La salida de las compañías internacionales de Rusia ha provocado problemas en múltiples sectores. Uno de ellos fue que de la noche a la mañana los rusos perdieron buena parte de las funciones de sus dispositivos móviles. Ni descargar nuevas apps, ni actualizarlas, ni comprar o renovar suscripciones de pago a través de ellas. La congelación de los servicios de Google y Apple dejó en el limbo a los más de 100 millones de usuarios que tienen en el país, pero también a miles de desarrolladores que dependían de esos ingresos.
Rusia ya ha puesto en marcha un plan para contrarrestarlo. Tal y como había anticipado un grupo de desarrolladores a finales de marzo, la NashStore (“Nuestra Tienda”) comenzó su fase de pruebas este lunes, el Día de la Victoria en Rusia, como “tienda de aplicaciones alternativa, independiente y resistente a las sanciones”.
El piloto de la NashStore, pensada como un método para descargar y actualizar aplicaciones sin pasar por los sistemas de las multinacionales estadounidenses, estará en pruebas una semana. A partir del 16 de mayo se abrirá la posibilidad de descargarla para todos los usuarios de Android, el sistema operativo que usan un 77% de los teléfonos rusos según Statcounter. Llegar a ellos será más fácil que para el 22% que usa el iOS de Apple, puesto que la base de Android es código abierto y Google no puede impedir que se instalen aplicaciones ajenas a las suyas, como sí hace su rival.
La nueva tienda de aplicaciones rusa permitirá los pagos con las tarjetas bancarias rusas del sistema de pago Mir, otra alternativa creada para eludir las anteriores sanciones internacionales contra el Kremlin y reducir la dependencia del país de plataformas de pago estadounidenses como Visa y Mastercard.
Los bloqueos de los pagos también afectaron a las plataformas tecnológicas. Netflix, Paypal, Spotify o Samsung interrumpieron las pasarelas de pago desde y hacia Rusia. Cuando lo hicieron Google y Apple, las aplicaciones rusas que gestionaban suscripciones a prensa digital, a audiolibros, a vídeo o audio dejaron de poder recibir fondos.
"NashStore [Nuestra Tienda] y nuestras reglas. No permitiremos sanciones ni censura. Tus aplicaciones están de vuelta"
“Estamos devolviendo la capacidad de usar tarjetas bancarias rusas, sus suscripciones y los productos online para que estén disponibles nuevamente”, afirman desde NashStore. Su desarrollo ha estado liderado por Digital Platforms, una organización que actúa como asociación sectorial de empresas tecnológicas rusas y conexión entre la industria de los desarrolladores y sus potenciales clientes.
La NashStore funcionará de forma similar a las tiendas de aplicaciones de Google y Apple, con puntuaciones de las apps basadas en un ranking de estrellas, búsqueda inteligente, colecciones temáticas, etc. Sus desarrolladores aseguran que será “un entorno seguro”: “NashStore [Nuestra Tienda] y nuestras reglas. No permitiremos sanciones ni censura. Tus aplicaciones están de vuelta”.
En cualquier caso, parece difícil que los desarrolladores de fuera de Rusia y su esfera de influencia acepten introducir sus apps en NashStore, al menos mientras estén en vigor las sanciones que esta pretende combatir.
Independencia del Internet ruso
En los últimos años se ha intensificado el uso de los bloqueos tecnológicos como herramienta geopolítica. La primera en sufrirlo fue la china Huawei, a la que el Gobierno estadounidense de Donald Trump vetó el acceso a tecnología de sus empresas nacionales. Entre otras cosas, esto supuso que sus móviles no pudieran utilizar las herramientas de Google para Android, como la Play Store.
El bloqueo obligó a la compañía china a desarrollar su propio sistema operativo, HarmonyOS, así como su propia tienda de apps, que lanzó el pasado verano.
La salida de las empresas internacionales de Rusia tras la invasión de Ucrania por parte de Vladímir Putin profundizó una estrategia en la que este llevaba tiempo trabajando: independizar al máximo su Internet de la red global. El Kremlin siempre ha impuesto un férreo y directo control sobre sus tecnológicas, pero el proceso que dio un paso clave en 2019 con la aprobación de una ley que permitía al presidente ruso escindir a su país de las infraestructuras del resto del mundo y dominarlo. La guerra ha proporcionado un punto de no retorno con desarrollos forzados como la NashStore.
La batalla por las redes
Rusia es el segundo país que toma este camino después de China, que levantó una muralla entre su Internet y el del resto del mundo conocida como “el gran firewall chino”. Esto permite a Pekín imponer la censura interna y vigilar a sus ciudadanos. El régimen chino acaba de ordenar a toda su administración pública dejar de usar los ordenadores y el software de fabricantes extranjeros e intercambiarlos por los de marcas nacionales, la última vuelta de esta estrategia.
China y Rusia se mueven de la mano en este campo. Apenas unos días antes de que las tropas rusas invadieran Ucrania, Putin y el presidente chino Xi Jinping celebraron un encuentro de alto nivel en el que trataron la gobernanza mundial de Internet. Firmaron un acuerdo que afirmaba que “Rusia y China consideran inaceptable cualquier intento de limitar su derecho soberano a regular los segmentos nacionales de Internet y garantizar su seguridad”.
Esta tendencia se conoce como balcanización de la red y ya tiene su respuesta geopolítica por parte sus adversarios. 60 países liderados por EEUU —y entre los que se encuentra España— firmaron la Declaración por el Futuro de Internet, un tratado que reclama que la red “sea abierta, libre, global, interoperable, fiable y segura”.
La Declaración para el Futuro de Internet no menciona directamente a Rusia ni a China, aunque la Casa Blanca recuerda que la red se enfrenta a “amenazas” como el “aumento del autoritarismo digital en la que algunos Estados actúan reprimiendo la libertad de expresión, censurando sitios de noticias independientes, interfiriendo en las elecciones, promoviendo la desinformación y negando a sus ciudadanos otros derechos humanos”.