Los investigadores que dieron con la estrategia perfecta para engañar a las casas de apuestas
La banca siempre gana. Y en las apuestas deportivas, las casas también. Tres investigadores de la universidades de Tokio (Japón), Melbourne (Australia) y Sao Paulo (Brasil) consiguieron engañar a varios locales de este tipo usando sus propias armas: las cuotas de pago. Construyendo un rastreador web y monitorizando los pagos de varias salas de apuestas, elaboraron varios modelos estadísticos que determinaban cuándo era óptimo apostar. Al ir a ponerlo en práctica en la realidad, los locales, viendo que ganaban, fueron limitando progresivamente sus cantidades de apuesta hasta que finalmente los investigadores tuvieron que dar por concluido el estudio.
El experimento ocurrió en 2017, pero la situación ha cambiado poco desde entonces. Las casas de apuestas proliferan por todo el país y en lugares como la Comunidad de Madrid han experimentado un ascenso bárbaro en los últimos años: de 47 locales en 2013 hasta 190 en 2018, un aumento del 304% en ese lustro. Las casas de apuestas basan su negocio en lo que esperan que pase según el histórico de juegos, partidos o carreras de cada deporte. A partir de ahí, elaboran modelos estadísticos que ofrecen una cuota en función de las probabilidades que tenga un equipo, un corredor, un galgo o un llámalo equis de ganar.
Los investigadores explican en el paper que aunque las casas de apuestas son buenas estimando probabilidades, siempre hay errores. Esos fallos se encontrarían en la metodología que siguen los locales a la hora de cubrir sus apuestas para protegerse contra la posibilidad de pagar grandes premios a los jugadores. Hace dos meses la Policía destapó la trama Oikos, encabezada por el exjugador de fútbol Carlos Aranda y que, entre otras cosas, explotaba la vulnerabilidad de la que buscan protegerse estos salones: el factor de tener que pagar mucho dinero de una tacada a uno o varios jugadores.
Analizar datos, rastrear Internet, simular apuestas
Para compensar ese riesgo, las casas de apuestas tienden a compensar las cuotas de tal manera que les resulte llamativo a los jugadores, por decirlo así, apostar por el resultado opuesto. Si las salas saben que en cierto momento una de las dos cuotas se apostará mucho, bajan el precio de la otra cuota para así atraer a más jugadores que puedan meter su dinero en esa opción. El equipo de científicos consiguió elaborar una estrategia para saber cuándo, en este tipo de eventos, las cuotas favorecían a los apostantes más que a las salas.
En primer lugar asumieron que las casas de apuestas son honestas en sus cuotas y, por ende, en las probabilidades que asignan a la victoria, al empate o a la derrota de cada equipo. Luego buscaron las probabilidades que asignaba cada casa de apuesta a cada resultado e hicieron la media. Así obtuvieron las probabilidades promedio, que según los investigadores “son un reflejo notablemente preciso de las probabilidades reales”.
Esas probabilidades promedio eran teóricas. Así que tuvieron que conseguir sus equivalentes del mundo real. Para ello, construyeron un robot que fue rastreando todas las salas de apuestas deportivas de Internet y almacenando las cuotas a tiempo real. Luego sacaron los promedios. Y después solo tuvieron que comparar: cuando una cuota era extraña u ofrecía un valor atípico, eso quería decir que era susceptible de ser apostada. Aunque no ganasen en una vez, en dos o en tres, a la larga sí lo hicieron.
Simulaciones que funcionan en la vida real
Antes de apostar por dinero real, los investigadores llevaron a cabo varias simulaciones. Por ejemplo, con un histórico de partidos de fútbol jugados entre 2005 y 2015 (unos 480.000), calcularon las posibilidades que tenían de ganar dinero haciendo apuestas teóricas de 50 en 50 dólares. El algoritmo les devolvió un 44% de ganancia: “Para una cantidad imaginaria de 50 dólares por apuesta, las ganancias generadas serían de 98.865 dólares (111.058 euros) en un total de 56.435 apuestas”, explican en el paper.
Para eliminar el factor suerte, los investigadores volvieron a comparar sus apuestas con 2.000 simulaciones de partidos en las que en vez de apostar por los valores atípicos, las hicieron al azar. “La probabilidad de obtener un rendimiento mayor o igual a 98.865 dólares en 56.435 apuestas utilizando una estrategia de apuesta aleatoria es menos de una entre 1.000 millones”, explican. Aquí es donde se dieron cuenta de que su método funcionaba: las apuestas que su modelo les señalaba como ganadoras, ganaban. Fue el momento en el que construyeron el robot.
El bot monitorizó todos los sitios de apuestas deportivas de Internet desde septiembre de 2015 hasta febrero de 2016. Antes de poner dinero real, hicieron una última simulación con moneda ficticia: ganaron el 47,6% de las veces en 6.994 apuestas, obteniendo unos teóricos 34.932 dólares (31.106 euros). Finalmente, se decidieron a apostar con dinero real.
Estuvieron cinco meses apostando cantidades de 50 dólares en 50 dólares. Ganaron el 47,2% de las veces y llegaron a obtener hasta 957,50 dólares (852 euros) en 265 apuestas. Realizaron un menor número de apuestas por el simple hecho de que hasta entonces, solo habían hecho simulaciones en un ordenador. “No disponíamos de un operador específico que apostara a todas las oportunidades disponibles las 24 horas del día”, dicen.
Sin embargo, al sexto mes tuvieron que dejar de apostar. Las salas de apuestas les pillaron: “Aunque jugamos de acuerdo a las reglas de la industria, unos meses después de que empezáramos a apostar con dinero real, las casas de apuestas empezaron a limitar nuestras cuentas drásticamente”, explican los investigadores. Las salas les pedían revisar las apuestas de forma manual antes de poder validarlas o les limitaban la cantidad que podían destinar a cada una de ellas, lo que demuestra que no analizan las apuestas de los jugadores al azar, sino cuando creen que son sospechosas.
Los investigadores sentencian en el paper: “La industria de las apuestas deportivas tiene la libertad de publicitar y ofrecer cuotas a sus clientes, pero se espera que esos clientes pierdan y, si tienen éxito, se les puede impedir que hagan apuestas”.