No hay toros ni matadores ni banderilleros. Durante el miércoles 4 y el jueves 5 de julio, en Las Ventas, solo han existido drones. Chicos (en un 99%) venidos desde EEUU, Alemania, República Checa o Reino Unido, entre otros países, han participado en la primera competición internacional de esta disciplina que se celebra en España y que se enmarca dentro de la feria Expodrónica. Traen sus drones y también los reparan, lo que convierte a la Drone Champions League (DCL) en una competición con cierto aire Do It Yourself (DIY - Hazlo tú mismo). Ya hay quien lo compara con las carreras de vainas de Star Wars, por eso de la velocidad, la espectacularidad y los accidentes. Contra la piedra.
Daniel Pachón “Pacha” y Alex Zamora son los únicos profesionales españoles. El primero, de 30 años y que trabaja reparando ascensores y el segundo, que tan solo tiene 10 años y ya es el cuarto del mundo, representan al equipo Wild Prop. El número de pilotos varía en función de la escuadra: hay algunos, como los China Dragons, que son solo cuatro; y otros, como los Nexxblades, que llegan hasta los siete integrantes. “Es matemática: cuantos más jugadores lleves, más opciones tienes. Como la lotería”, explica Pacha a eldiario.es. Precisamente, Nexxblades ganó la final del miércoles.
La de Las Ventas es la segunda prueba del campeonato, que antes pasó por Múnich y que después llegará a Spielberg (Austria) y Zúrich (Suiza). En Madrid, la estructura de la plaza de toros no da mucho pie a la imaginación: la carrera tiene forma circular y gana el primero que complete tres vueltas. Para darle emoción al asunto, sobre las gradas se han montado una suerte de obstáculos hinchables que los drones han de atravesar o bien, rodear. En el suelo hay marcado con luces el camino a seguir, ya que de otra forma ni los propios pilotos sabrían por dónde van (alcanzan velocidades cercanas a los 140 km/h). Manejan el dron sentados en butacas, con un mando de radiocontrol y unas gafas especiales denominadas FPV (First Person Vision - Visión en primera persona) y por las que ven, como si se tratara de un videojuego, exactamente lo mismo que ve el aparato.
Las carreras, en Mediapro; los pilotos, sin sueldo
Cada carrera tiene dos fases. En la primera, el jugador 1 del equipo A se enfrenta al jugador 1 del equipo B, y así sucesivamente. Cuando ya han corrido todos se celebra otra prueba, esta vez colectiva, donde participan los dos equipos con sus ocho pilotos (cuatro y cuatro). Gana el equipo que más puntos sume tras las dos carreras. Y por si se lo estaban preguntando, los drones no son ilimitados: cada piloto tiene cuatro, a administrarse en los dos días de competición. Si estrellan todos, quedan descalificados. El equipo que gane se llevará 2.000 euros, que repartirán entre todos los integrantes.
“La DCL es una competición privada, como la liga de fútbol. Tenemos streaming en directo en la web y, además, contamos con un acuerdo para la retransmisión en Gol Televisión con Mediapro”, explica a eldiario.es Raúl Nieto, miembro de la DCL. Dice que, como en la Primera División de Fútbol, “entre los equipos hay un mercado: un equipo puede fichar a un piloto de otro equipo, como ha sido el caso de Dani Pacha”. Y no esconde que, como ocurre en los esports, aquí también existen jugadores franquicia: “algunos tienen un nivel y un estatus que, por definición, ya les convierte en eso. Hay varios casos”.
Nieto asegura que no sabe cuánto gana un piloto de drones. “Esa pregunta se la tendríais que hacer a los equipos y a los chicos”, dice. Según el piloto Pacha, los contratos incluyen “asistencia, disponibilidad, firma con los patrocinadores, promoción de los productos, el equipo... pero realmente no hay un contrato en cuanto a dinero que venga de vuelta. No tenemos un sueldo, para nada”. Solo el tiempo, la audiencia y el desarrollo de la competición nos dirá si nos encontramos de nuevo con falsos autónomos, como ya pasó con los 'Messi' de las mejores ligas de videojuegos.