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Las empresas digitales que triunfaron en la pandemia se hunden por el temor a la crisis

El contexto pandémico fue económicamente ideal para el sector digital. Sus empresas tenían la estructura perfecta para adaptarse al teletrabajo, mientras que la virtualización del ocio, los estudios y el empleo forzada por los confinamientos disparó su negocio como nunca antes. Dos años después, casi todas las empresas que multiplicaron su valor en bolsa durante la pandemia lo han perdido, hundidas por no poder mantener ese ritmo de beneficios sumado al temor de los inversores de que no puedan sobrevivir a una posible recesión.

Hay casos de todo tipo. Uno extremo es, por ejemplo, el de Peloton. Desde 2012 se centra en el alquiler de bicicletas estáticas conectadas a Internet, junto con una suscripción para dar clases de spinning o hacer rutas ciclistas desde casa. La compañía se fue expandiendo y, poco a poco, llegaron las cintas de correr y otro equipamiento deportivo para entrenar de forma remota. Un modelo de negocio que el coronavirus convirtió en una auténtica mina de oro.

El 1 de marzo de 2020, la empresa valía unos 8.500 millones de dólares en bolsa. Ocho meses después, casi 55.000 millones. Hoy vale un 95% menos, tras hacer una serie de inversiones para adaptarse a la demanda de la pandemia que ahora no sabe si podrá rentabilizar por la huida de los inversores. Mientras luchaba por encontrar una estabilidad tras la situación excepcional del coronavirus, los vientos de recesión y la descapitalización del mercado la han puesto al borde del abismo.

Pero Peloton no está sola. Su situación la padecen muchas otras que, de un trimestre para otro, han dejado de ser las niñas bonitas de los inversores tras sufrir una lógica caída de los beneficios derivada del fin de los confinamientos. Es el caso de Zoom, amada por unos por conectarles con sus seres queridos durante los confinamientos y odiada por otros que de un día para otro pasaron a consumir su día (y su energía) en videollamadas, que también está pasando dificultades.

A pesar de que sus ingresos crecieron un 12% respecto a su anterior balance de resultados, en julio de 2022 Zoom vale menos de una quinta parte de su valoración en octubre de 2020, cuando superó los 155.000 millones de capitalización bursátil. Parte de las dudas a largo plazo derivan de que su servicio ha sido imitado por muchos gigantes del sector, que han incorporado las videollamadas al núcleo de su oferta y recortado el espacio de Zoom. Las copias de la competencia son siempre un factor en la industria digital, como puede atestiguar Clubhouse, la red social de audio estrella de la pandemia de la que pocos se acuerdan después de que Twitter incorporara sus mismas salas para conversar en directo.

Las caídas son transversales en todo el sector digital. Pero, mientras Google (-25% desde octubre de 2021) o incluso Facebook (-65% desde septiembre del mismo año) pueden capearlas reduciendo su ritmo de contrataciones o aplazando inversiones ya anunciadas, otras se ven obligadas incluso a repensar por completo su modelo de negocio. Es el caso de Netflix.

Con la digitalización del ocio forzada por la pandemia, los suscriptores de Netflix se multiplicaron. Era la compañía que iba a marcar “el futuro de la televisión”. Un año después, es la plataforma de streaming la que busca en la televisión tradicional una salida a su crisis de usuarios de pago. Ha anunciado un plan de suscripciones baratas pero con anuncios, contenidos en directo o emisiones de deportes, terrenos en los que sus fundadores aseguraban que nunca entrarían. La compañía también analiza la posibilidad de eliminar que se pueda compartir cuentas entre usuarios no convivientes.

Todas las medidas llegan para intentar frenar la huida de inversores paralela a la caída de suscriptores que sufre la plataforma, que en el primer trimestre de 2022 cerró con 200.000 menos. En este desplome hay que contar que perdió todos sus clientes de Rusia, aproximadamente un millón, como consecuencia directa de su salida del país por la guerra de Ucrania. No es óbice para que haya perdido el 72% del valor que llegó a alcanzar en noviembre de 2021, cuando tocó techo en 300.000 millones de dólares.

Netflix ya ha despedido a varios centenares de trabajadores y su futuro a corto plazo puede empeorar aún más tras la presentación de resultados del segundo trimestre, prevista para este martes.

Pagos electrónicos

Todo el sector digital se está viendo afectado por una importante caída que comenzó de la mano con 2022 marcado con el fin de las medidas de contención del coronavirus. Esta tendencia se ha mezclado con otras problemas como la enquistada crisis de los microchips, que dificulta el acceso a un componente esencial de la digitalización.

No obstante, hay unas más afectadas que otras por esta tendencia a la baja. Las empresas de pagos electrónicos y las de tecnología financiera están sufriendo este bache especialmente. Uno de los mejores ejemplos es Paypal, cuya valoración ha caído un 75% desde julio de 2021. Equivale a que el gigante de los pagos electrónicos vale unos 270.000 millones de euros menos que hace un año.

Muchas de las empresas de este segmento ven como su situación se vuelve todavía más complicada por el desplome de las criptomonedas, a las que estaban muy expuestas. Es el caso de Block, la compañía creada por el fundador de Twitter Jack Dorsey y por la que abandonó la red social. Dorsey, un ferviente defensor del Bitcoin (del que dice que traerá “la paz mundial”, entre otras cosas), apostó el futuro de esta compañía a los pagos con criptodivisas y ahora las consecuencias no le sonríen. Como Paypal, Block ha perdido el 75% de su valor en un año.

En total, las empresas de tecnología financiera han volatilizado unos 500.000 millones de dólares que acumularon durante la pandemia, calcula el Financial Times. Algunos analistas quitan hierro a la situación y la ven como una consecuencia de su posición en el mercado digital. Dan Dolev, analista de Mizuho citado por el medio estadounidense, recuerda dijo que las fintechs -en particular las empresas de pagos digitales- fueron “la primera parte del sector tecnológico que se benefició enormemente de COVID-19, porque todo el mundo estaba atrapado en casa y comprando cosas online”. “Ahora están corrigiendo a la baja por delante de otros sectores también”, opina.