Un paso hacia adelante, y un par de ellos hacia atrás. Este puede ser el resumen acelerado del “Instrumentum Laboris”, o documento de trabajo para el Sínodo de la Familia, que el próximo mes de octubre debatirá acerca de la doctrina de la Iglesia católica respecto al aborto, la eutanasia, la procreación, las adopciones, los matrimonios gay o los divorciados vueltos a casar. Así, el texto, presentado en el Vaticano, asegura que existe un “acuerdo común” para que los divorciados vueltos a casar puedan acceder a la comunión y, por primera vez, acepta a la vida en pareja como un paso previo -por tanto, no condenable- al matrimonio. Sin embargo, las esperanzas de una acogida completa a las personas homosexuales sufrieron un fuerte revés, al negar el documento “analogías entre las uniones homosexuales y las heterosexuales” y reivindicando la diferencia padre-madre a la hora de la adopción.
Resulta evidente que, pese al impulso del Papa Francisco, la Iglesia católica no está preparada para aceptar según qué cosas. De todos modos, el tono utilizado en el “Instrumentum Laboris” en sus 80 páginas -147 puntos- se encuentra muy alejado del lenguaje rotundo, prohibitivo y oscuro al que nos tiene acostumbrada la Iglesia cuando habla de homosexualidad, divorcio, aborto o eutanasia. La intención, según declaró este martes el secretario general del Sínodo de la Familia, Lorenzo Baldisseri, era presentar “un texto de tono sereno, frente a las intervenciones alarmistas o catastrofistas de otros documentos eclesiásticos”.
El gran avance del documento vaticano se encuentra en lo tocante a la situación de los divorciados vueltos a casar, uno de los puntos que más discusiones planteó durante la pasada reunión del Sínodo de la Familia. El “Instrumentum Laboris” da un paso adelante y proclama que existe un “consenso” para que aquellas personas que, tras un fracaso matrimonial, reorganizaran su vida, puedan volver a la Iglesia. Hasta la fecha, los divorciados vueltos a casar estaban, en la práctica, excomulgados.
Acceso a la comunión dependiendo del obispo
Ahora, estas personas podrán comulgar siempre que lleven a cabo una “reflexión” sobre su situación a través de “itinerarios de reconciliación o un camino penitencial y si el obispo correspondiente así lo determina en último término. Dicho ”camino penitencial“ conllevará un acompañamiento por parte de un sacerdote que explicará a esas personas las consecuencias del divorcio y que les hará reflexionar sobre su estado.
El texto precisa que se aplicaría “bajo la autoridad del Obispo, para los fieles divorciados vueltos a casar por lo civil, que se encuentran en una situación de convivencia irreversible”. La última palabra, con todo, la tendrá cada obispo en su diócesis, lo que puede provocar, por ejemplo, que los divorciados alemanes estén en comunión con la Iglesia, mientras que los españoles sigan anatemizados.
También se da una apertura al considerar a las parejas que conviven sin haberse casado como una instancia previa (“un paso adelante”) al matrimonio, para las que habría que considerar un “acompañamiento de gran respeto” y proponer un “camino de crecimiento abierto a la posibilidad del matrimonio sacramental” a dichas parejas, pero teniendo en cuenta que su modelo ya constituye, en buena medida, una realidad familiar. Incluso a los ojos de la Iglesia.
“Firmeza” en contra del matrimonio gay
Sin embargo, el gran paso atrás del Sínodo de la Familia se encuentra en el tratamiento dado a los homosexuales en la Iglesia. Así, el documento resalta la “firme posición de la Iglesia, contraria al matrimonio entre personas con tendencias homosexuales”, aunque reitera que “toda persona, independientemente de su tendencia sexual debe ser respetada en su dignidad y acogida con respeto y delicadeza, en la Iglesia y en la sociedad”.
El Sínodo considera “inaceptable” que los obispos sufran “presiones de los organismos internacionales” que “condicionan las ayudas financieras a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el matrimonio entre personas del mismo sexo”. “No existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías entre las uniones homosexuales” y las heterosexuales, incide con dureza el documento vaticano, quien no obstante sugiere que las diócesis reserven “una atención específica al acompañamiento de las familias” que cuentan con miembros homosexuales.
El texto también es muy duro en lo tocante a la adopción. “Para dar una familia a tantos niños abandonados, muchos han pedido que se destaque la importancia de la adopción. A este respecto se ha señalado la importancia de afirmar que la educación de un hijo debe basarse en la diferencia sexual, así como la procreación”, señala.
Aborto y eutanasia
En relación con la eutanasia y el aborto, el Instrumentum Laboris insiste, de modo tajante, en que “la vida es un regalo de Dios y, por eso, no se pueden descartar ni su comienzo ni su estado terminal”. “Al contrario, es necesario asegurar a estas fases una atención especial. Hoy, demasiado fácilmente, se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y tirar”, incide el documento.
El Sínodo de la Familia tendrá sus próximas reuniones durante el mes de octubre y, al término del mismo, los padres sinodales presentarán un documento de propuestas al Papa, que será quien tome la decisión definitiva. Cualquier norma que emane del mismo pasará a formar parte de la doctrina de la Iglesia, que puede dar un salto de calidad respecto a su presencia en el mundo de hoy o, nuevamente, perder una oportunidad de sintonizar con la sociedad contemporánea. Una oportunidad que podría ser la última.