En España hubo en 2018 3.244 nuevos diagnósticos de VIH notificados, lo que representa una tasa de 6,94 casos por 100.000 habitantes. Son datos del último informe anual de Vigilancia Epidemiológica del VIH y SIDA en nuestro país, elaborado por el Ministerio de Sanidad y por el de Ciencia y publicado este jueves, en vísperas del Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Se sacan del registro autonómico y son susceptibles de modificarse debido al retraso en el reporte del Sistema de Salud, por lo que se estima que tras la correspondiente corrección la tasa será de 8,65 casos por 100.000 habitantes. La tasa sigue una tendencia descendente desde 2008, cuando el registro –sin contar el ajuste de ese año por el retraso de notificación– fue de 13,15, casi el doble que la actual.
Una de las conclusiones del documento, dentro de una tendencia que se repite, es que “el diagnóstico tardío es elevado”. “Desciende levemente entre 2009 y 2016”, pero desde 2016 “se ha mantenido estable”. Se considera diagnóstico tardío cuando éste se produce cuando la presencia de células linfocitos de tipo CD4, que es como se reconoce en la prueba el VIH, está por debajo de las 350 por milímetro cúbico en sangre. Eso significa que el virus se podría haber detectado mucho antes.
Casi la mitad de los diagnósticos en España en 2018, el 47,6%, se produjeron cuando el diagnóstico era tardío según ese baremo. En el 28,1% de los casos totales, la cantidad de CD4 estaba por debajo de las 200, lo cual se considera, además de tardío, un estado avanzado. El diagnóstico tardío tiene porcentualmente más peso entre las mujeres, entre las que alcanza el 56,9%; y en la vía de transmisión heterosexual (hombres, 58,5%; mujeres 55,8%).
Julia del Amo, directora del Plan Nacional contra el VIH, explica que que esta cifra no se consiga reducir es una de las conclusiones más preocupantes del informe: “Una persona con diagnóstico tardío va a iniciar el tratamiento tardíamente, y eso va a tener consecuencias negativas para su salud. El sistema inmune va a estar más deteriorado, habiéndolo podido prevenir antes. Además, cuando una persona no sabe que está infectada, puede transmitirlo a terceras personas. Las personas que consiguen suprimir la carga viral con la medicación no tienen el virus ni en la sangre ni en los fluidos sexuales, no lo transmiten. De ahí la importancia de la promoción de la prueba y de intervenir cuanto antes”.
“Se trata de promoción activa: que la gente no tenga miedo a hacerse la prueba. Es gratuita, anónima y voluntaria”, sigue del Amo. La prueba puede pedirse en cualquier centro de salud. “Es esencial que la población y los profesionales sanitarios sean conscientes de que cualquier persona que realice prácticas de riesgo es vulnerable al VIH, y de que es importante diagnosticar la infección lo antes posible”, inciden sobre ello en el informe. Sanidad calcula que hay en total entre 130.000 y 170.000 personas infectadas por el VIH en España. Una de cada siete aún no lo sabe, por no haberse hecho la prueba.
El 85,3% de las personas con nuevos diagnósticos el año pasado eran hombres, con una mediana de edad fue de 36 años. La transmisión en hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres (HSH) fue la más frecuente, constituyó el 56,4% de los casos. Le sigue la vía de relaciones heterosexuales, con el 26,7%, y luego la que se produce en personas que se inyectan drogas, en el 3,2%. “Por ello, el colectivo de HSH es prioritario para los programas de prevención, especialmente el grupo entre 25 y 34 años donde las tasas son más elevadas”, dice el informe. El octubre pasado, el Ministerio de Sanidad comenzó a financiar la PreP, una pastilla que previene la transmisión antes de la práctica de riesgo, para HSH, trabajadoras sexuales y personas trans.
“Las tasas de nuevos diagnósticos llevan disminuyendo globalmente la última década, aunque más entre personas que se transmiten por vía heterosexual o que se inyectan drogas”, sigue del Amo. La tasa de 6,94 por 100.000 habitantes es un número similar al de otros países de la región Europea de la OMS, aunque superior a la media de los países de la Unión Europea y de Europa Occidental. La cifra global año a año en España no se puede comparar porque en el comienzo de la elaboración del Informe de Vigilancia no se incluían todas las comunidades.
“Tras casi dos décadas de tratamiento antirretroviral eficaz la reducción de la incidencia de sida en España ha sido enorme. No obstante, este descenso, inicialmente espectacular, se ha ido ralentizado en los últimos años”, resumen también en el informe. En España en 2018 se notificaron 415 casos de SIDA, es decir, personas que finalmente habían desarrollado la enfermedad tras haber contraído VIH. Tras corregir el retraso en la notificación, se prevé que serán 468.