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Siete cosas que (quizás) no sabías del Valle de los Caídos

Una proposición del PSOE, una iniciativa del exmagistrado Baltasar Garzón y una sentencia judicial están intentando abrir el Valle de los Caídos a la Memoria Histórica. En los dos primeros casos, para que pase de ser un conjunto franquista y fosa común a ser un espacio de homenaje a las víctimas del franquismo. Estas son las claves de este espacio excavado y levantado en el Valle de Cuelgamuros, en la localidad madrileña de San Lorenzo del Escorial.

Construido por presos políticos

Sobre el significado del Valle, hay que informarse antes de ir allí, ya que in situ no hay explicación, cartel o tríptico que aclare cómo se construyó, por qué o cuál es su significado.

Es un conjunto monumental construido entre 1940 y 1958, en pleno franquismo, como un homenaje a los “héroes y mártires de la Cruzada” que “legaron una España mejor”, es decir, a los que lucharon y murieron por Franco durante la Guerra Civil, como deja claro la orden firmada por el dictador en 1940. No para la reconciliación, ni para ambos bandos, como se reinventó más tarde el franquismo.

Además de emplear a personal contratado, también se construyó con el trabajo de presos políticos bajo las normas del Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo, un organismo que hizo posible la utilización de los presos políticos como mano de obra y su explotación laboral a cambio de una reducción de la condena. Este sistema de trabajo está reconocido, entre otros, en el informe de expertos encargado por el gobierno de Zapatero

Es la mayor fosa común de España

En el Valle hay una iglesia –la basílica del Valle de los Caídos– donde están enterrados en diferentes criptas y pisos 33.833 cadáveres, de los cuales 12.410 son de personas desconocidas, lo que lo convierte en la mayor fosa común de España. El último traslado de un cuerpo se produjo en 1983. Los muertos se llevaron desde fosas comunes y desde cementerios de toda España, excepto de Ourense, A Coruña, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife. 

Junto a la basílica hay una abadía de monjes benedictinos, la Abadía de la Santa Cruz, que gestiona el templo. Los religiosos se encargaron en su momento de recibir todos los cadáveres, filiarlos en el caso de que tuvieran nombre o poner la procedencia en el caso de que fueran anónimos. Los enterraron en fosas dentro de la iglesia. 

Otro edificio anexo alberga una escolanía donde son educados 50 niños cantores de 9 a 14 años. “Es la única Escolanía del mundo que canta gregoriano todos los días durante el curso académico”, destaca la web. Cantan a diario en la liturgia de las 11 horas. Allí estudian religión, música y otras disciplinas. La mayoría vuelve a su casa para el fin de semana.

Frente a la abadía, se erige una hospedería que se anuncia en Internet para pasar la noche o una estancia de retiro. Allí solía ir a meditar el exministro de Interior Jorge Fernández Díaz. “Dispone de 220 plazas distribuidas en 2 plantas, restaurante, bar-cafetería, 8 salas de reuniones, servicio de lavandería y planchado, máquinas de comida y bebida, ascensor, teléfono en algunas habitaciones, teléfono público, venta de libros y de licor monástico, capilla y garaje gratis”. Cuesta unos 45 euros la noche. 

Sobre todo este conjunto monumental se alza la cruz más grande del mundo cristiano, visible desde la carretera. 

Franco trasladó muertos sin consentimiento

En su origen, como especifica el decreto, ese iba a ser el lugar para los héroes del franquismo. En un momento dado, la dictadura decide trasladar miles de cuerpos de republicanos represaliados, en muchos casos sin permiso ni conocimiento de sus familias. Una carta del ministro de Gobernación fechada en 1958 constata el cambio de rumbo del Valle y especifica que se harán las inhumaciones “sin distinción del campo en el que combatieran”.

Entonces el régimen empieza a hacer traslados masivos de cuerpos. Si era desde fosas comunes sin nombres, se hacía unilateralmente, sin informar a nadie. Es lo que les pasó a los Lapeña, que se enteraron hace cinco años que Ramiro y Manuel Lapeña no están en la fosa donde han llevado flores durante 60 años, sino en el Valle, después de que el régimen decidiera el traslado sin consultarlo. Han logrado que una sentencia obligue a sacar a dos hermanos de allí para darles “digna sepultura”

En el caso de que los cadáveres tuvieran nombre, sí se pedía consentimiento a las familias. Si eran fosas con algunos cuerpos con nombres y otros sin nombre, se pedía consentimiento a las familias de los cadáveres filiados y se trasladaba a todos indistintamente al Valle.

Los monjes tienen la sartén por el mango

Los monjes se han opuesto a la exhumación de los Lapeña y lo han podido hacer porque el derecho canónico les permite decidir sobre todo lo que hay dentro de la basílica, aunque no sea de su titularidad.

Las fosas, los osarios, son de competencia estatal al ser considerado un “cementerio público”, según la Ley 52/2007. El resto del Valle es también de titularidad estatal y está gestionado por Patrimonio Nacional, dependiente del Ministerio de Presidencia.

Con una excepción: la basílica. Es propiedad de la Iglesia y la abadía la puede gestionar como considere. Eso incluye la potestad de a quién se deja entrar en ella, pese a que en su interior están las criptas con cadáveres de “carácter público”.

Los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, con rango de tratado internacional y por tanto con jerarquía supralegal, aseguran hasta ahora la “inviolabilidad de la Basílica por parte de la autoridad estatal” sin permiso de la Iglesia. Es decir, los monjes pueden prohibir la entrada a las tumbas de titularidad estatal, que es lo que hizo el prior el pasado octubre con los técnicos que querían meter una microcámara en la fosa de los Lapeña.

Franco ha usurpado la tumba de obispos y papas

El propio Francisco Franco (y José Antonio Primo de Rivera), está enterrado con todos los honores y lápida frente al altar mayor de esta basílica, lo que las familias de las víctimas consideran un agravio. Además, no es un “caído por España” en la guerra, de modo que vulnera el espíritu con el que el propio Franco construyó el Valle. 

Además, la tumba del dictador contraviene el derecho canónico: ese lugar preeminente frente al altar está reservado al Romano Pontífice, es decir al Papa, o a los obispos de la diócesis a la que pertenece el Valle, según las leyes de la Iglesia. Un nieto del dictador señaló que Franco quería ser enterrado en el panteón familiar de El Pardo. Sea como fuere, acabó tres días después de su muerte en el lugar preeminente del Valle reservado para la jerarquía eclesiástica. 

El Valle, un negocio de dos millones de euros 

Según los datos de Patrimonio Nacional de 2016, el Valle recibió 262.860 visitas ese año (720 visitantes al día). La entrada cuesta nueve euros, lo que arroja que el Estado recaudó en taquilla 2,3 millones de euros. A esto hay que sumar los ingresos por la hospedería, sobre la que no hay datos públicos. Por ejemplo, pasar allí un fin de semana de mayo sale por 90 euros solo alojamiento, según las webs de reserva de habitaciones. 

Pero, además, hay una fundación religiosa que se creó en 1957 para gestionar el Valle y que está en una situación jurídica confusa. No rinde cuentas, pese a que recibe todos los años dinero público. De hecho, el informe de la época socialista evidenciaba que eran los únicos ingresos que recibía y no se podía considerar asimismo una fundación: carece de patrimonio y además no está controlada por ningún “protectorado del poder público”. 

¿Cuánto recibe de los presupuestos generales del Estado? Hay opacidad al respecto. Tras varias preguntas e investigaciones, el equipo de Baltasar Garzón pudo revelar que “desde 2012 a 2015 ha recibido 340.000 euros anuales”, según dijo el propio exjuez en una rueda de prensa. Qué hace la fundación con ese dinero no se hace público. 

Las esculturas y la basílica se están deshaciendo 

Para las estatuas y la gran cruz del Valle se usó una piedra caliza de Calatorao, una cantera situada en este municipio aragonés, que era fácil de trabajar y se suponía dura y resistente a la humedad y los cambios climatológicos. Lejos de ser así, el conjunto monumental se está deshaciendo y hace tiempo que caen fragmentos de La Piedad (como el antebrazo de Cristo, que se desplomó), de las esculturas de Los Evangelistas o de la base de la enorme cruz. Los expertos lo alertaron en 2011 y se ha hecho poco más que poner parches para evitar accidentes. También se ha limitado el acceso al público en algunas zonas. 

Reparar el interior de la basílica será aún más difícil. El túnel se talló en un risco granítico, roca que tiene fisuras y por la que se cuela el agua de lluvia, que ya ha inundado en alguna ocasión parte de las fosas comunes. Tiene mal arreglo porque habría que impermeabilizar el valle exteriormente y por dentro de la iglesia. 

La comisión de expertos cifraba el coste de una rehabilitación en 13 millones de euros en 2011. De momento esas obras no se han ejecutado más allá de pequeños arreglos de emergencia.