La primera pistola impresa en 3D y lo que vendrá

Esta semana ha salido a la luz la primera pistola creada a partir de una impresora 3D con capacidad para disparar. Los diseños propuestos anteriormente para construir un arma de fuego con este método no soportaban la potencia de un disparo con munición real. Al producirse, la estructura reventaba por dentro. Ha sido la asociación Defense Distributed, encabezada por el estudiante de Derecho Cody Wilson, de 25 años, la primera en superar este obstáculo.

El grupo liderado por Wilson ha sido el principal instigador del debate sobre la fabricación casera de armas de fuego con impresoras 3D. Su intención de construir una pistola capaz de disparar se conoció meses atrás, cuando el proyecto de Defense Distributed saltó a la palestra mediática. El pasado mes de diciembre, tras la conmoción suscitada por la matanza en el colegio de Newtown, en Estados Unidos, el sitio para compartir diseños tridimensionales imprimibles Thingiverse retiró las propuestas del grupo.

El fabricante de impresoras 3D Stratasys había cedido una de sus máquinas a la asociación para experimentar y la recuperó después de saber a qué se estaban dedicando. A pesar de todo ello, Wilson acaba de mostrar en directo a un periodista invitado de Forbes cómo funciona la primera pistola impresa en 3D, a la que ha bautizado como Liberator. Y en un solo día online, el diseño se descargó 50.000 veces.

Como curiosidad, el país desde el que más veces se descargó el diseño de Liberator fue España, seguido de Estados Unidos, donde para construir una pistola sólo hace falta conseguir una licencia de fabricación de armas. Wilson la obtuvo recientemente, por lo que su actividad es legal. Sólo se podría encontrar con un problema ante las autoridades si la producción fuera masiva.

Cómo está hecha

Cody Wilson se inspiró en un diseño de la Segunda Guerra Mundial para su pistola de plástico. La Liberator original se fabricó en acero por el Ejército de Estados Unidos, no con la intención de combatir en primera línea sino para surtir a la resistencia contra la ocupación nazi. La nueva Liberator consta de 16 piezas, siendo de metal sólo una de ellas, el percutor (un simple clavo).

Las otras 15 piezas están hechas de plástico ABS, de uso común en las impresoras 3D. Hay un componente más que tiene la pistola: un cubo de acero de unos 170 gramos. No ofrece ninguna utilidad al mecanismo del arma pero sirve para que esta sea identificada por los detectores de metales y cumpla así la ley. Sin embargo, nadie garantiza que este objeto vaya a ser añadido cuando la gente imprima el diseño en su casa.

El arma es capaz de disparar balas del calibre 38 (0,38 pulgadas), lo que equivale a 9 milímetros de diámetro. Por el momento es la única munición con la que se puede usar. Su funcionamiento no está optimizado, ya que durante la primera prueba no tuvo éxito en todos los disparos. Y la fabricación no es tan sencilla y asequible como se ha hecho creer desde Defense Distributed. Se tuvo que utilizar una impresora 3D Stratasys Dimension SST de segunda mano, que tiene un precio de 8.000 dólares. Además, las balas son las que usan las armas convencionales y su obtención no está exenta de restricciones.

Ello no impide que la llegada de Libertador despierte inquietud y eche leña a un debate que va más allá de la impresión 3D y alcanza la tenencia particular de armas. Los argumentos de Wilson para defender su proyecto aluden a la libertad personal y a un desarraigo frente al sistema. Aparte de la justificación moral que ofrece el autor de la pistola, preocupa la deriva tecnológica que pueda tomar. Resulta sencillo imaginarse armas impresas en cada hogar, otras que no sean detectadas en los controles de los aeropuertos o una producción clandestina de las pistolas en un garaje.

Imagen: Defense Distributed y Wikipedia