Madrid, 5 dic (EFE) .- No es una película y no ocurre en Estados Unidos. Se trata de peleas de sumo entre robots, una lucha sin cuartel que desde 2014 llevan organizando en la asociación de estudiantes Reset, en la Escuela de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid.
El diseño y montaje de estos robots es todo un reto para los alumnos de la escuela, que deben construirlos ellos mismos desde cero, para lo que todos los participantes disponen de impresoras 3D de la asociación que pueden utilizar de forma gratuita.
Uno de los participantes es Diego, que asegura que su construcción no es muy complicada. “El problema es diseñarlo”, explica a Efe, y detalla que fabricar el robot puede acarrear un trabajo de “al menos seis meses”, porque tienen que elaborarlo en el tiempo libre que les queda entre las clases, proyectos y exámenes.
Diego no pudo competir el año pasado en ninguna pelea por problemas técnicos en su robot, pero cuenta que se va a volver a apuntar a la competición este año. “Estudias muchas cosas que, al final, no puedes terminar aplicando, o cosas que directamente no ves y tienes que aprenderlas por tu cuenta”, justifica este alumno de ingeniería.
Alfonso, otro participante de Sumo, explica a Efe que lleva cuatro años en la competición.
Su robot, Botvid-19, está en su mayoría fabricado con una impresora 3D, con una carcasa blanca, dos ruedas y una cuña para levantar al oponente y así empujarlo fuera del escenario.
“Lo importante es que nos lo pasemos bien y que podamos disfrutar del robot que cada uno ha diseñado”, explica Alfonso.
REGLAS SENCILLAS, ROBOTS COMPLEJOS
Las reglas de la competición de Sumo son sencillas. Se organiza una liguilla en la que van compitiendo todos los robots contra todos, en combates de tres asaltos que duran tres minutos.
Ese es el tiempo que un robot tiene para conseguir expulsar al robot oponente del escenario.
No vale cualquier robot, y los alumnos de ingeniería tienen que adaptar sus creaciones a las características específicas que requiere la competición: sus aparatos deben caber en una hoja de papel y no pesar más de dos kilos.
Además de tener la capacidad de sacar al robot oponente de la pista, deben ser capaces de sortear los obstáculos que van a encontrar en el escenario, que cuenta con alguna trampa como un foso de piedras, pinchos metálicos o una ruleta que empuja a los robots.
EL ORIGEN
La asociación de alumnos Reset y las competiciones nacen después de que la escuela de ingeniería tomara la decisión de eliminar la asignatura Cybertech, que consistía en construir un robot con el fin de participar en una competición contra el resto de estudiantes matriculados.
Por aquel entonces, los robots competían en el 'Siguelíneas' -un espacio en el que el aparato debía hacer un recorrido siguiendo una línea-, y en el resolvedor de laberintos, una prueba en la que el robot debía ser capaz de salir de un laberinto sin ayuda.
Para que no se perdieran los beneficios de esta asignatura y debido al interés mostrado por los alumnos, dos profesores de la escuela decidieron montar la asociación, que seguiría haciendo el torneo Cybertech cada año, al que se podrían apuntar los alumnos interesados en dar continuidad a su formación con la construcción de estos artefactos.
De hecho, la próxima edición de Cybertech será en abril y ya hay cinco equipos inscritos, que se preparan poniendo a punto sus robots para poder competir.
Cuatro días de torneo en los que se vive tensión, se aprende, pero lo más importante: cuatro días en los que se divierten con sus creaciones.
Por Diego Barajas