Fortnite y Apple llevan jugando al gato y el ratón desde 2020, en una lucha sobre lo que las apps de terceros pueden hacer en los dispositivos de la compañía que va mucho más allá del propio videojuego. El último golpe lo había dado Apple hace cuatro meses, cuando vetó la app de Fornite en sus sistemas e impidió su descarga a través de la App Store. Ahora ha llegado la contestación: a partir de la semana que viene Fortnite desafiará el bloqueo de la multinacional con un método para que los propietarios de iPhone e iPad jueguen a través de Safari, el navegador de Apple.
Epic Games, la desarrolladora del popular videojuego, ha llegado a un acuerdo con Nvidia para diseñar una versión de Fornite que se pueda ejecutar en remoto. Esta se incluirá en el servicio de videojuegos en streaming de Nvidia, GeForce Now, que Apple en principio no tendría justificación para bloquear.
Fortnite se ha convertido en el centro de un debate que puede terminar siendo trascendental para todo el sector de las aplicaciones móviles. Epic Games denuncia que Apple y Google son un duopolio con demasiado poder sobre lo que se puede y no se puede hacer en los dispositivos iOS y Android, que vienen a ser el 90% del parque de teléfonos y tablets. Las dos multinacionales argumentan que ellas han desarrollado sus sistemas, ellas vigilan que sean seguros y por tanto ellas deciden las reglas. Entre otras, las comisiones que se llevan del dinero que generan las apps en sus móviles, que llegan al 30%.
Con el videojuego en la cresta de la ola, la desarrolladora decidió plantarse. Con objetivo de sortear esas comisiones, Epic Games incluyó dentro de la app de Fortnite una pasarela de pago propia que evitaba tener que pasar por las de Apple y Google. A su vez, demandó a ambas compañías por monopolio.
El juicio entre Epic Games y Apple se resolvió el pasado septiembre con una sentencia salomónica. La jueza obligó a Apple a permitir que las apps de terceros incluyan enlaces a métodos de pago externos a las apps y por tanto libres de las comisiones, pero no la condenó por monopolio, el fallo más trascendente para la multinacional por el efecto cascada que podía provocar con otros desarrolladores. La sentencia obligaba además a Epic Games a pagar seis millones de dólares a Apple por inclumplir su contrato con la App Store al introducir en la app de Fortnite una pasarela de pago propia. De propina, la desarrolladora se llevó otra demanda de Google, que busca una indemnización similar.
Epic Games apeló la sentencia, lo que provocó que Apple decidiera vetar Fortnite y el resto de sus aplicaciones de la App Store hasta que se resuelva el litigio, que con toda seguridad se alargará durante años.
Políticos atentos al videojuego
De momento la versión en streaming de Fortnite para Safari es una beta cerrada y temporal, destinada a probar la capacidad de los servidores, los gráficos y los controles táctiles, poco habituales en el resto de juegos incluidos en GeForce Now. Para acceder la prueba los jugadores deberán estar registrados en este servicio de Nvidia, aunque no hará falta que esa suscripción sea de pago. “Los miembros serán admitidos en la beta en tandas durante las próximas semanas”, ha explicado la empresa.
El movimiento para sortear el bloqueo de Fortnite por parte de Epic Games muestra la dificultad que entraña sobrevivir fuera de los ecosistemas de Apple y Google. Ambas compañías defienden que no obligan a los desarrolladores de aplicaciones a utilizar sus plataformas y que si no están de acuerdo con sus normas, pueden probar fuera de sus servicios. El problema es que fuera no hay nada.
Pese a esta postura, tanto Apple como Google son conscientes de que el poder político sigue el desarrollo de los acontecimientos. El Gobierno británico se posicionó recientemente a favor de la tesis de Epic Games y acusó a ambas multinacionales de ejercer un “duopolio” en el ecosistema móvil que “limita la capacidad de elección de los consumidores” y favorece sus propios servicios en detrimento de los de la competencia. Mientras, tanto en Washington como en Bruselas se negocian nuevas leyes para los mercados digitales que impidan este tipo prácticas.
Los gigantes digitales de EEUU saben lo que se juegan y están gastando importantes sumas en lobby para que esas normas se desvíen lo menos posible de sus intereses, pero Epic Games no es la única que presiona a los reguladores en sentido contrario. En Europa se han ganado otros enemigos, como las grandes operadoras de comunicaciones, como demuestra la carta de Telefónica, Vodafone, Orange y T-Mobile en la que piden a Bruselas que prohíba una nueva función de privacidad de Apple que perjudica su capacidad de extraer datos de navegación.
Fortnite puede ser solo un videojuego online, pero en la era digital hasta los videojuegos son política.