La aparición de ChatGPT en noviembre de 2022 dio inicio a una impetuosa carrera entre Microsoft y Google por liderar el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) generativa. La primera vio su oportunidad de dejar atrás su papel de abuelita de las grandes tecnológicas e hincarle el diente a servicios que Google ha dominado durante dos décadas. Esta última, por su parte, se vio sorprendida por un asalto frontal que no esperaba y que dejaba el poso de que, por primera vez en su historia, iba a rebufo en una desarrollo clave para la sociedad digital.
“Espero que con nuestra innovación les entren ganas de salir y demostrar que saben bailar. Quiero que la gente sepa que les hemos hecho bailar”, dijo Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft, retando abiertamente a Google. Y bailaron, pero haciéndose la zancadilla: iniciaron una vorágine de presentaciones con productos a los que realmente les quedaba bastante para llegar a los usuarios, intentaron pisarse las presentaciones la una a la otra contraprogramando sus eventos, presumieron de la potencia de sus inteligencias artificiales mientras estaban en período de prueba cerrada y solo permitían que los periodistas las probaran unos minutos.
A efectos prácticos, esta primera parte de 2023 las dos multinacionales han mantenido una batalla de imagen más que de innovación. Pero ambas están preparadas ya para lanzar una revolución que afectará directamente a los trabajadores de oficina, que verán un gran número de sus tareas automatizadas. Estos son los cambios que vienen:
El copiloto
En 2014 empezaron a salir al mercado las Alexa, Siri o el asistente de voz de Google. Diez años después han cumplido muy poco de lo que prometían: la mayoría solo las usa para poner música, encender y apagar las luces o programar la puesta en marcha de algún electrodoméstico. Amazon ha reconocido el fracaso y aprovechó los despidos masivos de las tecnológicas para eliminar buena parte de la división encargada del desarrollo de Alexa. Lo que propone ahora Microsoft es utilizar la tecnología base de ChatGPT para dar forma a lo que esos asistentes aspiraban a ser.
La compañía fundada por Bill Gates los llama “copilotos” y avisa que cambiarán el paradigma en cómo nos relacionamos con los ordenadores. Se podrá interactuar con ellos tanto en lenguaje escrito como con órdenes de voz. Un ejemplo: “Abre el documento de presupuestos que estuve modificando ayer a las seis de la tarde y elimina todos los ingresos correspondientes a Palomitas de maíz SL. Luego adjúntaselo a Ana en un correo y escribe que estas son las últimas cuentas modificadas tras la reunión de esta mañana”.
Esto es lo que promete Microsoft para Windows Copilot, que se añadirá en fase preliminar a Windows 11 en el mes de junio. Pero no hay solo un Copilot, sino que la empresa ha introducido asistentes específicos en Word, Excel, PowerPoint, Outlook o Teams. Asegura que con su ayuda cualquiera podrá llevar a cabo tareas complejas en esas herramientas. “El 80% de nuestro tiempo se consume en tareas que nos atascan. Copilot aligera la carga”, propone la compañía.
En Outlook, resumir cadenas de correo, señalar lo importante y responder al resto con mensajes predefinidos. En Excel, pedirle que destaque patrones o haga fórmulas complejas en segundos. Y Teams, el servicio de videollamadas de Microsoft, “resumir los puntos de discusión clave, incluido quién dijo qué y dónde están alineadas las personas y dónde no están de acuerdo, y sugerir elementos de acción, todo en tiempo real durante una reunión”.
Google ha anunciado desarrollos similares para Workspace, su paquete de herramientas de ofimática. Sin embargo, Microsoft ya está probando todo esto con sus clientes empresariales y se espera que abra los copilotos a todos los suscriptores de Office 365 de manera inminente. Como ocurrió al añadir la IA generativa a los buscadores, Microsoft va ganando por la mano a Google.
Publicidad individualizada con IA
Donde Google no se ha dejado adelantar es en el terreno de la publicidad. La multinacional ha anunciado esta semana una serie de herramientas para, por un lado, perfilar aún más los anuncios que ven los usuarios de sus servicios y, por otro, ayudar a la contratación de campañas de publicidad en su plataforma para personas con menos conocimientos en este campo.
Google ha desarrollado un asistente conversacional del estilo de ChatGPT para su buscador al que ha llamado Bart. Sin embargo, ha preferido no habilitarlo en Europa hasta no tener claro cómo se resuelven los problemas de privacidad de su rival y cómo evoluciona la negociación del nuevo Reglamento de inteligencia artificial que se negocia en Bruselas. Pero eso no significa que la IA no vaya a marcar el futuro de su servicio estrella. “La evolución del buscador afecta al futuro de la publicidad”, avisa.
En los próximos meses la multinacional integrará las capacidades de su buscador con el modo “shopping” para que la inteligencia artificial pueda ofrecerle publicidad a medida. “Por ejemplo, si alguien busca ”actividades al aire libre en Maui“ y acota más la búsqueda para encontrar ”actividades para niños“ y ”surf“, es posible que le aparezca un anuncio absolutamente personalizado de una agencia de viajes que ofrece clases de surf para niños”, explica.
Lo que sí traerá Google a Europa es una herramienta muy parecida a los copilotos de Microsoft pero destinada a su plataforma de publicidad. Su objetivo será facilitar que cualquiera pueda diseñar campañas adaptadas a sus sistemas más fácilmente. Una herramienta mucho menos masiva que las de su competencia, pero que puede suponer un auténtico torpedo para innumerables agencias de marketing online que se dedican precisamente a eso: intermediar entre las empresas que quieren hacer publicidad y las plataformas de Google y Facebook, que dominan ese mercado.
De esta forma, esa herramienta (a la que Google no ha dado un nombre concreto) podrá generar automáticamente “palabras clave, titulares, descripciones, imágenes y otros contenidos relevantes y eficaces para la campaña de modo que hace posible revisar y editar fácilmente estas sugerencias, antes de poner la campaña en marcha”, detalla Google.
Bomba de humo en los buscadores
La irrupción de ChatGPT, el posterior megacontrato entre OpenAI y Microsoft y el movimiento inmediato de esta para incorporar su tecnología a su buscador Bing hizo pensar que la revolución de la IA generativa empezaría en este campo. Sin embargo, en estos meses el mercado de las búsquedas no se ha movido un ápice: según Statcounter, Google se mantiene en el 92% de cuota de mercado que tenía antes del lanzamiento de ChatGPT y Bing, de hecho, ha bajado casi un punto respecto a octubre de 2022: del 3,5% al 2,7% actual.
El hecho de que Bard no vaya a estar disponible en Europa en los próximos meses agravará la situación. En los 180 países donde ya está disponible (o para los usuarios de VPN que quieran saltarse el bloqueo territorial), la IA de Google se ha mostrado como un sistema incluso superior a ChatGPT en algunos aspectos. Está conectado a Internet y por tanto puede dar información de actualidad, resumir las noticias del día o hacer comentarios ajustados a la realidad actual. Además lo hace añadiendo las fuentes de cada afirmación. Sin embargo, como el resto de IA de la competencia, también puede alucinar y dar información incorrecta.
Al contrario, donde más puede impactar la llegada de estas herramientas es en el empleo de oficina. Los copilotos de Microsoft y el asistente para generar campañas de publicidad de Google son solo las primeras aproximaciones de una serie de sistemas que automatizarán buena parte de las tareas de los trabajadores que en EEUU se conocen como de cuello blanco (por los cuellos de las camisas). Las compañías tecnológicas emularán estos asistentes para integrarlos en sus métodos de trabajo y, con el tiempo, todo apunta a que Microsoft o la propia Google lanzarán servicios para que empresas menos digitalizadas diseñen sus propios asistentes basados en IA.
El movimiento ya ha empezado. IBM ha despedido este año a 8.000 trabajadores y lo ha relacionado directamente con la automatización derivada de las nuevas herramientas de aprendizaje automático. Su CEO, Arvind Krishna, puso el ejemplo de lo que ha ocurrido en su departamento de Recursos Humanos (RRHH): “Al poner a prueba esta tecnología dentro de la propia IBM, hemos podido pasar de 700 profesionales que realizaban un tipo de trabajo relativamente manual relacionado con los RRHH a menos de 50”, reveló en una tribuna en Fortune.