El despido de Sam Altman provoca un motín que amenaza con tumbar OpenAI

La startup que ha creado el mayor terremoto tecnológico de la última década está viviendo un seísmo interno que amenaza con llevársela por delante. Un golpe de estado contra su director ejecutivo, Sam Altman, ha dinamitado la estructura de poder en OpenAI y provocado la pérdida de confianza de los empleados en la junta directiva. Más de 550 de sus 700 trabajadores amenazan con marcharse si el consejo no dimite inmediatamente después de traerlo de vuelta tanto a él como a Greg Brockman, el ex presidente que perdió el cargo a la vez que el máximo ejecutivo.

Un movimiento así aniquilaría OpenAI. El mayor activo de la industria tecnológica y el recurso por el que se pelean empresas grandes y pequeñas es el talento personal. La salida de la noche a la mañana del equipo que ha puesto en marcha ChatGPT y todo el desarrollo tecnológico que lo sustenta supondría un golpe muy difícil de superar para la joven compañía. Más aún sabiendo que su destino sería Microsoft, socio comercial de OpenAI que ya habría dado el paso de comprar toda la startup si no estuviera bajo la estricta vigilancia de los reguladores de competencia.

Microsoft no ha perdido un momento en ofrecer un cheque en blanco a Altman y a Brockman. Apenas horas después de su despido, la multinacional confirmaba su fichaje para un “nuevo laboratorio de inteligencia artificial avanzada” creado a su medida. Una filial paralela a OpenAI (en la que Microsoft ha hecho varias inversiones, la última de 10.000 millones de dólares) pero plenamente bajo su control.

“Microsoft nos ha asegurado que hay puestos para todos los empleados de OpenAI en esta nueva filial si decidimos unirnos. Daremos este paso de forma inminente, a menos que todos los miembros actuales del consejo dimitan”, afirman los 550 empleados de OpenAI en la carta a su dirección, “y se restituya a Sam Altman y Greg Brockman”.

Un raro despido fulminante y el caos

Sam Altman es actualmente el alto ejecutivo más popular de la industria tecnológica, con permiso de un Elon Musk cuya imagen ha sufrido el desgaste de sus medidas radicales en Twitter. Su despido fulgurante de OpenAI tras “perder la confianza del consejo” por no ser “sincero en sus comunicaciones” pilló por sorpresa no solo a los empleados, sino también a los inversores de la startup, que no fueron informados con antelación de que la compañía pensaba prescindir de uno de sus principales activos.

El despido de Altman ha sido la consecuencia de la rotura total entre las dos personalidades de OpenAI: la organización sin ánimo de lucro centrada en investigar nuevos sistemas de inteligencia artificial de manera segura; y la OpenAI empresarial, que surfea la nueva revolución tecnológica y desarrolla nuevos productos a toda velocidad mientras intenta captar inversores que paguen la cuenta hasta que dé con un modelo de negocio sostenible.

El líder del bando de la OpenAI sin ánimo de lucro y del golpe de estado contra Altman ha sido Ilya Sutskever, el director de investigación de la startup. Sutskever es cofundador de OpenAI como Altman y Brockman y los tres tienen un asiento en la junta directiva. Sin embargo, el informático nacido en Rusia de nacionalidad canadiense consiguió convencer a los otros tres miembros del consejo, tecnólogos externos al día a día de OpenAI, de que el camino en pos de los beneficios que han emprendido Altman y Brockman estaba equivocado. El viernes consiguió sacarlos a ambos de la compañía.

Pero Sutskever no contaba con la repulsa interna que ese movimiento iba a provocar. La presión de los empleados movió al consejo a contactar con Altman para que se reincorporase a la startup pocas horas después de echarlo. Esas negociaciones fracasaron y mientras Microsoft anunciaba el fichaje de Altman, la junta nombró al CEO de Twitch como director ejecutivo interino. Un perfil muy bajo comparado con el de Altman que enfureció aún más a los trabajadores que además llegaba para reemplazar a la CEO interina Mira Murati, directiva de OpenAI partidaria del regreso de su ex jefe.

Esa cadena de acontecimientos ha llevado al ultimátum de los empleados. OpenAI aún no se ha pronunciado al respecto. El mejor ejemplo del caos que se vive a estas horas en la joven empresa es que uno de los firmantes de la carta de los trabajadores es Ilya Sutskever, el autor del golpe de estado contra Altman. “Lamento profundamente mi participación en las acciones de la junta. Nunca fue mi intención perjudicar a OpenAI. Amo todo lo que hemos construido juntos y haré todo lo que pueda para reunir a la empresa”, ha publicado el ingeniero en sus redes sociales.