Informarse sobre un determinado producto en Internet y, como por arte de magia, empezar a ver anuncios sobre él u otros muy relacionados en los navegadores y redes sociales. Pero no es magia, sino una parte determinante del negocio publicitario con el que ganan dinero las plataformas que ofrecen servicios gratuitos en la red y que se basa en la venta de datos personales de los usuarios. En los próximos meses, Facebook probará en España una herramienta que ofrecerá más información sobre esta práctica.
La nueva función se denomina “Actividad fuera de Facebook” y, según ha asegurado la compañía este martes, permitirá a los usuarios “desconectar” la información sobre su navegación en plataformas ajenas a Facebook de su cuenta personal. El término “desconectar” empleado por la red social no es baladí, puesto que la herramienta no permitirá impedir que Facebook guarde esa información en su base de datos, sino solo que la emplee para mostrar anuncios personalizados en su plataforma.
“Si borras tu actividad fuera de Facebook, eliminaremos tu información de identificación de los datos que las aplicaciones y sitios web deciden enviarnos. No sabremos en qué sitios web has estado o lo que has hecho ahí, y no utilizaremos los datos que has desconectado para mostrarte anuncios en Facebook, Instagram o Messenger”, han asegurado dos portavoces de la compañía.
Todos los caminos llevan a Facebook
Un usuario medio puede utilizar decenas de aplicaciones y visitar cientos de webs cada día. Gran parte de ellas, incluso todas, pueden estar enviando a Facebook información sobre la actividad e interacciones de cada usuario mientras navega por ellas.
Esta información no se reduce a clicks o tiempo de permanencia en ellas. Las tecnologías de seguimiento o trackers [del inglés track: seguir, monitorizar], que van mucho más allá de las famosas cookies, se emplean para recopilar y cruzar un gran número de datos para perfilar con un alto nivel de detalle a cada usuario. Un reciente informe de la Agencia Española de Protección de Datos avisó que los trackers pueden recopilar la versión y ajustes del navegador, las aplicaciones instaladas, el idioma, zona horaria, configuración de pantalla, el uso de la batería, los codecs de audio y vídeo que se utilizan, la memoria disponible en el dispositivo o la información que recojen los sensores del terminal (acelerómetro, GPS, giroscopio, etc.).
Identificar a la persona que navega desde cada aparato es el modelo de negocio real de la inmensa mayoría de páginas web y servicios gratuitos. Incluso aunque el usuario haya intentado establecer una protección ante la recogida de datos, los sistemas de minado de información son capaces de saltárselos. Es la razón por la cual, como constata la Agendia de Protección de Datos, en ellas “no se proporcionan herramientas para poder evitar la recogida de datos, ya que una vez iniciado el acceso la página en Internet, y antes de que el usuario haya podido visualizarlo, el servidor ya tiene toda la información de su huella digital”.
Con la herramienta que presenta esta martes, Facebook tampoco permite impedir el minado de esa información, limitándose a ofrecer la posibilidad de “desconectar” la que recopilen otros servicios digitales de la que el usuario genere a través de su navegación en Facebook. No obstante, los portavoces de la compañía han afirmado que “Actividad fuera de Facebook” también podría afectar a su negocio: “Somos conscientes de que esto podría repercutir en nuestro negocio, pero creemos que es más importante dar a las personas el control sobre sus datos”.
Desde la salida a la luz del escándalo en torno a Cambridge Analytica, Facebook ha lanzado herramientas que permiten consultar más información sobre su negocio publicitario. Entre ellas se encuentran la función “¿por qué veo este anuncio?” o la Biblioteca de Anuncios, que recopila la publicidad de carácter político que se muestra en la plataforma y ofrece datos sobre quién la ha financiado y a quién está dirigida.
Estos movimientos no han impedido que la Comisión Federal del Comercio de EEUU multara en julio a la red social con 5.000 millones de dólares por su mala gestión de la privacidad de los usuarios.