La irrupción de la tecnología digital en el entorno laboral ha alterado las relaciones de poder entre el capital y los trabajadores. No precisamente para beneficio de estos últimos: cuando se emplea un algoritmo en la oficina es para mejorar la productividad y no su capacidad de conciliación; cuando se tratan grandes cantidades de datos se recorta su privacidad pero no se aumenta la transparencia de los procesos de decisión; cuando se requiere el uso de una app, esta difumina la relación laboral entre empresa y empleado pero no mejora la negociación colectiva.
Se trata de una serie de conclusiones presentes en el informe sobre la influencia de la tecnología digital en el entorno de trabajo elaborado por la Fundación Éticas, Cotec, Comisiones Obreras y El Instituto de Sindicatos Europeos (ETUI, por sus siglas en inglés). Pero ninguna de ellas es la principal. Al contrario, su mensaje es que esto no tiene por qué ser así.
El estudio, que se presenta este lunes y al que ha tenido acceso eldiario.es, se titula Los sindicatos ante los retos tecnológicos y además de describir las dificultades que estos han supuesto para las organizaciones de trabajadores, también hace un recorrido sobre buenas prácticas para afrontarlos. Aunque para ello harán falta cambios, avisa.
“El papel de los sindicatos puede y debe ser fortalecido, pero sus estrategias de negociación y convenios colectivos futuros, así como su papel en la definición de la agenda tecnológica, debe ser repensado”, señalan los autores: “Es importante promover la apertura en organizaciones sindicales y fortalecer su habilidad de enfrentarse a los nuevos retos que las tecnologías y los datos están atrayendo; tanto a los tradicionales como a los propiciados por los nuevos entornos de trabajo”.
“Aunque a menudo la tecnología se presenta como una amenaza intrínseca para el bienestar de las personas trabajadoras y la efectividad de la organización sindical, históricamente éste no ha sido el caso”, recuerdan. Períodos de grandes cambios tecnológicos han supuesto cambios innovadores en la organización de los trabajadores: “Muchas de las tácticas, estrategias y métodos sindicales de hoy fueron desarrollados precisamente como respuesta al impacto del cambio tecnológico”.
El estudio pide a los sindicatos que utilicen en su beneficio las nuevas tecnologías que están haciendo entrada en el entorno laboral. Ya existen experiencias, recogidas en el informe, en las que trabajadores precarizados por tecnologías abusivas las han aprovechado para conectarse, intercambiar información, reclamar condiciones justas y exponer sus reivindicaciones a la opinión pública.
Las huelgas de los trabajadores de Amazon en Alemania, Italia, España y Reino Unido, de los repartidores de Deliveroo o de los conductores de Uber son los más recientes. Pero también se recogen otros ejemplos como las firmas de convenios colectivos en medios de información digitales tras las reivindicaciones de la plantilla, como Vice Media, ThinkProgress o el Huffington Post, mientras que Slate, Salon, MTV News, Fast Company y Vox han negociado contratos con la Writers Guild of America East, un sindicato que representa a escritores de cine y televisión, así como a empleados de televisión y radio, para establecer un salario mínimo y futuros aumentos salariales, fijar pagos acordados por la republicación de artículos y limitar la capacidad de la dirección para despedir empleados.
Ocho factores antes de introducir tecnología
Cuando los trabajadores estén sometidos a la vigilancia de dispositivos o algoritmos “deben cumplirse los estándares para garantizar que esos dispositivos y procesos de datos también brindan beneficios para los interesados”, exige el estudio. ¿Cómo? Los autores señalan nueve puntos principales.
Los dos primeros tienen que ver con la transparencia. Por un lado de los datos (los que generen los trabajadores en sus puesto de trabajo “deben hacerse disponibles para estos y/o representantes sindicales y estar disponibles para ser utilizados en conflictos relacionados con horas extraordinarias, lesiones, etc.”) y por otro, de los algoritmos, que deben poder ser auditables. Además, los trabajadores tienen que tener a su disposición los mecanismos necesarios para reclamar ante las decisiones algorítmicas que les afecten y con las que no estén de acuerdo.
A continuación, se debe poner un escudo a esos datos, evitando la recolección de cualquier información sobre el trabajador que no sea necesaria y asegurando al máximo la privacidad. Además, estos datos deben ser confidenciales (no compartirse con terceros) y estar protegidos con métodos correctos de seguridad, como la encriptación.
Por último, el informe pide que se tenga en cuenta la salud de los trabajadores y se realicen estudios de impacto de estas tecnologías periódicamente, “incluyendo salud física y mental, así como factores de riesgo psicosociales”; así como la participación de los trabajadores en el proceso de decisión antes de introducir una nueva tecnología en el puesto de trabajo.
¿Una robotización mal enfocada?
“Los sindicatos necesitan tener una agenda tecnológica”, pide Gemma Galdón, autora principal del estudio, en conversación con eldiario.es: “Hemos visto que muchas estimaciones del impacto de la robotización en el trabajo estaban mal. Los primeros escenarios que hablaban de que iban a desaparecer un 40% de los trabajos han sido desbancados de forma bastante clara y los mismos autores originales han matizado sus afirmaciones”.
Eso sí, la autora señala que el análisis sí ha detectado que “había como un gran vacío en el estudio sobre cómo está entrando en el trabajo la tecnología y los avances tecnológicos”. Sin embargo, aunque la tecnología se esté asumiendo de forma acrítica, esto no significa que no ocasione cambios trascendentes. “Hay sectores afectados en los que no pensamos, como pilotos o médicos. Hay profesiones muy bien consideradas donde estamos viendo que la tecnología va a tener un impacto importante en la definición del trabajo, y en automatizar muchos procesos que ahora son muy humanos”.
“Lo que avanzamos es un escenario donde hay una automatización de ciertos procesos. Es decir, los trabajos no desaparecen ni hay sustitución pura, sino que cambian porque interactúas más con herramientas técnicas, que pueden ser desde programas de software hasta un exoesqueleto que te ayude a hacer tu trabajo”, revela.