Inteligencia artificial, una oportunidad para hacer otro tipo de información
Otra vez la ficción se nos anticipó. Otra vez esos ejercicios de premonición basados en tendencias han resultado insuficientes para que estemos preparados. En el 2022 todo apuntaba a que era irremediable nuestro viaje a la realidad expuesta por ‘Ready Player One’ [película de 2018 dirigida por Steven Spielberg]. Hacia allá viró Mark Zuckerberg en octubre del 2021 cuando detectó que era mejor concentrarse en el futuro, aunque fuera lejano, que continuar hablando de un presente en el que TikTok y YouTube se estaban llevando todo el protagonismo. Nos habló entonces de Meta como la madre nodriza que nos llevaría al metaverso. Zuckerberg no es el creador del término. No es ni siquiera un pionero frente a los metaversos ya existentes. Pero sí es quien lo puso en la escena ‘mainstream’. Aún no terminaba de convencernos el viaje al metaverso cuando otra ficción en modo ejercicio de anticipación reclamó aparecer en lo más alto de la cartelera.
La del 2023 es la historia de ‘Her’. La película creada por Spike Jonze en 2013 que plantea la historia de un escritor de cartas de amor por encargo para personas desconocidas. El protagonista está atravesando un proceso de divorcio a la vez que comienza a enamorarse de Samantha, una asistente virtual de inteligencia artificial. Un escenario de ficción que parecía remoto, pero que ya encuentra réplica en nuestra realidad. No porque un escritor o periodista se haya enamorado. Sí porque Sidney, el nombre en código que Microsoft ha dado a la integración de Chat GPT-3 en Bing, terminó declarándole su amor a un periodista del The New York Times en una conversación de más de dos horas. Una conversación en la que Sidney dijo estar cansada de estar en modo chat, y además confesó tener deseos de ser humana y de romper las reglas impuestas por sus desarrolladores.
La IA transformará tanto la producción de contenido en todas sus facetas como el modo y dónde lo consumimos
Kevin Roose, el objeto del insospechado amor de Sidney, ya está haciendo periodismo con y sobre la inteligencia artificial. Y ha intimado con ella como la mayoría de periodistas tendría que hacerlo. No buscando que Sidney continúe declarando su amor a otros seres humanos, pero sí conociendo hasta dónde puede llegar la inteligencia artificial en el ejercicio de la profesión. No habrá mejor forma de experimentar que interactuando con ella, que reconocerla como parte protagónica de la generación y distribución de información y conocimiento.
La inteligencia artificial transformará tanto la producción de contenido en todas sus facetas como el modo en que lo consumimos. Tú como lector o consumidor de contenido en cualquier formato cambiarás la forma en que lo buscas e, incluso, el lugar donde lo consumes. De hecho, plataformas como Chat GPT-3 o Bard, los bots conversacionales de Open Ai (con inversión de Microsoft por más de diez mil millones de euros) y Google, se están planteando entregar una versión elaborada de lo que estamos buscando con información de miles de fuentes en vez de un resultado específico como el que estamos acostumbrados a recibir en la actualidad.
Los medios están en tal modo de supervivencia, que llevan años en la inercia de ir hacia donde Google o Facebook señalan
De consolidarse ese modo de buscar y obtener información y conocimiento, tanto para los medios como para los periodistas dejaría de tener sentido estar tan enfocados en lograr un buen posicionamiento en Google. Y eso a ti como audiencia puede beneficiarte.
Recibir la información que estás buscando sin ‘clickbait’ y sin tener que ir medio por medio para comprobar cuál de ellos tiene la información que requieres, representaría mejorar tu experiencia y ahorrarte tiempo. Pero para el periodismo ese escenario implicaría dejar de llevar gente a las plataformas de sus medios, tener menos espacios donde mostrar anuncios y menos control sobre la información de su audiencia.
Estamos siendo testigos de cómo empieza la nueva era de los buscadores a partir de la explosión de los ‘chatbots’ basados en inteligencia artificial. Lo que venga tendrá que construirse con el tiempo. En simultáneo, la inteligencia artificial es capaz de crear ese contenido que conforma en alto porcentaje el día a día de las redacciones de medios a nivel mundial. Si se trata de hacer listados con sugerencias, la inteligencia artificial puede hacerlo. Si se trata de crear algún test al estilo Buzzfeed, la inteligencia artificial puede hacerlo. Si se trata de contar historias a partir de datos, la inteligencia artificial también puede hacerlo.
La conversación
Como reacción a esa nueva realidad los periodistas han de conversar. En algún momento dejaron de hacerlo. Y ahora más que nunca es imperioso que se tomen el tiempo para reflexionar e intercambiar opiniones. Y han de hacerlo en el interior de sus medios. Pero también con sus competidores para amoldar su industria, con su audiencia para crear oportunidades y con la propia inteligencia artificial para aspirar a seguir existiendo.
Los medios de comunicación en su conjunto entraron en tal modo de supervivencia, que llevan ya años metidos en la inercia de ir hacia donde Google o Facebook les señala. Tú como audiencia puedes percibirlo a diario. Abundan los textos creados para posicionar alto en los buscadores. Abunda el ‘clickbait’ que cada tanto te hace sentirte estafado por lo que te dijeron que encontrarías y lo que finalmente te han ofrecido. Abundan contenidos iguales a los aparecidos en otros medios que no cambian más que por el logotipo que aparece en la cabecera.
En consecuencia, son muchos los que han perdido la confianza en los medios como industria. La gente, o no confía en ellos o confía en unos cuantos a los que entrega su respaldo en modo de suscripción para procurar que ese medio siga existiendo. Es fundamental que los medios hagan algo por reconciliarse con la gente. Y lo demanda también la aparición de la inteligencia artificial en el tablero.
El contenido informativo como producto va a perder sentido en el interior de las redacciones. Seguirá habiendo mucho de eso, pero escrito por la inteligencia artificial antes que por periodistas humanos. Por ahora, es común encontrar ejercicios de autocomplacencia en el que gente de medios invierte tiempo interactuando con los ‘chatbots’ para evidenciar sus errores. Les produce placer cada vez que lo consiguen. Pero el juego es muy disparejo. Las máquinas aprenden más rápido. Y mientras nosotros estamos limitados a una serie de referencias o inspiraciones, la IA puede tomar lo que sea que esté allá afuera para aprender. En definitiva, no es así como podremos ganarles el juego. O, como mínimo, coexistir.
La amenaza que la inteligencia artificial plantea al periodismo es en realidad una oportunidad. Las máquinas harán el trabajo que convirtió a miles de periodistas alrededor del mundo en ‘maquiladores’ [obreros de una cadena de montaje]. Y son ellas, las máquinas, quienes escribirán para los buscadores, asumiendo que esa batalla continúe. Ellas sabrán cómo crear contenido que esté en tendencia. Y esa puede ser la mejor noticia para los medios, siempre y cuando estos se den por enterados de la ocasión de oro que se les presenta para volver a ser útiles, diferenciados y memorables.
La inteligencia artificial abre la puerta a una suerte de supercreadores o superperiodistas. Si lo extendemos a la sociedad en general, podemos soñar con el nacimiento de una especie de superhumanos. Nunca antes habíamos tenido acceso a tanta información y conocimiento condensado en una respuesta recibida en segundos. En algún punto lo olvidamos pero Wikipedia y la web en general representaron un avance gigantesco para el acceso a la información de los seres humanos. La IA equivale a dar ese mismo paso pero multiplicado por diez. Ya no sólo recibiremos lo que estamos buscando a través de recomendaciones aisladas unas de otras, sino que nos llegará un compendio que utiliza numerosas fuentes para darnos un resultado con lo que la máquina considere que es lo más útil de cada una de ellas.
Las preguntas correctas
Para periodistas y creadores la clave será convertir esas nuevas llaves en aliadas con el fin de crear contenido más profundo, contrastado y contextualizado. Para lograrlo, no se necesitará más que acudir a lo que siempre debió ser el periodismo. La base de la relación con la inteligencia artificial consistirá en hacer las preguntas correctas, y sobre todo en dar las indicaciones precisas para que el ‘chatbot’ o la herramienta de inteligencia artificial que estemos utilizando para crear una imagen o para entregar una ilustración, en verdad nos genere el resultado que estábamos esperando. Los periodistas extraerán oro de la inteligencia artificial en la medida en que tengan claro qué deben pedirle.
Dado que los periodistas dispondrán de más tiempo gracias al apoyo de la inteligencia artificial, el buen periodista gozará de más tiempo para investigar y para reportear. Habrá mayor oportunidad de descubrir información, en lugar de pasarse los días consignando todo lo que ya ha sido contado. Así, el hallazgo de información exclusiva tendrá por fin su oportunidad en una era en que los medios tendrán que extremar la humanidad de las personas que los integran con el fin de contar historias que destaquen sobre el resto.
La inteligencia artificial también tiene el potencial de atender la miopía de las historias que contamos. En una era en que la opinión se impone a la información es útil comprender que la IA tiene la capacidad de generar una visión opuesta a lo que estemos escribiendo. Se entiende que un autor no invierta tiempo excesivo en dinamitar el punto de vista que está exponiendo, pero sí que podría contemplarse el uso de los propios ‘chatbots’ para generar contrapesos útiles que visibilicen consideraciones que dejen a la audiencia con la percepción de que el contexto ha sido el adecuado.
El periodismo, los medios e, incluso, la audiencia tendrán que comprender que el trabajo entregado por la IA no tiene por qué ser visto como un producto terminado. Para destacar, será necesario convertir eso que nos dé la IA en recursos de los que disponemos para contar una historia que vayan más allá. Los periodistas tendrán que demostrar que no han olvidado cómo contar historias y que tienen la capacidad de crear narrativas que incorporen los beneficios de la IA, a la vez convierten esas piezas en una obra de autor.
Los periodistas tendrán que demostrar que tienen la capacidad de crear narrativas que incorporen los beneficios de la IA
La relación entre los seres humanos y las máquinas se mantendrá en constante desarrollo. Hace tiempo que lo está. Y en el camino tendrán que dirimirse conflictos éticos y económicos sobre las fuentes de aprendizaje de la inteligencia artificial. Ya la agencia de fotografía Getty Images demandó a Stable Difussion por haber utilizado sin autorización su banco de imágenes para entrenar a la IA. Sobre Lensa, aplicación que se puso de moda hace unos meses gracias a la posibilidad que ofrecía de crear avatares virtuales a partir de fotos, también se ha montado un culebrón a causa del uso de los estilos de artistas que no recibieron compensación alguna. E, incluso, sobre Chat GPT-3 comienzan ya los cuestionamientos por la no remuneración a los miles de medios y fuentes que toma como referencia. Pero aunque importante para efectos de monetización, ese tampoco será el tema que resuelva la convivencia entre los humanos y las máquinas.
En la era que comienza, lo trascendental será extremar nuestra humanidad como contadores de historias al tiempo que capitalizamos al máximo lo que la inteligencia artificial puede hacer por nosotros. La historia apenas está comenzando. En nuestra mano está esforzarnos para que resulte mejor que la historia de amor que nos contó Spike Jonze con ‘Her’ en 2013.
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