Caperucita Roja: un cuento con versiones espeluznantes y lecciones de vida desde la antigüedad

Caperucita Roja

Héctor Farrés

24 de febrero de 2025 13:10 h

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Los cuentos infantiles que se conocen hoy han pasado por una transformación sorprendente. Detrás de las historias dulces que llenan las estanterías de las librerías, se esconden versiones originales que no eran precisamente aptas para dormir tranquilos.

Antes de que los relatos fueran suavizados por escritores como Perrault, estos cuentos tenían un propósito claro: advertir sobre los peligros del mundo sin endulzar la realidad. Nada de hadas madrinas salvando el día, más bien advertencias directas sobre lo que podía pasar si uno no era lo suficientemente listo o precavido.

Uno de los ejemplos más claros es el de Caperucita Roja. Hoy en día, es la historia de una niña que desafía las advertencias de su madre y acaba cruzándose con un lobo malintencionado. Pero en sus primeras versiones, este cuento tenía un desenlace mucho menos optimista.

En la versión oral que circulaba en Francia en el siglo X, la niña no tenía la menor oportunidad: el lobo no solo la engañaba, sino que lograba su cometido sin que nadie llegara a tiempo para salvarla.

Entre las variantes más inquietantes está La Falsa Abuela, un cuento italiano en el que la protagonista no solo cae en la trampa del lobo - o, en este caso, un ogro - , sino que antes de ser devorada es engañada para que coma carne y beba sangre de su propia abuela. Nada de cazadores salvadores ni de finales felices: la moraleja era una advertencia directa sobre los riesgos de la ingenuidad.

Los grandes autores edulcoraron el cuento

Cuando Perrault decidió poner por escrito la historia, suavizó algunos detalles pero mantuvo la lección de fondo. Su versión es mucho más moralista y, a diferencia de la que se popularizaría más tarde, deja a la protagonista sin escapatoria. “Algunos lobos son encantadores, discretos, serviciales y amables, pero detrás de esa apariencia ocultan su verdadera naturaleza peligrosa”, escribió el autor, dejando claro que la historia era una advertencia, especialmente para las jóvenes.

El cambio más grande llegó con los hermanos Grimm, que aunque tienen relatos muy traumáticos como Blancanieves, en el siglo XIX adaptaron el cuento para que encajara en su colección de relatos populares. Fueron ellos quienes introdujeron el personaje del cazador, quien rescata a Caperucita y a su abuela, añadiendo un mensaje de redención y aprendizaje. Además, incluyeron una segunda parte en la que la niña, ya más astuta, logra vencer a otro lobo, reforzando la idea de que la experiencia enseña a protegerse de los peligros.

Pero Caperucita Roja no es exclusiva de Europa. En otras partes del mundo, existen versiones similares con variaciones según la cultura. En China, por ejemplo, se cuenta la historia de La Abuela Tigresa, en la que el papel del lobo lo ocupa un tigre que intenta engañar a los niños. Aunque los detalles cambian, el mensaje de precaución y supervivencia se mantiene intacto.

A lo largo de los siglos, este cuento ha cambiado tantas veces que hoy en día casi nadie recuerda sus versiones originales. Lo que empezó como un relato sombrío sobre los peligros del mundo real se ha transformado en una historia de valentía, astucia y redención. Sin embargo, su esencia sigue siendo la misma: una advertencia sobre confiar en extraños y una lección sobre las consecuencias de no estar atento a los peligros que acechan.

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