Madre primeriza a los 97: la hazaña de una tortuga de Galápagos que rompe todos los records

Mommy tiene casi 100 años y ha sido madre primeriza

Héctor Farrés

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Hay tiempo para todo. Para ser madre, manda la biología. Las mujeres afrontan un límite claro que se estrecha a partir de los cuarenta y que, a menudo, deja la maternidad fuera de juego poco después. Pero hay especies que no entienden de relojes ni de plazos.

En las tortugas gigantes, el paso del tiempo no pesa igual: su metabolismo lento, la ausencia de menopausia y un desgaste biológico mínimo hacen que puedan reproducirse incluso pasados los cien años. No hay prisa. Solo una espera larga que, si todo encaja, termina por dar vida.

Una madre primeriza con casi un siglo a sus espaldas

El Zoo de Filadelfia, el más antiguo de Estados Unidos, ha anunciado el nacimiento de cuatro crías de tortuga gigante de Galápagos occidental de Santa Cruz, todas hembras. El dato por sí solo ya es importante, pero lo que de verdad lo convierte en un hito es quién ha sido la madre: Mommy, una tortuga de unos 97 años, ha tenido descendencia por primera vez. Es, hasta la fecha, la madre primeriza más longeva conocida de su especie.

Su historia comenzó en las islas Galápagos, pero lleva más de nueve décadas instalada en el zoo. Llegó el 23 de abril de 1932, traída por Milton W. Holden, y entonces pesaba apenas 18 kilos. Hoy supera los 128.

Con ese tamaño y esa edad, nadie esperaba ya que tuviera descendencia, aunque los expertos llevaban tiempo considerándola una tortuga “genéticamente muy valiosa” dentro del programa de cría coordinado por la Asociación de Zoológicos y Acuarios (AZA).

Su compañero en esta aventura reproductiva ha sido Abrazzo, otro ejemplar centenario —se calcula que tiene 96 años— que llegó a Filadelfia en 2020, procedente del Riverbanks Zoo and Garden de Carolina del Sur.

La relación entre ellos no fue sencilla desde el principio. El equipo del zoo reconoce que, cuando los juntaron por primera vez en 2022, Abrazzo parecía no tener muy claro lo que debía hacer para conseguir tener descendencia.

Según relató Rachel Metz, vicepresidenta de bienestar animal y conservación del zoo, “al principio, estaba claro que no sabía muy bien lo que hacía. Iba al revés”.

Una apuesta genética que llega justo a tiempo

Después de varios intentos fallidos, en noviembre de 2024, Mommy puso una nueva nidada: 16 huevos del tamaño de bolas de billar.

El equipo los recogió y los incubó a distintas temperaturas para asegurar una proporción equilibrada de sexos, ya que el calor influye en el desarrollo sexual de estas tortugas: por debajo de los 28 grados se desarrollan machos, y por encima de los 29,4 grados, hembras. Cuatro de esos huevos, incubados como hembras, ya han nacido.

Cada una de las pequeñas pesa lo mismo que un huevo de gallina y están siendo alimentadas y cuidadas lejos del público, en la Casa de Reptiles y Anfibios del zoo. Saldrán a la luz el próximo 23 de abril, justo cuando se cumplen 93 años de la llegada de Mommy al zoo. Permanecerán en Filadelfia al menos cinco años.

Antes de este nacimiento, en todos los zoológicos de Estados Unidos solo había 44 ejemplares de esta especie. La llegada de estas crías supone no solo un incremento en la población, sino también una renovación genética crucial para su conservación. De hecho, la última vez que habían nacido tortugas de este tipo en un zoo acreditado por la AZA fue en 2019, en Carolina del Sur.

En la naturaleza, se estima que quedan unos 3.400 ejemplares repartidos por el suroeste de la isla Santa Cruz. La introducción de especies invasoras como ratas, cerdos o perros ha complicado su supervivencia, ya que se alimentan de huevos o de crías recién nacidas.

A eso se suman cabras y ganado que alteran el hábitat natural. Por eso, este tipo de nacimientos bajo supervisión científica adquiere una dimensión mucho más relevante.

Una familia poco convencional con futuro por delante

La pareja comparte instalación con una tercera tortuga gigante de Galápagos llamada Little Girl, y con dos tortugas gigantes de Aldabra, Wilma y Betty. Mientras tanto, los cuidadores confían en que Mommy y Abrazzo todavía puedan ampliar la familia.

A fin de cuentas, hay estudios que apuntan a que estas tortugas pueden llegar a vivir hasta 200 años. Tiempo, desde luego, no les falta.

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