“Si eres de izquierdas y tienes muchos seguidores, revisa tu cuenta”, advertía en Twitter Alejandro Sánchez, redactor de Diario16. A esa misma cadena se sumaron usuarios como Masa, Jonathan Martínez o Barbijaputa, entre otros. Todos ellos tienen algo en común: el perfil ideológico y cientos de bots que sustituyen a followers reales.
“Me llegaron mensajes de tuiteros que misteriosamente habían dejado de seguirme”, explica a eldiario.es Jonathan Martínez, periodista que denunció este problema. El lugar de estos ahora lo ocupaban cuentas con nombre genérico y sin avatar. Es decir: bots. “Suelen ser perfiles nuevos que siguen a unas pocas decenas de usuarios, casi siempre los mismos”. Pero, ¿por qué ocurre? Algunos de los afectados apuntan a una medida para reducir su repercusión en Twitter: el shadow banning.
Esteban Mucientes, experto en redes sociales y estrategia digital, indica a este periódico que el shadow banning es “una de las estrategias más simples y clásicas de Internet para moderar comentarios”. Mediante este mecanismo, un administrador puede reducir la visibilidad de un usuario problemático sin expulsarle de la red. “Es como si el usuario estuviera predicando en el desierto”, añade.
El shadow banning, según Martínez, “es la principal teoría” de por qué los bots están llegando a las cuentas de ciertas personalidades de izquierdas, pero la pregunta sería “quién lo estaría aplicando”. El periodista continúa diciendo que no le interesan “las teorías de la conspiración”, sino que Twitter “explicara un caso que afecta a tantas cuentas y deja en mal lugar a la red social”.
eldiario.es ha contactado con Twitter para conocer más detalles sobre el supuesto el shadow banning, pero indican brevemente que “por razones de seguridad y privacidad” no hacen comentarios “sobre casos o cuentas específicos” y se limitan a remitir las normas de uso sobre spam y seguridad. Quien sí comentó algo fue Jack Dorsey, uno de los cofundadores de la red social, que prometió “un enfoque completamente nuevo sobre el abuso en Twitter”.
Según informa The Verge, la web del pájaro azul ha comenzado a implementar un nuevo enfoque para filtrar a trolls y agrupar sus publicaciones bajo “respuestas menos relevantes”. La página especializada considera que este cambio “parece diseñado para reducir el número de respuestas de las cuentas recién creadas con pocos seguidores”, pero también para frenar aquellos abusos a los que se refería Dorsey. Es, en otras palabras, el shadow banning que ya emplean otras plataformas como Reddit.
“Se ha utilizado y se sigue utilizando. Especialmente en páginas que tienen muchísimo tráfico y generan insultos o reproches”, mantiene Mucientes. Hashtags como #WomenBoycott es un reflejo más del problema que Twitter tiene con los trolls y el acoso.
Un manifiesto interno de la compañía publicado por Wired enumera algunas medidas para evitar este contenido. Entre ellas, censurar símbolos que inciten al odio, imágenes sensibles o cualquier perfil con relación al terrorismo. A pesar las normas, estas no son suficientes. Así lo demuestra el estudio publicado en 2016 por la organización benéfica independiente Demos, según el cual cada diez segundos alguien llama “puta” o “zorra” a una mujer desde cuentas de Twitter en el Reino Unido.
El misterio de los bots
A pesar de que muchos tuiteros han detectado el cambio de seguidores por bots, aún no está claro el motivo. Ante el silencio de Twitter, todas las explicaciones se basan en suposiciones de los usuarios. ¿Pueden ser bots pagados por terceros para reducir la influencia de un cierto sector ideológico? “Podría ser, las compras de seguidores son super baratas”, comenta Mucientes. Pero tampoco descarta otras opciones, como que se trate de “un error”.
El especialista en redes apunta que el fallo podría darse por varios motivos técnicos, como “un problema con su base de datos que les haya obligado a utilizar versiones antiguas”, o bien de “alguna aplicación que utiliza la gente para conectar su Twitter”. Este último, implica a todas las herramientas utilizadas para la gestión, como aquellas empleadas para descubrir quién ha visto un perfil. “De esas hay bastantes. Estamos en 2018 y la gente sigue aceptándolas”, advierte.
Mucientes cree que es “un poco casual que solo suceda con ciertos perfiles”. Aun así, no descarta que sea un error de seguridad con cualquiera de las aplicaciones vinculadas a Twitter. “Me parece demasiado egocéntrico pensar que somos el centro de una brillantísima conspiración”, considera. De lo que no duda es de la compra de seguidores, una práctica denunciada por muchos otros medios y usuarios.
De hecho, un reportaje del The New York Times describe un amplio mercado que vende followers al mejor postor. Esta compra no siempre se produce por alguien interesado en aumentar su popularidad. A veces, son cuentas automatizadas con el objetivo de distribuir spam o reutitear mensajes con una palabra clave, perfiles criados en granjas de trolls. Intentan conseguir un objetivo acorde a los intereses de su inversor, y este puede ser desde avivar ciertos debates políticos hasta provocar lo definido como shadow banning.
El problema señalado por tuiteros españoles surge poco después de unas polémicas grabaciones realizadas por el político y activista James O'Keefe para Project Veritas. En ellas aparecían varios empleados de Twitter reconociendo que aplicaban el shadow banning a conservadores republicanos de EEUU. Twitter, por su parte, denunció en un comunicado las “tácticas engañosas mediante las cuales se obtuvieron estas imágenes para ajustarse a un discurso predeterminado”.
Las filtraciones tampoco tienen el respaldo de medios especializados como Ars Technica porque, según ellos, los empleados no estaban hablando de censurar una ideología, sino un tipo de comportamiento ligado a la persecución y el acoso. Mucientes también se sitúa en contra de una posible censura ideológica: “Conozco a mucha gente de derecha e izquierda, y al final el que llega es el que más grita o insulta”.
Porque, aunque el shadow banning y sus consecuencias sigan siendo un misterio, especialmente cuando las declaraciones oficiales no ocupan más de 280 caracteres, lo que sí queda comprobado es que los bots y los trolls continúan un gran problema para Twitter.