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Arsuaga señala que uno de los mayores misterios de arqueología, está más cerca de resolverse

EFE

Oviedo —

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Identificar el primer asesinato demostrado de la historia, hace 430.000 años, no es suficiente para resolver el misterio que entraña el yacimiento de la Sima de los Huesos, aunque sí inclina la balanza hacia hipótesis relacionadas con la violencia y ayuda a descartar otras.

Así lo ha señalado hoy a EFE el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones de la sierra burgalesa de Atapuerca, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo, y que hoy ha formado parte del jurado que ha concedido el Premio Princesa de Asturias de Investigación a las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna.

Ayer, en la revista PLOS ONE, se publico un estudio que apunta a que un cráneo hallado en Atapuerca podría corresponder con el primer caso conocido de asesinato entre seres humanos.

Arsuaga consideró hoy que “el mayor misterio de la arqueología mundial” se encuentra en la recóndita sima de Atapuerca donde se han encontrado los restos de “treinta individuos jóvenes y robustos” que vivieron hace casi medio millón de años y murieron cuando se encontraban en el mejor momento de sus vidas.

Entre ellos se encuentra el número 17, -aún no se ha determinado el sexo ni tiene nombre- que el equipo de Atapuerca ha identificado como la primera víctima conocida del ataque de otro ser humano.

“Todo indica que el número 17 recibió dos golpes en la frente, en el lado izquierdo de la cabeza y con el mismo objeto”, ha relatado Arsuaga, que da completamente por descartada la posibilidad de que los golpes fueran producto de un accidente o que haya otras explicaciones alternativas a la agresión.

Los golpes, que atravesaron el hueso, se encuentran muy cerca el uno del otro y pudieron haber sido producidos por una piedra con un saliente o un hacha de mano.

“Sabemos que la causa de su muerte fue una agresión y que es el caso más antiguo conocido de violencia y muerte en el mundo”, ha señalado, antes de subrayar la importancia que tiene este hallazgo porque es muy raro poder saber cómo han muerto los individuos cuyos esqueletos aparecen en las excavaciones.

En este caso tienen casi la prueba directa de lo que pasó, lo que, haciendo un símil con la novela negra, “sería la pistola humeante”, ha asegurado este paleontólogo que en 1997 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias por los descubrimientos del yacimiento de Atapuerca.

“Uno de los datos importantes de la sima es que son jóvenes que no deberían haber muerto, que tenían entre 21, 22 o 23 años”, ha precisado el codirector de las excavaciones, para quien, ahora, lo importante es saber cómo pudieron haber muerto y por qué se encuentran juntos ya que, en su opinión, tampoco es un cementerio.

Para justificar su hipótesis, ha señalado que en el cementerio de cualquier pueblo de hace un siglo se pueden ver muchos niños y viejos, pero que los jóvenes estaban en el bar porque la gente no se suele morir a la edad en la que se es más fuerte.

“Esto hace pensar en cualquier cosa mas truculenta”, ha afirmado este paleoantropólogo que ha destacado que en la Sima de los Huesos ha aparecido otro individuo “con otro golpe tremendamente fuerte en el lado izquierdo de la cara”, que tenía un flemón y que pudo haber muerto de una septicemia, y que hay otros que presentan también traumatismos, pero a los que sobrevivieron.

En su opinión, el descubrimiento de este hombre inclina la balanza hacia la posibilidad de que los demás individuos también “hubiesen muerto en algún asunto de violencia”, extremo que podrá confirmarse o desecharse a medida que se vayan estudiando los huesos.

“Tenemos que aprender más cosas de estos individuos, y se va haciendo a medida que se van reconstruyendo los esqueletos”.