registro –mediados de mayo– se procesaron 191 pruebas, lo que no llega ni al 1%.
La derivada del aumento de la transmisión de la variante Delta es que “es posible que los casos aumenten un poco, pero las hospitalizaciones y los casos graves, menos”. La explicación tiene que ver con los estudios mencionados antes y con el aumento del ritmo de la vacunación, de forma que las personas más vulnerables ya están protegidas total o parcialmente. “Todo va a depender del grado de expansión, pero la gente tiene que saber que lo estamos vigilando día a día”, recuerda.
Respecto a si convendría tomar medidas de contención más estrictas, Paredes apuesta por la cautela para que “no cunda el pánico”. Eso sí, si llega el momento, “habría que ajustar las medidas epidemiológicas” como ha hecho Reino Unido. En este momento de aperturismo total, en el que las fronteras con el exterior llevan semanas abiertas, el ocio nocturno tiene vía libre en todas las comunidades y se está discutiendo la obligatoriedad de la mascarilla, el virólogo entiende que es un escenario difícil de imaginar.
“Mi consejo es acelerar las segundas dosis entre la población de 60 y 70 años, ir más rápido con los de 30 y los de 40, y estudiar si es necesario vacunar también a los adolescentes”, dice Paredes. En ese sentido, apoya la iniciativa de Madrid de adelantar una semana la segunda toma de AstraZeneca, algo que también hizo Reino Unido ante el descontrol de la variante Delta. “Lo más importante es completar las pautas” y después, “potenciar la secuenciación”. “Es lo único que nos va a permitir actuar a tiempo cuando entra una nueva variante y ajustar la velocidad de la desescalada”, concluye.