Ocurrió en Pekín una y otra vez durante estos últimos años. Un paciente en coma, médicos yendo y viniendo de un lado para otro de la habitación, escasas soluciones. Unos pocos puntos en la escala de coma de Glasgow. Después, la desesperanza. ¿Pero qué pasaría si todos esos médicos estuvieran equivocados? Mejor dicho, ¿qué ha pasado cuando han visto que una inteligencia artificial ha rehecho los pronósticos que ellos dieron, otorgando mucha más puntuación a los pacientes?
La historia la trae el South China Morning Post y pasa por la correcta aplicación de la inteligencia artificial (IA) a la ciencia. También tiene otra lectura, la de la máquina que es capaz de hacer el trabajo de un humano en la mitad de tiempo que él y siendo más eficiente. La IA no tiene nombre todavía, pero ya cuenta con el honor de haber contradicho a los mejores neurólogos chinos después de revaluar a varios pacientes y acertar en sus predicciones acerca de cuáles saldrían del coma y cuáles no en el plazo de un año.
Solo han trascendido tres casos: el de un chico de 19 años en estado vegetativo al que los médicos dieron 7 puntos de 23 posibles y al que la máquina le dio más de 20, y el de una mujer de 41 años que llevaba tres meses en una cama, a la que los doctores puntuaron con un 6 y la máquina puso un 20,23. El tercero es un fallo del sistema: a pesar de que la máquina tenga un grado de acierto del 90%, también yerra. Tanto los doctores como la IA predijeron en un hombre de 36 años que sufrió un ataque cerebral que no volvería a moverse. En menos del año, ya había recuperado la movilidad por completo.
El Hospital General de Pekín lleva utilizando esta IA desde 2010. Empezó como un experimento de la Academia de Ciencias de China en colaboración con los hospitales militares de Guangzhou y Pekín, pero ocho años después, el sistema se ha perfeccionado hasta el punto que los investigadores ya presumen de que su máquina “ve cosas invisibles para los ojos humanos”. En este tiempo, la IA se ha estado alimentando día tras día con machine learning (aprendizaje automático) de pruebas con pacientes e imágenes médicas. Ahora, los resultados del estudio se publican en la revista eLife.
Una herramienta para tomar “mejores decisiones”
En China, según datos de los investigadores, existen “más de 500.000 pacientes con trastornos de la conciencia crónicos [...] con un incremento anual de entre 70.000 a 100.000 personas”. Los médicos allí evalúan las posibilidades de recuperación en base a tres factores: edad, causa y duración; y lo hacen con pruebas simples, como intentar que el paciente aplauda, que mueva los ojos o los dedos de los pies.
Precisamente por esto, hay quien teme que las conclusiones a veces puedan ser erróneas debido a la falta de experiencia del facultativo o porque al final esos test se basan en la interpretación de cada médico. “La posible predicción de la recuperación de la conciencia del paciente afectará directamente la elección de estrategias de tratamiento clínico, e incluso a la elección de vida o muerte por parte de los familiares del paciente”, explica Song Ming, doctor y director principal del estudio.
A pesar de ello, el médico asegura que este sistema “nunca reemplazará a los médicos”, sino que se trata de una herramienta para “tomar mejores decisiones”. Los investigadores han observado, además, que funciona mejor en pacientes que son de Pekín que en otros de diferentes partes de China. La razón no es otra que el aprendizaje automático, ya que para entrenar a la IA se utilizaron imágenes médicas de hospitales de la localidad.
“Cuando un cerebro funciona, se involucran múltiples regiones cerebrales y forman una red que trabaja en conjunto. Al igual que dos teléfonos móviles, aunque no hay un cable que los vincula, tienen una conexión funcional cuando las personas hacen una llamada telefónica”, defiende Ming, que asegura que la máquina es capaz de llegar y analizar incluso las regiones del cerebro encargadas del control de movimiento, la capacidad verbal, el oído y la visión.
“Debería pesar entre un 20% y un 50% en la decisión”
La IA funciona diariamente en el Hospital General de Pekín. Hasta la fecha ha contribuido en el diagnóstico de 300 personas, según Yung Yi, una de las médicas que también ha colaborado en el estudio. “Cuando informamos a la familia sobre la puntuación de la IA, siempre les decimos que debería de pesar entre un 20 y un 50% en su decisión”, dice.
Yi se refiere al sistema que utilizan los neurólogos chinos para determinar qué grado de coma tiene una persona y que otorga en última instancia, a los familiares del paciente, el control sobre si vive o muere. La IA escanea el cerebro de los enfermos y registra su actividad neuronal; algo imposible para las rudimentarias pruebas de los doctores pero que no supone mucho problema para un entresijo de cables y chips entrenados para eso durante los últimos ocho años.
Yang Tongwei, un profesor asociado de la Universidad de Shandong en Jinan (China) cree que la IA puede ayudar a los familiares a tomar esas decisiones y, de esta forma, “ahorrar gastos médicos y usar los recursos en personas con mayores esperanzas de cura”. La mayoría de chinos opta por mantener a sus parientes con vida hasta que no pueden seguir pagando los cuidados paliativos en el hospital, momento en el que los desconectan. Sin embargo, como dice Tongwei, “de momento no hay señales de que el gobierno tenga planes de quitarle el poder de decisión a la familia”.