No lo llames viejo, llámalo 'vintage': cómo vender tecnología a base de nostalgia

1999, el año de Matrix. En una escena, Neo recibía una misteriosa llamada en un flamante Nokia 8810 advirtiéndole de que una decena de agentes estaba entrando en su oficina y debía escapar inmediatamente. Tras esta estrategia publicitaria, el teléfono se convirtió en un objeto de deseo. Hoy, 21 años después, vuelve a estar de moda.

La compañía finlandesa repitió la jugada del Mobile World Congress 2017, cuando presentó un rediseño del mítico Nokia 3310 inicialmente anunciado en el año 2000. En esta ocasión le tocó el turno al Nokia 8810, que alcanzó especial popularidad (llegando a costar más que el iPhone X) tras aparecer en la película de las hermanas Wachowski.

Aun así, el teléfono que utilizó Neo no era ese modelo como tal, sino un prototipo modificado para el largometraje con una gran diferencia: la forma en la que se abría la tapa. Para contentar a los millones de fans, Nokia lanzó otra versión que, esa vez sí, hacía que su propietario lo descolgara como el Elegido: el Nokia 7110.

La “evolución sin revolución”, como indican en Hipertextual, se impuso en una feria que debe ser escaparate de la tecnología más vanguardista y rompedora, aquella en la que las compañías llevan años trabajando. Es el caso del nuevo del nuevo Samsung Galaxy S9, el portátil de Huawei con pantalla infinita o la futura conectividad 5G. Pero todos ellos tuvieron que compartir titular con otro dispositivo: un móvil de 79 euros, con forma aplatanada, pantalla de 2,4 pulgadas y que tiene poco de inteligente.

“Ya sacaron el 3310 hace un año, y si hicieron otra reedición será porque les ha funcionado”, explica a eldiario.es Paco Marzal, coordinador del Grado en Ingeniería de Software en el Centro Universitario U-tad. De hecho, el resucitado Nokia 3310 incluso superó las expectativas: “La demanda es asombrosa”, confirmó una compañía telefónica británica a The Telegraph.

“No solo apelan a la nostalgia, sino que también es un tirón de orejas a toda la industria”, indica Marzal. Continúa diciendo que, si hay hueco para estos teléfonos, los cuales tienen características muy limitadas, es porque en el fondo existe mercado para ellos. “Que no sea para la mayoría del público no quiere decir que no se pueda sacar dinero de él”, matiza.

Diferente envoltorio, mismo público

Nokia no es la única compañía en sumarse a una tendencia: la de recuperar viejas glorias del pasado para conmover en el presente. Lenovo resucitó el legendario ThinkPad, volvió el Tamagotchi, a finales de marzo saldrá una versión mini del Commodore 64… “Algunos objetos de deseo se quedan grabados en nuestra cabeza, por eso hay adultos que compran un Scalextric o el barco pirata de Playmobil”, afirma a este periódico David Martínez, redactor jefe de Hobby Consolas.

El de los videojuegos es un mercado especialmente afectado por el factor nostalgia, al menos en los últimos años. No solo por sagas que marcaron una generación y que ahora vuelven, también por videoconsolas ochenteras vendidas en plena era de PlayStation 4 y Xbox One. Es el caso de Nintendo con las reediciones de SNES o NES, que acabaron agotadas poco después de su lanzamiento.

“Lo que estamos comprando son buenos recuerdos”, considera Martínez. Afirma estar seguro de que “una gran parte ni habrá probado los 21 juegos que trae”, sino que “simplemente quieren tenerla en su casa como un objeto de exposición”. Lo vintage está de moda, y lo que hace 30 años acumulaba polvo en el trastero del desván ahora puede convertirse en una joya.

En cierta manera, Nintendo ha sabido aprovechar este filón con Labo, un invento que permite conectar accesorios de cartón construidos a mano con su última videoconsola. De esta forma une dos conceptos: lo tradicional (hacer manualidades) con lo digital. “Es un giro muy inteligente que ha dejado al resto de fabricantes fuera de juego”, mantiene el profesor del Centro Universitario U-Tad, quien además asegura que “en cuanto llegue a España” lo va a comprar para sus hijos.

¿Es suficiente con la nostalgia?

En El Confidencial explicaban cómo la nostalgia aplicada a la tecnología funciona cuando ese viaje al pasado no conlleva ninguna incomodidad. “Una partida al 'Street Fighter 2' sigue siendo una experiencia calcada a la del verano de 1991”, pero la cosa cambia con un Nokia 3310. “¿Dónde está el WhatsApp? Porque entonces no me atrae nada”, indicó al medio la vecina de un barrio madrileño.

Además, como aclara David Martínez, el recuerdo de un pasado lejano a veces puede nublar la realidad: “La gente tiene la sensación de que aquellos juegos eran más sencillos: tenías un botón para saltar, otro para disparar, lo movías con la cruceta”, algo que luego no era siempre así. “En realidad, eran mucho más difíciles y cortos. Su sistema te obligaba a repetir una y otra vez los mismos niveles hasta memorizarlos”, opina.

Por otro lado, a veces existen algunos ejemplos desastrosos. Es el caso de PC Fútbol, que regresó 10 años después y cuya valoración en Google Play no está siendo demasiado positiva. “Hay nombres como el de Atari que valen mucho, pero ya son empresas vacías. Lo único que compras es esa apariencia de vintage”, asegura el jefe de Hobby Consolas.

Esa “apariencia vintage”, aunque parezca poco importante, en ocasiones es capaz de generar todo un mercado de reliquias subastadas al mejor postor. “Al no cubrir toda la demanda conviertes tu producto en un objeto muy deseado”, observa Martínez sobre la estrategia de Nintendo con sus consolas retro. El problema es que nace otra figura: la del especulador. “Compra 10 consolas y las revende a un precio disparado en cuanto las tiene en su casa”, sostiene.

A pesar de todo, Paco Marzal cree que volver al pasado a veces es la mejor opción: “Hay muchos nostálgicos que tienen unos 40 años, que tienen dinero para gastar, y que no quieren una cantidad de píxeles brutal”. Y no solo con los videojuegos, según el profesor también ocurre lo mismo con los móviles, porque “no todo el público quiere un teléfono super inteligente, moderno y en aluminio”. Pone como ejemplo a sus propios padres, los cuales “no necesitan una cámara de fotos y lo único que quieren es un móvil que dure una semana y sea de fiar”. Para ellos, llega el “nuevo” Nokia 8810.