La pequeña red social autogestionada Mastodon estaba acostumbrada a los desembarcos de tuiteros. Era su principal método de crecimiento: una polémica sobre las normas de Twitter, algún bloqueo de cuenta más mediático de lo normal o un aumento de la toxicidad en una plataforma ya bastante tóxica provocaban habituales campañas de huida a Mastodon. Pero nada comparado con lo que ocurrió a partir de octubre de 2022, cuando dio comienzo La Gran Invasión.
En tres meses, Mastodon duplicó su número de miembros registrados, que pasaron de cuatro a ocho millones. Pero aumentó un 750% en la cifra realmente importante cuando se habla de redes sociales, que es la de usuarios activos: pasó de 506.390 personas conectadas en octubre a un pico de 3.811.243 millones en diciembre.
La inmensa mayoría de ellas llegaron huyendo de Elon Musk. El nuevo dueño de Twitter había tomado posesión de la empresa y comenzado una oleada de despidos masivos que hizo que muchos temieran que la plataforma empezara a sufrir caídas constantes. En una histeria colectiva muy tuitera, los contactos se despidieron, se citaron para volver a generar redes de contactos en Mastodon y se enrolaron en la pequeña red, de funcionamiento similar a Twitter, pero diseñada para evitar los grandes problemas de las grandes redes.
Esas grandes caídas de Twitter no se produjeron, pero seis meses después de La Gran Invasión la mitad de los tuiteros que llegaron siguen conectándose a Mastodon regularmente. Encuadrar esta cifra como un éxito o como un fracaso es un debate abierto, teniendo en cuenta que la adaptación a Mastodon puede ser complicada para los miembros de otras plataformas. “Si estás enganchado a Twitter... esto no es morfina, esto es otra cosa”, avisaba entonces uno de sus miembros veteranos en conversación con elDiario.es.
En la superficie, Mastodon se parece a Twitter: los usuarios pueden seguirse entre ellos y publicar comentarios (denominados “toots”, de 500 caracteres) que pueden ser respondidos por otros usuarios, recibir “me gusta” o ser compartidos en los perfiles propios. Pero la mecánica de la red es muy diferente: en el fondo, se parece tanto a Twitter como un centro comercial a un centro social autogestionado.
Entrando al Fediverso
El primer impacto que se lleva un usuario acostumbrado a las redes sociales privadas al entrar a Mastodon es esa sensación de que todo está construido de forma diferente. Al registrarse hay que elegir una “instancia” en la que hacerlo. Hay montones de ellas repartidas según las temáticas que tratan, que pueden basarse en intereses (tecnología, medio ambiente, videojuegos, etc.) o en lugares (ciudades, regiones, países).
No importa mucho a cuál se una cada usuario, pero sí tiene un impacto a la hora de buscar a otros miembros, en las características de la comunidad o en las normas de moderación. Y al intentar entender el por qué de todo esto es dónde viene el mayor choque: Mastodon no es “una plataforma”, sino una serie de nodos interconectados. De hecho, la red de servidores de Mastodon es solo una parte (la más grande) de algo llamado “Fediverso” (acrónimo de “federación” y “universo”).
“Sí que tuvimos algún caso que veíamos que era complejo entender el concepto de 'federación'. Pero acto seguido, nos poníamos manos a la obra y hacíamos un pequeño tutorial para que la gente tuviera un apoyo”, explica @spectrumgirl. Es la moderadora del nodo xarxa.cloud, que agrupa a colectivos sociales, y pide a este medio que se la identifique por su nick en Mastodon.
Cada instancia de Mastodon es autogestionada. Algunas por terceras empresas, la mayoría por voluntarios. El fundador de la red, el ingeniero alemán de 29 años Eugen Rochko, la configuró como un software de código libre que cualquiera puede utilizar para diseñar su propio espacio. Mastodon no tiene algoritmos de recomendación para aumentar la visibilidad de determinados usuarios o instancias concretas. No hay publicidad ni extracción de datos personales, por lo que cada instancia sufraga sus costes cómo decide.
Todas estas diferencias habían provocado que antes de La Gran Invasión fuera muy habitual que los nuevos usuarios de Mastodon duraran muy poco en el Fediverso. Pero seis meses después de la llegada de Musk a Twitter, la mitad de sus exiliados permanecen. “Yo creo que si has tenido una pequeña guía inicial, más cierto interés y ganas la adaptación no tiene que ser compleja, eso sí, seguro que tendremos que hacer más difusión del Fediverso”, dice @spectrumgirl.
¿Ha cambiado Mastodon o han cambiado los tuiteros?
Las diferencias entre ambas redes no aplican solo al concepto de plataforma. Antes del último desembarco tuitero, ya hacían que la gente estuviera mucho menos enfadada en Mastodon que en Twitter. Había menos toxicidad y polémicas y más reflexión y pausa. Es algo que podía hacer que la experiencia resultara menos “adictiva”, aunque fuera más sana. ¿Ha cambiado eso tras La Gran Invasión?
“Hemos tenido cosas puntuales, pero la moderación bien gestionada es una muy buena herramienta. Sí que se trasladan ciertas polémicas y es normal. Pero tratamos (al menos en los nodos en los que me muevo) de hacer frente y hacer una convivencia lo más respetable posible”, contesta @spectrumgirl: “Creo que Mastodon sigue siendo la misma red solo que más enriquecida”.
En total, la suma sale positiva. “Han venido personas nuevas y con una gran calidad de contenido ya no solamente en tech, sino de activismo, soberanía alimentaria, manualidades, artes, cultura rural, viajes... y un sinfín de categorías que enriquecen mucho más que el odio diario de Twitter. Se nota que es gente que echan de menos la ”acción“ y hablar de lo que les gusta, motiva o tratar de hacer discurso para el común, que creo que es un punto muy importante del ”para qué“ nacieron las redes sociales que en Twitter se ha olvidado”, detalla.
No han traído ese nivel de crispación y de respuestas que faltan al respeto o sin sentido que tiene Twitter
Santiago Lamela es informático y uno de los usuarios veteranos de Mastodon. Coincide con @spectrumgirl: “La gente se adapta. Siempre puede haber algo que al final es inevitable, pero no han traído ese nivel de crispación, ni de respuestas agresivas, que faltan al respeto o que dicen cosas sin sentido que son habituales en Twitter”.
Lo que sí se ha notado en la red es la aparición de cuentas institucionales y de organizaciones que llegaron siguiendo a los tuiteros huidos, “algo que antes era prácticamente inexistente”, dice Lalema. “Obviamente cuando hay un subidón de usuarios el rendimiento baja un poco, pero es algo normal. Pero lo que más se notó es que empezaron a aparecer perfiles conocidos, como por ejemplo de medios de comunicación, que suelen muy activos”, explica.
¿Qué futuro le espera a Mastodon? Gran parte de la respuesta puede depender de Elon Musk, que está relanzando su plan para generar un Twitter de pago y también sigue avanzando para transformarlo a largo plazo en X, “la app para todo”. “No creo que Mastodon vaya a sustituir a Twitter en número de usuarios, pero sí que es como una alternativa en la que la gente está a gusto y se puede adaptar”, concluye Lamela.