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Aparece en Viena una fosa común que revela la brutalidad de las guerras romanas en el Danubio

Los individuos fueron enterrados sin ningún orden ni orientación reconocibles

Héctor Farrés

10 de abril de 2025 11:13 h

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Un golpe seco, directo al hueso. El filo de una lanza rasgando costillas. Pies clavados en el barro, carreras truncadas por un proyectil de hierro. Un espacio que hoy sirve para correr detrás de un balón, hace casi 2.000 años fue el final brutal para más de un centenar de hombres. La batalla se libró en una zona sin aparentes signos históricos, aunque el subsuelo conserva la memoria de una masacre. Ninguno de aquellos cuerpos fue incinerado, lo que rompe por completo con lo habitual en el ejército romano.

Las excavaciones comenzaron por una obra en el campo de fútbol del Ostbahn-XI, en el barrio vienés de Favoriten, y terminaron cuando las palas mecánicas empezaron a sacar huesos. Bajo la calle Hasenleitengasse, en una fosa de cinco metros de largo por cuatro y medio de ancho, los arqueólogos hallaron los restos completos de 129 personas y fragmentos dispersos que podrían elevar la cifra final por encima de 150.

No estaban ordenados ni dispuestos siguiendo algún rito: muchos yacían de lado o boca abajo, con extremidades entrelazadas, como si hubiesen sido arrojados a toda prisa tras morir en combate.

La hipótesis inicial apuntó a posibles víctimas de una epidemia o de los asedios otomanos, pero los análisis arqueológicos del Museo de Viena y de la empresa Novetus lo desmintieron pronto. Las heridas visibles en los huesos, los restos de armamento y el tipo de calzado señalan directamente a una batalla librada durante el dominio romano.

Michaela Binder, responsable de las excavaciones, ha detallado que “cada uno de los esqueletos examinados hasta ahora tiene al menos una lesión que fue infligida en el momento de la muerte”.

Una daga decorada con alambre de plata permite fechar la batalla entre los siglos I y II

El hallazgo de clavos cerca de los pies permitió identificar las características caligae, el calzado militar romano reforzado con tachuelas. También apareció una carrillera que encajaría solo con un tipo muy concreto de casco legionario. La pieza más reveladora, sin embargo, fue una vaina de daga decorada con alambre de plata, en cuyo interior las radiografías desvelaron motivos ornamentales típicos del siglo I d.C. Este detalle ayudó a ajustar la datación entre los años 80 y 230 d.C., con mayor precisión entre mediados del siglo I y comienzos del II.

Según las fuentes escritas de la época, en el año 92 d.C. tribus germánicas cruzaron el Danubio y consiguieron eliminar a una legión completa. Aquella derrota forzó más tarde al emperador Trajano a fortalecer el limes romano en esa frontera. Los arqueólogos del museo apuntan a que esta fosa común podría ser la única prueba física de aquel episodio. Tal como explican en una de sus comunicaciones, “la fosa común y la consiguiente derrota de las tropas romanas marcarían así el inicio de la historia urbana de Viena”.

El análisis antropológico confirma que todos los cadáveres pertenecían a varones jóvenes, de entre 20 y 30 años, con estaturas cercanas al metro setenta. Presentaban heridas de lanza, espada o proyectil. La mezcla de cuerpos y la ausencia de cremación hacen pensar en un entierro forzadamente rápido, sin medios ni tiempo. Una situación que, según los investigadores, solo encajaría con “el final catastrófico de una acción militar”.

El descubrimiento podría confirmar la derrota de una legión y el origen militar de Viena

La jefa de colecciones del Museo de Viena, Michaela Kronberger, ha reconocido que lleva “25 años investigando la Viena romana y pensaba que ya nada podía sorprenderme, hasta que llegó este descubrimiento”. El impacto es evidente no solo por el número de víctimas, sino por la posibilidad de que este hallazgo sirva para reescribir cómo y por qué Vindobona dejó de ser una simple guarnición auxiliar para convertirse en base legionaria permanente.

Hasta ahora, la arqueología había documentado batallas romanas a través de textos o restos dispersos, pero nunca había aparecido una fosa común de estas características en Europa Central.

La ciudad de Viena tiene ahora, bajo un campo de césped artificial, uno de los fragmentos más crudos de su origen. Y los huesos hablan sin descanso de un combate del que nadie salió vivo.

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