A Bayron, adolescente ecuatoriano, le gustaría regresar a su país porque “allá se hace la vida en la calle” y en España está todo el día metido en casa. También quiere volver porque empieza a estar harto de las “bromitas” de sus compañeros de clase, que le llaman “panchito y más cosas”. “Aunque yo me defiendo”, añade, mientras pasea por Villa de Vallecas (Madrid). Bayron llegó a España hace dos años. En cambio, su amigo Jordan, también ecuatoriano, lleva aquí 12 y está más adaptado, sobre todo a eso de no salir apenas de casa y hacer la vida entre la habitación y la tele del salón. Pero también recibe los insultos de algunos de sus compañeros de clase por tener un color de piel diferente.
Este martes, 18 de diciembre, se celebra el Día del Migrante, establecido en 2000 por Naciones Unidas y los inmigrantes que hay en España nadan entre las aguas del paro (la incidencia del desempleo en la población extranjera supera en 11 puntos a la española) y las del aumento de los prejuicios hacia este colectivo debido a la crisis, como advierten organizaciones como Cáritas o Médicos del Mundo. Uno de los últimos informes de la entidad religiosa concluye que la situación económica “ha acentuado la imagen negativa que la ciudadanía tiene de la inmigración”. “Se constata un aumento de prejuicios racistas y xenófobos en nuestros barrios y ciudades, y se culpa a los extranjeros de la precariedad económica y social que sufrimos”, apunta dicho informe.
El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas marca el racismo y la inmigración en la mitad baja de la tabla en cuanto a las preocupaciones y problemas de los españoles. Pero la detección del racismo y de la xenofobia a través de las encuestas es muy compleja, tal y como determina Mari Ángeles Cea, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, en un estudio. Cea advierte sobre todo del racismo cultural: “Que acaece cuando la identidad cultural del inmigrante contraviene la identidad de la población autóctona y ésta siente sus rasgos identitarios amenazados”.
Para las organizaciones que trabajan a favor de los derechos de los migrantes, este año ha dado señales inequívocas de rechazo al diferente, como la restricción del acceso a la sanidad decretada por el Gobierno de Mariano Rajoy y el mantenimiento de las redadas policiales a los sin papeles. Por ejemplo, Médicos del Mundo ha querido remarcar en la celebración de este día “el resurgimiento de actitudes xenófobas alentadas por políticas que defienden la exclusión de los migrantes de un número de servicios cada vez mayor”. Pero la entidad también quiere señalar los casos positivos que han logrado bloquear la restricción del acceso a la sanidad de los sin papeles. Así, está el caso de Isaac, a quien un hospital de Zaragoza negó los antirretrovirales que necesitaba para tratar el VIH y finalmente logró acceder a ellos, o el de Carolina, una joven venezolana que sufre epilepsia, a la que le suspendieron la tarjeta sanitaria el pasado 31 de agosto y que finalmente ha sido atendida por los médicos.
Esteban Ibarra, portavoz de Movimiento contra la Intolerancia señala que los prejuicios hacia los extranjeros, no tienen por qué traducirse en un aumento del racismo, que comporta conceptos como dominio, violencia o expulsión. Ibarra sí que advierte sin embargo del incremento de la actividad xenófoba en Internet, donde su organización ha detectado, tras un intenso rastreo por la web, unas 2.000 webs y blogs españoles que fomentan el odio al extranjero. La denuncia de su cierre se hace complicado, y mucho más hacer que Facebook, por ejemplo, controle sus perfiles más violentos. “Además, estos grupos radicales están organizados y se meten en masa a poner comentarios xenófobos en noticias o en foros”, afirma Ibarra.
Hugo, peruano de 28 años, vive al margen de Internet y asegura que, en sus cuatro años y medio en Madrid, el racismo que ha podido percibir ha sido leve y no ha aumentado en los años de crisis. A Hugo le preocupa más sus condiciones laborales. “Tengo trabajo, en hostelería, pero solo libro un día a la semana, esto no es vida”, se queja. Ayer, lunes, fue su día libre y lo dedicó a “pasear, tomar un botellín de cerveza y estar en casa”.
A las familias de Bayron y de Jordan también les ha tocado la crisis, con algunos de sus miembros en paro. La madre de Jordan, por ejemplo, antes trabajaba limpiando casas y atendiendo a personas mayores y ya hace meses que no encuentra nada, Pero estos adolescentes ecuatorianos, que desconocían que hoy se celebra el Día del Migrante, todavía sueñan con tener futuro y trabajar en lo que más les gusta. Bayron quiere ser veterinario y Jordan, psicólogo.