El Vaticano afronta en una cumbre antipederastia su pecado capital: los abusos sexuales a miles de niños
“Un solo caso resulta una atrocidad”. Un cardenal español define así el drama de los abusos sexuales en la Iglesia católica, una lacra que amenaza con arrasar a la institución más poderosa de la Tierra, y que el Papa Francisco aborda con la convocatoria, desde este jueves a este sábado, de la primera cumbre antipederastia en el Vaticano.
Un evento, que congregará a los responsables de 140 conferencias episcopales, tiene un solo punto en el orden del día: “Que la Iglesia vuelva a ser un lugar seguro”, apuntaba este lunes el coordinador del encuentro, Federico Lombardi.
¿De cuántas víctimas hablamos?
Un solo caso es una atrocidad, pero los informes recabados por instituciones civiles y eclesiásticas de todo el mundo, confirmadas por las asociaciones de víctimas, apuntan que hasta 100.000 menores fueron abusados sexualmente en seminarios, colegios y centros propiedad o gestionados por la Iglesia católica. Otros informes hablan de la mitad, 50.000. Es difícil hacer un cálculo por la magnitud del problema, que muchas veces ha quedado tapado.
La Doctrina de la Fe guarda en el cajón de temas pendientes por falta de personal entre 3.000 y 6.000 casos, a los que hay que sumar los que nunca se denuncian, y aquellos de los que no se informa. En EEUU, Australia o Irlanda ya hay estadísticas. En otros países, como España, los mapas de la pederastia todavía tienen que construirse sobre la base de informaciones periodísticas.
“Francisco busca enfrentar al monstruo”, apuntaba este mediodía el cardenal Blase J. Cupich, uno de los cuatro 'halcones' del Papa para atajar los abusos sexuales, y uno de los encargados de coordinar el cónclave antiabusos, junto a Charles Scicluna (quien dirigió la investigación contra Marcial Maciel o, más recientemente, la intervención en la Iglesia chilena); el exportavoz papal, Federico Lombardi; y el también jesuita Hans Zollner, uno de los mayores expertos en la lucha contra la pederastia clerical.
¿Qué hará el Papa?
El ambiente invita a la esperanza, aunque el propio Papa ya se encargó, a la vuelta de su viaje a Panamá, de frenar las expectativas. “Hace falta desinflar las expectativas a estos puntos de los que yo hablo. Porque el problema de los abusos continuará: es un problema humano que se da en todos lados”, interpreta el Pontífice.
Bergoglio se juega buena parte de su credibilidad, y la de la misma Iglesia en esta cita. Intervendrá al inicio y al final de la cumbre. Además, si lo desea, podrá también hacerlo al concluir cada jornada. El discurso conclusivo de Francisco tendrá lugar el domingo por la mañana, aunque no se espera de la cita documento oficial alguno.
“No se trata sólo de cambiar las normas, sino de un cambio de actitud”, subraya a eldiario.es Hans Zollner, convencido de que habrá un antes y un después de la reunión, a la que los obispos vienen con los deberes puestos por el Vaticano hechos. Un 80% de las conferencias episcopales de todo el mundo han respondido al cuestionario enviado por Roma, una cifra netamente superior al de cualquier otro evento eclesial, como los recientes sínodos de la familia o la juventud.
¿Quiénes participarán?
A lo largo de cuatro días, 190 participantes, entre presidentes de todas las Conferencias Episcopales del mundo, religiosos y otros expertos. Apenas habrá representación femenina, con 12 mujeres religiosas, y ningún laico. Esa ausencia es relevante: el Papa ha señalado al clericalismo como una de las causas de los abusos de poder que llevan a la violencia sexual contra menores, pero también contra religiosas. Otro campo a intervenir, al que la institución también llegará tarde.
La Iglesia española, sin propuestas
Por parte española, acude a Roma el cardenal Ricardo Blázquez, en su calidad de presidente de la Conferencia Espiscopal Española, el órgano de gobierno de los obispos. Un episcopado, el español, que apenas ha dado muestras de querer erradicar con esta lacra. Ni de tan siquiera reconocerla.
La anunciada Comisión Antipederastia de la Conferencia Episcopal Española, presidida por el polémico obispo de Astorga, no ha incluido a ningún experto laico, ni ha contado con las víctimas a la hora de llevar a cabo su trabajo, meramente técnico y sin propuestas de futuro.
Tampoco ha sabido dar una cifra, siquiera aproximada, del escándalo en nuestro país, y los obispos negaron haber recibido una carta de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, pidiéndoles los datos de investigaciones abiertas en el ámbito canónico. En una muestra más de desidia, un responsable episcopal dijo que había encontrado la misiva, a las pocas horas, en su buzón.
¿Y las víctimas?
Por primera vez en la historia de la Iglesia moderna, las puertas del Vaticano se abrirán para que una docena de víctimas y activistas puedan decir a la cara al Papa y a los jerarcas de todo el mundo qué es lo que piensan sobre los abusos sexuales del clero y el encubrimiento por parte de la jerarquía.
Entre ellos, se encontrará el español Miguel Hurtado, como representante de la asociación SNAP en España. Hurtado fue abusado por un monje de Montserrat (han surgido más denuncias en los pasados días) y desde hace unos años lidera una campaña para conseguir que los delitos por abusos a menores no prescriban, que la pasada semana llevó a congreso más de medio millón de firmas.
También estará el chileno Juan Carlos Cruz, quien sufrió los abusos de Fernando Karadima y gracias a cuyo testimonio el Papa acabó interviniendo a la Iglesia de Chile, expulsando a siete obispos y pidiendo la renuncia de todo el episcopado del país. De hecho, el presidente de la Conferencia Episcopal chilena no acudirá a la cita.
También irá a Roma, aunque no participará directamente de la reunión episcopal, Juan Cuatrecasas. El 'padre coraje' de Gaztelueta (cuyo hijo fue abusado por un profesor del colegio del Opus Dei en Leioa, condenado a once años de prisión), sostiene que “la Iglesia tiene estos días una oportunidad vital de supervivencia. No es baladí”.
“La próxima reunión del Papa Francisco con los obispos en Roma debiera ser una lavadora con suficiente jabón para suponer un antes y un después en los casos y la trama de pederastia en la Iglesia de Pedro”, afirma Cuatrecasas, quien añade que “ya es hora de que nuestra iglesia deje de ser aliada de lo falso. Solo la verdad nos hará libres”.
“Llegan días clave y solo esperamos que la iglesia esté a la altura requerida y necesaria. No es una simple petición, ni siquiera una simple esperanza es, para la iglesia vaticana, una urgente e inaplazable necesidad”, concluye el padre de Asier.