En España hay menos de la mitad de cazadores que hace 20 años. La solicitud de licencias ha descendido lenta pero inexorablemente desde entonces, pero los que hay cada vez cazan más. El negocio sigue siendo lucrativo porque los cazadores están dispuestos a gastar: según los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica, en España se cobraron 18,8 millones de piezas en 2021, valoradas en casi 86 millones de euros. El sector asegura que mueve 6.500 millones de euros al año. “Los cazadores nos demandan experiencias cada vez más premium”, dice Fernando Bozalongo, CEO de Hunty, la startup que quiere aprovechar esa situación.
Cofundada en 2019 por el propio Bozalongo y León Rituerto, de 32 y 26 años, Hunty aspira a “ser la plataforma líder en contratación de cacerías a nivel global”. Una especie de “Booking de la caza” que digitalice un sector extremadamente tradicionalista y basado en “el boca a boca”. “Antes podías contratar caza a los amigos que conocías, pero no había una plataforma donde poder acceder a oferta de contactos que tú no tuvieras ya. Algo inimaginable en cualquier otro sector”, afirma Bozalongo a elDiario.es.
Hunty funciona como un mercado online de cacerías. Los organizadores cuelgan las monterías o recechos que tienen agendadas y los clientes las reservan a través de la plataforma, que se lleva una comisión por esa intermediación y por comprobar que los organizadores tienen todos los papeles en regla.
Con este modelo Hunty ha conseguido que 47.000 cazadores se registren en su plataforma y que 4.000 de ellos reserven habitualmente sus cacerías desde ella. Tienen unos 500 organizadores acreditados y “miles de cacerías por toda España”. Ahora la startup ha cerrado una ronda de financiación de 1,2 millones de euros con varios fondos de capital riesgo con los que quiere consolidarse como una opción para encontrar cacerías de alto nivel. “Nosotros tenemos una base muy fuerte de cazadores españoles que costó que confiaran en nuestro servicio, que ahora que ya llevan años haciéndolo, cada vez nos van demandando productos más premium”, describe Bozalongo.
El primer paso para llevar a cabo esa estrategia fue convertirse en el gran agente digitalizador del sector tras absorber en 2021 a su principal competencia, el buscador Monteros y Cazadores. El segundo es aumentar la profesionalidad de los organizadores.
“Nosotros nos encargamos de asegurar que se cubren las expectativas y garantizamos la calidad del producto. Todo es legal porque nos encargamos de auditarlo, tenemos ese poder. Si tú antes le pedías el plan cinegético a un organizador te decía: venga, vete por ahí y déjame en paz”, continúa el jefe de la startup: “Si se lo pedimos nosotros como condición para publicar un anuncio, sí nos lo envían. Esa es la clave. Sumado a un servicio al cliente muy por encima de lo que estaba acostumbrado en el sector de la caza, porque los organizadores pues en ese aspecto no son nada profesionales ni nada serios”.
Cazadores de fuera de España
Otra parte de su estrategia es mirar más allá de las fronteras españolas. Tanto para ofrecer experiencias de caza en otros países a esos cazadores españoles ya fidelizados como para captar extranjeros que quieran cazar en España.
Ahí es dónde va a estar el dinero para Hunty, que quiere aprovechar la nueva financiación para cambiar su modelo de negocio hacia un formato de suscripción para los organizadores. Su plan es cobrarles 100 euros al mes o 1.080 anuales por publicar ofertas de actividades cinegéticas en la plataforma. Con el cambio la startup espera cuadrar por primera vez sus pérdidas con sus ganancias en el primer semestre de 2024. Sus últimas cuentas presentadas, correspondientes a 2022, muestran pérdidas de casi medio millón de euros.
“Se trata de un modelo de suscripción robusto y testeado que nos ha permitido captar clientes en países tan diversos como México, Argentina, Tanzania, Sudáfrica, Namibia, Nueva Zelanda y Rusia, entre otros”, expone el CEO de la startup, que llegó a tener 24 trabajadores pero ha reducido su plantilla a 18 tras “incrementar bastante la eficiencia”.
“Este es un mundillo de confianza. Los cazadores te prueban con un producto baratito y si ven que eres confiable, prestas el servicio que dices y das la cara, entonces van subiendo. En nuestro caso, como empresa, sí que es verdad que cada vez nos estamos enfocando a un producto cada vez de más nivel, también por una cuestión estratégica, porque los tickets evidentemente son más altos y nos interesa”, añade.
Furtivos
Hunty tiene sus oficinas en Lanzadera, la incubadora de empresas que el empresario Juan Roig tiene en Valencia, tras ser seleccionada como una de las startups con más potencial de España. Desde allí Bozalongo asegura a elDiario.es que su estrategia de negocio es una forma de promover la caza legal.
“Hay un término que siempre se utiliza que a mí me duele bastante, que es la caza furtiva. Para mí no existe la caza furtiva, para mí existe la caza y la delincuencia furtiva. No es lo mismo, es como si habláramos de sexo y violaciones, es que son cosas diferentes. Nosotros nos cercioramos de que efectivamente la caza que se va a practicar es 100% legal que tiene su seguro de sociedad civil, que tiene su autorización del de la Consejería de Medio Ambiente, que no miente, etc.”, insiste: “Si hay un organizador que no cumple, automáticamente le metemos en la nevera. Los que no cumplen las normas ni siquiera intentan asociarse con nosotros, ya que saben que se lo vamos a pedir”.
Respecto al uso de perros de caza, el CEO de Hunty explica que su control cubre la experiencia de los clientes con el servicio de cada cazador, pero no hasta asegurar que los animales que participan en estas actividades estén en buen estado y sean tratados de manera justa. “Quien contrata las rehalas es el organizador. Esto es como el organizador de un evento contrata el catering, nosotros no tenemos relación directa con ello. Somos plenamente conscientes de que en muchas ocasiones la caza es difícilmente entendible a ojos de la sociedad. Entonces, lo que buscamos siempre es una pulcritud en todo lo que hacemos, precisamente para no incentivar esas dobles interpretaciones”, concluye.