Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Una plataforma digital para conocer la huella integradora de Carlomagno

Santiago José Sánchez Barcelona —

0

Santiago José Sánchez

Barcelona, 18 may (EFE).- Aunque no sea la que más páginas ocupa en los libros de historia que se estudian en los institutos de secundaria, la época carolingia puede considerarse uno de los primeros intentos de integración europea, una auténtica unificación que fue más allá de lo religioso y lo cultural.

Para poner en valor aquella época y hacer llegar al público general el dominio de Carlomagno y sus descendientes entre los siglos VIII y X, el Instituto de Estudios Catalanes (IEC) ha puesto en marcha el proyecto CATCAR, una plataforma virtual que aunará documentos, cartografías e incluso itinerarios turísticos sobre la época.

El proyecto, que ha recibido 463.630 euros de fondos europeos FEDER a través del Programa Interreg V-A España-Francia-Andorra (POCTEFA), tiene una vertiente científica y otra más divulgativa.

Por un lado se digitalizarán los más de 5.000 documentos de la época incluidos en la colección 'Catalunya Carolíngia', editada por el IEC, lo que facilitará el acceso a los investigadores, y por otro, se harán accesibles al público a través de una página web.

El emblema del proyecto será un mapa digital que recreará la Cataluña carolingia. En él se encontrará de todo: desde monasterios hasta molinos, pasando por praderas, murallas y ciudades. Será, en definitiva, una herramienta que satisfará las necesidades de investigadores y de curiosos, como explica, en declaraciones a Efe, el responsable del proyecto, Jaume de Puig.

El verdadero origen de CATCAR se remonta a 1920, cuando el IEC puso en marcha la iniciativa 'Catalunya Carolíngia', que buscaba reunir toda la documentación sobre la época, una empresa iniciada por Ramon d'Abadal y que publicaría finalmente su primer volumen en 1956 tras superar los obstáculos de la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil y los primeros años del franquismo.

Jaume de Puig considera que la versión digital, agrupada en CATCAR, será la edición canónica del proyecto, ya que podrá ir actualizándose con facilidad.

“No hacemos nada más que proyectar hacia el futuro una obra que ha costado 100 años”, resume.

TRABAJO A AMBOS LADOS DE LA FRONTERA

Para llevar a cabo CATCAR ha sido “imprescindible” la colaboración entre instituciones a ambos lados de la frontera francesa y española, entre ellas la Universidad de Perpiñán (Francia) o el archivo del departamento francés de los Pirineos Orientales.

Aymat Catafau es profesor de Historia Medieval en la Universidad de Perpiñán (Francia) y se ha encargado de referenciar geográficamente e identificar documentos con origen en ambos lados de la frontera.

“Los que tenemos aquí son unos 680 documentos, lo que representa una octava parte de la documentación total. No queda ninguna región de la marca hispánica que no tenga documentación”, explica Catafau en declaraciones a Efe.

Catafau precisa, no obstante, que esta documentación fue reunida por el IEC y por Pere Ponsich, un historiador nacido en Perpiñán, Cruz de Sant Jordi de la Generalitat en 1987 y fallecido en 1999.

A pesar de que “en proporción” es del mismo nivel que la del sur, gran parte de esta documentación no es original: “Aquí ha habido mucho desgaste dentro de la documentación eclesiástica después de la Revolución Francesa. Tenemos mucha documentación que son copias hechas en los siglos XVII y XVIII”, apunta.

FRONTERA ENTRE DOS RELIGIONES

Pero, ¿qué tuvo de relevante esta época tan poco conocida? Jesús Alturo es catedrático de Paleografía, Codicología y Diplomática de la Universidad Autónoma de Barcelona, y explica, en conversación con Efe, que los cambios impulsados por Carlomagno en el campo de la cultura, la liturgia, la escritura y la lengua han llegado hasta nuestros días.

En primer lugar, Carlomagno “reforzó la cultura cristiana” en los territorios de la Cataluña actual, no sólo por ser un territorio de frontera entre Al-Ándalus y el imperio carolingio, sino porque unificó las liturgias cristianas y se impuso a prácticas consideradas heréticas: “Carlomagno no quería disensiones teológicas”.

“Aunque la sociedad era analfabeta, tenían influencia de la Iglesia, porque recibían el bautismo, la extremaunción... Todo pasaba por la Iglesia. El único contacto que tenían con la cultura literaria era a través de las pinturas de las iglesias y las explicaciones de la palabra de Dios que les hacía el rector, y esto tenía una influencia enorme”, subraya Alturo, que también es miembro del Comité International de Paléographie Latine.

Catafau explica que las diferencias en la época entre ambos lados de la frontera eran prácticamente inexistentes: la conquista carolingia se produjo entre 15 y 20 años antes en la vertiente francesa de los Pirineos, un periodo de tiempo mínimo dentro de la escala histórica.

“Encontramos el mismo tipo de documentación, la misma importancia de las abadías, que eran los lugares en los que se implementaba la cultura, y también el mismo tipo de explotación del territorio. Era frecuente que las familias tuviesen posesiones a uno y otro lado del Pirineo”, resume el profesor de la Universidad de Perpiñán.

OCHO RUTAS TURÍSTICAS

Para trasladar la época al público general, el IEC ha diseñado ocho itinerarios a ambos lados de la frontera vinculados a la época carolingia, que serán accesibles a través de una aplicación móvil, y que pasan por el monasterio de Cuixà, Elna y L'Albera, en Francia, y por Gerri de la Sal, Sant Joan de les Abadesses, Girona, Barcelona y Vic.

En la elaboración de estos itinerarios y del resto de herramientas de divulgación también ha participado Aymat Catafau, con el objetivo de presentar “el paisaje y el patrimonio de la época carolingia de manera más atractiva”.

El proyecto también contempla la puesta en marcha, entre febrero y abril de 2022, de una sala con una experiencia inmersiva que trasladará a los visitantes hasta la Cataluña de la época, y que estará desarrollada por el Institut Méditerranéen d'Etudes et Recherche en Informatique et Robotique (IMERIR), que tiene sede en Perpiñán.