El número de años en precariedad laboral de los españoles crece desde hace 30 años, según un estudio del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (CED-UAB), el primero que ha comparado 22 generaciones, entre 1987 y 2017.
El estudio resalta, entre otras cosas, el aumento de la precariedad entre las mujeres, ya que las nacidas en 1978 han pasado casi el 50 % de su vida activa, entre los 30 y los 39 años, en inseguridad contractual.
El estudio, que publica hoy la revista 'Perspectivas Demográficas', ha sido elaborado por las investigadoras Mariona Lozano y Elisenda Rentería, y demuestra que la primera generación estudiada, nacida en 1957, pasó la mitad de los años en temporalidad e inseguridad laboral que la de 1978.
Según han explicado las investigadoras, es la primera vez que se calculan para España los años vividos en precariedad, y lo han hecho estudiando la evolución de las tasas de desempleo y precariedad (contratos temporales, horas de trabajo y tipo de trabajo) para hombres y mujeres según su año de nacimiento.
También han estimado los años de vida activa en el mercado laboral en condiciones de inseguridad contractual con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de la Encuesta de Población Activa (EPA).
Han observado cómo el desempleo ha tendido a fluctuar según los ciclos económicos, mientras que las tasas de precariedad no han dejado de aumentar, aunque en épocas de crisis los trabajadores precarios han sido los primeros expulsados del mercado.
En 1993, y especialmente en 2008, el desempleo creció fuertemente tanto en hombres como en mujeres, y el paro registró su pico más alto, el 26 %, en 2013 para la generación de 1978.
Según el estudio, la inseguridad y la temporalidad se ha doblado en los últimos 30 años, ya que los hombres nacidos en 1957 pasaron un año ocupados en condiciones precarias entre los 30 y los 39 años, mientras que los nacidos en 1978 han pasado dos.
“La larga incertidumbre laboral a la que los jóvenes se exponen dificulta la entrada plena a la vida adulta y pospone su emancipación, la independencia económica, formar parejas estables, el matrimonio y el nacimiento de los hijos”, señala el estudio.
Las cifras entre las mujeres todavía aumentan más, y pasan de 1,5 a 2,6 años.
Las nacidas en 1978 han pasado casi el 50 % de su vida activa entre los 30 y 39 en inseguridad contractual y las generaciones nacidas después de 1972 son las que se han visto más afectadas por la precariedad.
Según Mariona Lozano y Elisenda Rentería, “el aumento de la precariedad, especialmente en estas edades, es un derroche de recursos que un país como España, con un progresivo envejecimiento, no se puede permitir, ni en términos de cotizaciones ni en términos de fecundidad frustrada o de riesgo social”.
Uno de los resultados más relevantes es que si bien los hombres con mayor nivel de estudios es un factor positivo que disminuye la exposición a la precariedad, este no es el caso entre las mujeres.
“Para ellas, un mayor nivel educativo no parece protegerlas de la precariedad”, según las investigadoras.
El estudio concluye que es necesario reducir la precariedad de la vida laboral entre los adultos jóvenes, especialmente para las generaciones femeninas, ya que “esta es la mejor política para contrarrestar el aumento de la infecundidad y el impacto negativo del progresivo envejecimiento de la población sobre la sostenibilidad del Estado del bienestar”.