El criptoinvierno deja sin clientes a los cajeros de Bitcoin: “Si entran tres personas por la puerta es un buen día”

En los últimos dos años los cajeros de criptomonedas proliferaron en Madrid. Algunos parecen máquinas distribuidoras, como los dispensadores de billetes del metro. Otros, verdaderos cajeros de bancos para retirar efectivo. La mayoría de negocios vinculados a este sector abrieron puertas o instalaron sus cajeros automáticos en 2021. En ese entonces, el valor de las criptomonedas se multiplicó y llegó a superar los 55.000 euros. Esta semana rondaba los 19.000 y el optimismo entre los trabajadores es cada vez más escaso. 

“El negocio va mal. Está la cosa fatal”, explica sin darle demasiadas vueltas al asunto el propietario de un cajero en la calle Torija, a medio camino entre Callao y la Plaza de España. A pesar de estar en pleno horario laboral, la puerta está a medio cerrar. “Cuando abrí hace cuatro años era un continuo entrar y salir, la gente tenía interés en ver cómo funcionaba el cajero y comprar sus monedas en autonomía”, recuerda el empresario. “Pero desde febrero de 2022, todo bajó mucho. El precio de las criptos, los clientes… Si entran tres personas por la puerta es un buen día”, se lamenta. 

La decadencia del sector se refleja particularmente en este negocio: el local es oscuro y no inspira confianza. El cajero se encuentra en una esquina, con cierto aire de tragaperras antiguo. Su función es comprar, y en algunos casos vender, criptomonedas. Bitcoin, Ethereum, Tether y todas las otras monedas digitales con nombres y siglas difíciles de pronunciar. Es tan fácil como elegir la criptomoneda que se quiere comprar, insertar los billetes –solo se permite el pago en efectivo– y recibir el dinero en la billetera virtual (más conocidas como wallet)

Los trabajadores de estos comercios reconocen que el negocio está sufriendo a causa de la ahora no tan reciente desconfianza hacia las criptomonedas, sobre todo cuando se trata de captar a nuevos clientes. Un empleado de una tienda en el barrio de Chueca asegura que las cosas han cambiado en pocos meses: “Hace un año era normal activar unas cinco wallets a diario. Gente que nunca había comprado criptomonedas y que acudía a nosotros para que les ayudáramos con las operaciones”. A diferencia de los otros locales, en el de Chueca no tienen cajeros automáticos. “Nos dimos cuenta de que los clientes prefieren ser aconsejados. Que prefieren el trato personal a hacerlo todo con una máquina”, explica. 

Sin embargo, en los últimos meses los únicos clientes que cruzan la puerta son los “veteranos de las criptoinversiones”, asegura el empleado. “Son los que saben cómo va el negocio, y que cuando el precio está más bajo es el momento de comprar. Los que nunca han comprado antes se asustan cuando escuchan las noticias de cómo está el mercado”, añade. 

Invertir “con cautela” 

Los empleados de estas tiendas –que pasan su jornada laboral detrás de un ordenador– se levantan solo para abrir la puerta a los clientes, que casi siempre está cerrada con llave. Aseguran que su trabajo es meramente el de un intermediario. “Nos limitamos a hacer el intercambio. No hacemos asesoramiento fiscal o de inversión. Solo ayudamos a decidir que tipo de wallet usar si aún no tienen una y si es la primera vez que compran, les enseño un video de algún experto y le recomiendo ir con cautela”, afirma el trabajador de una tienda en la Glorieta de Bilbao. 

Abrieron hace dos meses y les está costando arrancar, aunque tienen fe en que la cosa cambiará en cuanto el Bitcoin “vuelva a subir”. “Lo que pasa es que el 95% de la gente va al revés. Cuando es el momento de vender, compran. Y cuando es el momento de comprar porque el precio está bajo, como ahora, venden”, explica, aunque confiesa que él ahora mismo ha decido “no comprar nada”.

En la tienda Eurobit, a 200 metros de la Gran Vía, José González comparte la misma prudencia. “Mi trabajo es sobre todo asegurarme que la gente entienda que es un negocio arriesgado. Que si ganan 1.000 euros mensuales, no deberían invertir más de 200 euros, porque hay mucho riesgo de perderlo”, asegura.

Este empleado calcula que las ventas han disminuido alrededor de un 60% con respecto al año pasado, cuando inauguraron este cajero en el centro de Madrid. En un día normal, no entran más de siete personas por la puerta, tanto que González aprovecha el tiempo libre para aprender chino a través de clases en línea. “Hay muchos turistas, eso sí, pero más que a comprar vienen a vender. El cambio entre la divisa con la cual compraron en sus países y el euro les sale favorable, sobre todo a los latinos. Con lo que ganan se pagan las vacaciones en España”, concluye.  

“Es un mundo muy delicado y volátil. Para invertir tienes que ser muy conocedor”, asegura Betty, que trabaja desde hace un par de semanas en la tienda de BitBase en la calle Princesa. Esta franquicia cuenta con 10 cajeros automáticos en Madrid y tres tiendas físicas: “Lo más prudente es invertir una cantidad de dinero que estamos dispuestos a perder, algo que no afecte nuestra economía. Y sobre todo hay que ser pacientes, no te conviertes en rico de la noche a la mañana”. 

Ella misma reconoce haber invertido en Bitcoin, aunque hace un tiempo ya que dejó de comprar más. “Compré cuando el precio estaba en el medio, no era muy alto pero tampoco tan bajo como está ahora. Pero ahora estoy a la espera”, añade con un poco de inseguridad. 

Manuales y biografías para convertirse en millonarios 

A pesar de todas las “advertencias” que los trabajadores de estas tiendas lanzan a la hora de aconsejar a los clientes, los eslóganes y anuncios que decoran sus paredes contradicen este discurso. “Spoiler: ningún amigo de un amigo hizo dinero ahorrando en el banco. Compraventa de criptomonedas: fácil, rápido y seguro”, anuncia una pantalla de metro y medio en la tienda de BitBase en la calle de Bravo Murillo de forma poco sutil.

La mayoría de estos locales tienen algo en común: una decoración moderna con luces de neón y una tienda de artículos promocionales que anuncian con orgullo “Bitcoin Universidad” (por ejemplo, camisetas, tazas y gorros con la icónica B de Bitcoin). También venden manuales de blockchain y biografías de multimillonarios de las criptos, con “trucos” para volverse rico o estrategias para convertirse en un exitoso criptoinversor. 

“Rápido sí, pero de seguro esto no tienen nada”, asegura Marcos Jiménez tras salir de una de estas tiendas. Este informático de 33 años confiesa haber perdido 5.000 euros que había invertido en criptomonedas hace un par de meses. Prefiere no dar más detalles sobre el tipo de operación, pero reconoce que hubo un periodo cuando acudía a estos cajeros automáticos semanalmente: “Me pasé, fue muy arriesgado por mi parte. Ahora me limito a invertir una vez al mes y cantidades mucho más pequeñas. No me podría permitir de perderlo todo otra vez”.

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