Sería la primera vez que Google cobrara por el uso de su buscador en sus 25 años de historia. Pero así de intenso es el terremoto que la inteligencia artificial está causando en las empresas tecnológicas: según ha adelantado el Financial Times, Google está considerando lanzar una suscripción de pago que habilitaría las búsquedas “premium” impulsadas con inteligencia artificial. Fuentes oficiales de la compañía contactadas por elDiario.es no han desmentido la información y exponen que Google está “desarrollando nuevas capacidades y servicios premium” para mejorar sus “ofertas de suscripción”.
“No tenemos nada que anunciar por el momento”, añaden las mismas fuentes. El plan de Google sería que esos resultados de búsqueda potenciados con un valor añadido aportado por la inteligencia artificial estuvieran protegidos tras un muro de pago, como el que ya usa la mayoría de la prensa digital.
El cambio de modelo emularía el camino que OpenAI y Microsoft están usando para comercializar ChatGPT y el resto de sus inteligencias artificiales, cuyas funciones más potentes son de pago. Al igual que su rival (a la que el negocio de la IA ha convertido en la empresa más valiosa del mundo en bolsa) Google está estudiando que ciertas funciones de su buscador solo estén disponibles para los usuarios que contraten una suscripción de pago.
Según tres fuentes diferentes a las que ha accedido el prestigioso medio británico, los ingenieros de Google ya están desarrollando la tecnología necesaria para lanzar estas funcionalidades, aunque la dirección de la empresa aún no ha tomado la decisión definitiva.
La suscripción premium a Google no implicaría que la multinacional dejara de basar su modelo de negocio principal en la publicidad o que los usuarios de pago no vieran anuncios. Es algo en lo que inciden las fuentes oficiales de la empresa contactadas por elDiario.es, que recalcan que la compañía “no está trabajando ni considerando una experiencia de búsqueda sin publicidad”.
La medida sería una forma de encontrar un mayor retorno para el coste que implican las búsquedas potenciadas con inteligencia artificial, que consumen mucha energía y más recursos computacionales que las tradicionales.
Google busca su sitio en la era de la IA
Aunque desde dentro de Google siempre han asegurado que la llegada de ChatGPT hace año y medio no les pilló por sorpresa ya que su división de desarrollo tenía a punto su propia inteligencia artificial generativa antes de la llegada de la de OpenAI, lo cierto es que la multinacional ha ido a remolque de Microsoft desde entonces.
Primero lanzó Bard, su propio asistente virtual como ChatGPT, que cometía habituales errores en sus interacciones con los usuarios. Después, OpenAI habilitó GPT-4 (su motor de IA más potente hasta la fecha) para sus usuarios de pago y Microsoft lo incluyó como un asistente virtual en todos sus servicios de ofimática. Google tardó seis meses en responder con Gemini, un asistente más refinado que Bard para llevar la IA generativa a productos como Gmail y Google Docs.
Sin embargo, Google no había mostrado intenciones de hacer cambios de tanto calado en su buscador hasta ahora. El Google tradicional sigue siendo la nave nodriza de todo el ecosistema de servicios digitales de la multinacional y el responsable de más de la mitad de sus ingresos totales. En 2023, el buscador reportó más de 160.000 millones de euros a su balance de resultados. Mantener esa posición mientras evitar quedarse atrás en el campo de la IA se ha convertido en uno de los principales dilemas de la compañía.
“Llevamos años reinventando la búsqueda para ayudar a los usuarios a acceder a la información de la forma más natural para ellos”, exponen fuentes de Google. “Con nuestros experimentos de IA generativa en la Búsqueda, ya hemos servido miles de millones de consultas, y estamos viendo un crecimiento positivo de las consultas de Búsqueda en todos nuestros principales mercados. Seguimos mejorando rápidamente el producto para satisfacer las nuevas necesidades de los usuarios”.
Los “experimentos” a los que se refiere Google son una serie de pruebas que la compañía está haciendo en su buscador con algunos usuarios de Estados Unidos. En ellas los resultados de búsqueda denominados “orgánicos” (aquellos seleccionados por su algoritmo de búsqueda tradicional) quedarían relegados a un lugar secundario, ya que el primero estaría ocupado por un recuadro generado con inteligencia artificial aportando la información más relevante para el usuario, a juicio de la propia IA.
Se trata de un ajuste que ha inquietado a toda la industria que vive de aparecer en el buscador de Google, ya que según los primeros informes independientes que la nueva fórmula podría reducir hasta un 50% el tráfico que llega a las páginas que aparecen en los primeros resultados de su buscador.