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Un bosque argentino, de atractivo turístico a potencial causa de un tsunami

EFE

Villa Traful (Argentina) —

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En el corazón de la Patagonia argentina se esconde Villa Traful y su peculiar bosque sumergido, una rareza geológica que según los expertos podría pasar de ser uno de sus principales atractivos turísticos a causante de un tsunami lacustre que ponga en jaque a la población.

Villa Traful queda a trasmano. Justo en medio de un camino de ripio al que solo se adentran quienes tienen un coche adecuado al reto o tiempo para recorrer a una velocidad de crucero nada recomendable para impacientes los más de 30 kilómetros que lo separan, a este y oeste, de la ruta más cercana.

Integrada dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, en invierno queda fácilmente aislada, pero en verano es el remanso al que llegan muchos argentinos que buscan desconectar unos días de la vorágine de la ciudad a los pies del hermoso lago Traful.

Apenas hay wifi, tampoco cobertura móvil y la naturaleza y la charla con sus poco más de 400 habitantes son el mayor encanto para quienes se acercan a este paraje que vive fundamentalmente de la pesca y el turismo, y que ahora podría estar amenazado por un tsunami.

Justo frente a la villa se encuentra el bosque sumergido, un pedazo de montaña que se está metiendo lenta pero literalmente en el lago Traful y deja una peculiar arboleda bajo el agua que brinda infinitas posibilidades de ocio cuando el tiempo acompaña.

Se trata de un proceso geomórfico denominado “remoción de masas”, causado tras la retirada del glaciar que ocupaba el lugar hace miles de años y que provoca que el suelo se desplace cuesta abajo por la fuerza de la gravedad, dejando esta estampa que “puede desencadenar ciertos peligros para la población” si este juego de equilibrios “activo y continuo” se actualiza y acelera.

“El lago tiene una profundidad de 300 metros en algunos lugares, entonces, si metes un pedazo de montaña adentro de forma muy rápida, en general se producen lo que se conocen como lagomotos, una especie de tsunamis”, explica el geólogo Federico Carballo en una conversación con Efe.

Muchos pobladores relacionaron durante años la existencia del bosque sumergido al gran terremoto de Chile, que sacudió Valdivia (sur) en 1960 con una magnitud de 9,6 en la escala Richter, el más intenso hasta la fecha, y que también afectó a esta zona de la Patagonia argentina, provocando el primer tsunami en lagos continentales del país.

Fue una conversación entre un vecino y un grupo de geólogos lo que motivó que Carballo realizase un estudio al respecto, y que permitió definir que era el bosque el que avanzaba hacia el lago, un fenómeno único en el mundo y que nunca se había tenido en cuenta en Villa Traful.

Junto a su equipo, calcularon que la formación se desplaza unos 36 centímetros anuales, un movimiento “muy rápido” en geología que advierte de la “magnitud” del proceso.

“Yo hice el estudio y a los seis años volví y ya había cambios que se podían apreciar a simple vista”, comenta mientras busca la foto de un árbol cuyo tronco refleja el recorrido del terreno o los valles formados en ese tránsito.

Para Carballo es necesario realizar un análisis en mayor profundidad y detalle para controlar mejor estos procesos que al momento de actualizarse “pueden tener resultados catastróficos” y “tomar precauciones”, porque en su opinión las características del lugar dificultan las posibilidades de evacuación ante un evento inesperado como un tsunami.

Son los vecinos los que más curiosidad tienen por este fenómeno que sirve de atractivo turístico y quienes se implicaron y ayudaron desde un principio a la investigación.

“Si no sale de Villa Traful es difícil que una entidad nacional se ocupe”, advierte el experto, consciente de la adversa coyuntura económica del país.

Mientras, sus árboles sumergidos son para muchos como “soldados lacustres” que, casi sin ropaje, se adentran unos 200 metros en el lago y reciben a quienes estén dispuestos a sumergirse en las aguas gélidas y peligrosas del Traful o se acerquen en una serie de lanchas dispuestas para la ocasión mientras pilotos, como Néstor “el Ruso” Grees, relatan curiosidades de este bosque “caótico”, donde los troncos parecen pelarse por alcanzar la luz del sol hasta caer al lago desordenados.

“Hay árboles que medían 15 metros y que están totalmente debajo del agua, con un pelo de uno o dos metros de agua por encima de la punta”, advierte Carballo.

Ocurra o no, todos en Villa Traful cuentan la anécdota: “Yo vivo a metros de un potencial tsunami”.

Cristina Terceiro