Argentina concentra un gran número de comunidades de mujeres que buscan su hueco en el sector de la tecnología. El empoderamiento feminista es parte del objetivo de muchas comunidades de programadoras que surgen en países como este, que no están en el epicentro del boom tecnológico, pero desde donde se intenta que esta fase del progreso no deje, de nuevo, a las mujeres atrás.
Bien sea por su poca presencia en las carreras dedicadas al sector informático y a las ingenierías -un 16% de chicas estudian este campo en el país sudamericano- o por la falta de directivas en las delegaciones de las principales tecnológicas mundiales, existen más de una veintena de comunidades locales dedicadas a incluir y formar a mujeres en el sector y a protegerlas una vez que están dentro. Un número que se antoja insignificante pero que es realmente competitivo para un solo país.
La particularidad de estos pequeños grupos es el activismo que realizan de forma local, sin la participación de congresos tecnológicos de talla mundial ni multinacionales de gran capital. Esta es la línea de actuación que distingue a organizaciones argentinas como Chicas en Tecnología, Chicas Programando, Media Chicas, Ada o Activismo Feminista Digital, entre otras.
“Con el 'boom' que hay ahora de las nuevas tecnologías, las nuevas profesiones, el Big Data, la Inteligencia Artificial (…) nos preguntamos por qué en el área tecnológíca, habiendo tanta oferta laboral, las mujeres no están participando”, reflexiona Nayla Portas, cofundadora de la organización [Las] De Sistemas. Este grupo en concreto surgió a través de Twitter y ofrece acompañamiento a las mujeres que ya trabajan en el sector tecnológico. Encontraron la necesidad de poner una “mirada feminista” en un ámbito empresarial en el que, si ya es difícil acceder por la exigencia de conocimientos, surge la ya conocida traba de género.
“Una de las problemáticas que necesitamos abordar es que hay pocas mujeres como oradoras en eventos de tecnología. Hay muchas que tienen poca experiencia, entonces no se animan a hablar”, explica Portas. Trabaja en un país que arroja una proporción de 15 mujeres por cada 100 hombres ocupando cargos de aplicación tecnológica, un porcentaje similar al de sus países vecinos.
La necesidad de crear sociedades locales para sacar a la luz a las potenciales informáticas y programadoras del país se da porque quieren dirimir todas las dificultades conceptuales que puedan encontrarse en el mundo digital y prepararlas para cuando accedan a empresas más grandes. “Algunas formas de trabajo o de participación tal vez no tienen tanto que ver con cosas locales. Tal vez hay bajadas (visiones o intenciones) más corporativas y nosotras lo que hicimos fue salirnos de esa lógica”, explica.
El activismo feminista por bandera
Es cuestión de tiempo que las afecciones que sufren las mujeres argentinas se trasladen a la discusión global; a esta conversación concreta se añaden cada vez más participantes. El país sudamericano está en constante ebullición activista desde que en 2015 el movimiento Ni Una Menos se convirtiera en el estandarte mundial contra la violencia de género.
“Tenemos la responsabilidad de pensar que no solo Silicon Valley es el lugar al que tenemos que apuntar”, asegura en una conversación con eldiario.es Melina Masnatta, directora ejecutiva de Chicas en Tecnología. Lo primero de lo que buscan deshacerse es del rol de visionario emprendedor exitoso que se suele asociar a un gigante como Google, un Facebook o un Apple. “Imaginamos un Steve Jobs, solitario, casi un héroe magnánimo; y la realidad es muy alejada, nuestra intención es conseguir otro tipo de liderazgo no tan masculino”, dice Masnatta. Su organización surgió en 2015, año clave para el movimiento en Argentina, y trata de guiar a las próximas generaciones líderes en el sector “buscando nichos donde hay menos mujeres”.
Las herramientas con las que trabajan son comunes para todas las personas familiarizadas con el mundo digital: lenguaje de programación y de sistemas, ciberseguridad, fintech (tecnología financiera), etc. Es el enfoque lo que varía, lo más importante para Masnatta a la hora de abordar esta enseñanza: “En el mundo no existe el role model de una mujer que crea en tecnología y que no sea una CTO (directora de tecnología por sus siglas en inglés), solitaria con montón de recorridos”, asevera, y es eso la principal variante que las de Chicas en Tecnología aprenden.
Ni Una Menos, aborto legal... y hackers poderosas
“Me esforcé, hice la carrera, entré pero ahora me enfrento a un mundo con muchos más problemas que al principio”. Es la carta de presentación de casi todas las chicas que acuden a Las De Sistemas, según Portas. Explica que en su comunidad existen muchos perfiles: chicas que trabajan en cooperativas de software, en las delegaciones argentinas de tecnológicas como Microsoft, Amazon o Google, programadoras recién salidas de la universidad, etc.
“Cada una es libre de armar su carrera como más le guste”, defiende Portas, pero es necesario darles herramientas para que no se encuentren con los mismos problemas de siempre: brecha salarial, techo de cristal, acoso laboral, entre otras dificultades de cuestiones de género. “Creo que en el tema tecnológico, el principio de nuestro acercamiento es la pérdida de oportunidades, buscamos la equidad de acceso de oportunidades en formación digital. Lo que implica un sueldo, posicionarnos económicamente y socialmente en el mundo, estamos perdiendo talento”, continúa Masnatta.
Ambas expertas coinciden en que esta adhesión al mundo tecnológico está irremediablemente ligada a los movimientos feministas que caracterizan al país. Este año, la marea feminista supuso multitudinarias movilizaciones a favor del derecho a decidir -que en este país solo es legal en ciertas condiciones- y ponen el grito en el cielo contra cada feminicidio. Ahora, ven una oportunidad en el sector de las nuevas tecnologías que no van a dejar escapar, porque quieren a su población femenina formada e implicada. “En Argentina siempre tenemos que estar ganando. Ese es el salto, por eso nos diferenciamos”, concluyen.