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Vigilando a los refugiados con sus datos biométricos

Los campamentos de refugiados y los centros de detención de inmigrantes tienen muchas cosas en común. Una que pasa desapercibida es el registro de datos biométricos como uno de los protocolos habituales de “gestión” de refugiados, bien por la fuerza, bien a cambio de recursos necesarios como protección, comida, agua atención médica o techo.

En el Artículo 27 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 ya se reconoce la necesidad de proporcionar documentación a todos los refugiados. Pero los datos biométricos son especiales. Son los que se generan a partir de características físicas o fisiológicas únicas de una persona y, por lo tanto, irrevocables. En octubre de 2013, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados implementó un sistema de gestión de identidad biométrica (BIMS) que escanea el iris de los refugiados, toma las huellas de los 10 dedos de sus manos y una foto de su cara.

Estos datos se almacenan en una enorme base de datos a cambio de recursos como comida, atención médica y protección. El software es obra del profesor John Daugman, miembro del departamento de visión artificial y reconocimiento de patrones de Cambridge. Es privativo y se vende a través de la empresa IrisGuard, Inc., con sede en Amán, Jordania. La información es encapsulada en una tarjeta con hologramas 3D, códigos de barras y un código SQR. La app necesaria para verificar los datos está disponible en iTunes y Google Play.

Bienvenido a Europa

Cualquier persona que entra “irregularmente” en Europa acaba en tres bases de datos centralizadas. La Schengen Information  System (SIS) se instauró en 1985 entre cinco estados miembros (Francia, Alemania, Bélgica, Luxemburgo y Holanda) para concentrar la información de cada país sobre los de fuera, a cambio de abrir las fronteras entre los de dentro. En 1990 se convirtió en una base de datos centralizada para facilitar el control fronterizo y el ejercicio policial y judicial de todos los estados miembros. La Visa Information System (VIS) es en realidad dos listas: la de la de los extranjeros que viajan con un visado temporal y los que viajan sin él. Finalmente, el EURODAC es la relación de aquellos extranjeros que han solicitado asilo en un estado miembro o han sido interceptados entrando o atravesando un país de la UE sin permiso. Entró en vigor en 2003.

Las tres están interconectadas y combinan sus poderes en una plataforma, también privativa, llamada sTESTA. A este triángulo de las Bermudas hay que añadir la base de datos de pasaportes robados/perdidos de la INTERPOL, llamada SLTD. A pesar de la proporción de estas tres bases de datos combinadas, la Comisión europea considera que su sistema de gestión de fronteras es disperso, y está planeando una nueva base de datos “armonizada” de sin papeles concentrada llamada expeditivamente Sistema Entrada Salida (Entry Exit System o EES). Quieren implementarlo para 2020.

La segunda vida del Eurodac

La legislación europea dice que los estados miembros deben registrar a todos los refugiados en el Eurodac, pero hasta hace poco no muchos lo hacían. El Eurodac es el brazo ejecutor del Reglamento de Dublín [UE 604/2013], donde se acordó que el país que interceptara al refugiado en cuestión sería responsable de su “gestión”, proporcionando asilo o devolviéndolo a su país de origen si fuera lo más apropiado.

A la sazón, los refugiados se escurrían del registro en el país de llegada a la UE -generalmente Grecia, Italia, España- con la esperanza de ser adoptados por países más prósperos, como Holanda o Alemania. Y con frecuencia todos los países hacían la vista gorda y hasta facilitaban el tránsito de esos inmigrantes a sus destinos soñados, con la intención de evadir su responsabilidad. La crisis de refugiados sirios hizo explosionar el acuerdo. 

Ante la crisis humanitaria en el Mediterráneo, los países miembros hablaron de repartirse la “gestión” de refugiados en un acuerdo que nunca se cumplió. En verano de 2015, la UE accedió a participar en la patrulla y rescate de barcos en el Mediterráneo en la llamada Operación Sofía. Los ataques de París y en Bruselas disolvieron la buena voluntad de los estados, y en 2016, se decidió cerrar la ruta de los Balcanes y dejar la “gestión” de refugiados en manos de Turquía, con los resultados que todos conocemos. Todas las fronteras están siendo reforzadas para repeler la llegada de personas.

El Censo nacional obligatorio 5.0

Muchos no-refugiados experimentan una versión edulcorada y relativamente tolerable de este tipo de registro. Cuando entramos en un país fuera de la UE y, a cambio de obtener un visado temporal, renunciamos a una parte de nuestros derechos civiles. Para entrar en EEUU, por ejemplo, un ciudadano europeo debe dejar tres huellas digitales y un escaneo de su iris. Aunque nadie nos lo dice, allí nuestros datos se suman a los de los del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en la oficina de identidad biométrica del Departamento de Defensa estadounidense, que “ayuda a las autoridades federales, estatales y locales a identificar con precisión a las personas que encuentran y determinar si suponen un riesgo para los EEUU.” Es improbable que sea la única lista con nuestra información.

Después del ataque a las Torres Gemelas, muchos gobiernos que habían rechazado las documentos de identidad como un atentado a la integridad de la persona cambiaron de opinión. Entre los países que aún resisten, en el espíritu libertario de que todo el mundo tiene derecho a reinventarse y ser lo que le parezca mientras no cometa ningún delito, están paradójicamente los países más conocidos por sus campañas de espionaje masivo, también conocido como Los Cinco Ojos: Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y EEUU.

Tu nuevo DNI, cortesía de Mastercard

En Israel, un país cuya relación histórica con el censo tiene capítulos traumáticos, el plan piloto del gobierno para una base de datos biométrica ha sido postpuesto por enésima vez contra la lógica resistencia de sus escarmentados ciudadanos. En el otro extremo, el DNI nigeriano, una tarjeta con un Número de Identificación Nacional para sus 167 millones de ciudadanos en el que toman todas sus huellas digitales, escanean su iris y guardan su foto frontal, pertenece a Mastercard.

Muchas industrias emplean ya el uso de sistemas biométricos para acceder a lugares, productos o servicios, como la toma de huellas digitales para matricularse en un gimnasio municipal. En Europa se impuso la identificación biométrica para cruzar fronteras en 2007. Estas bases de datos se encontrarán con los sistemas de reconocimiento facial implementados en aeropuertos de todo el mundo, también cada vez más frecuentes en centros comerciales, estadios y espacios de gestión privada.

Las autoridades defienden el uso de sistemas de identificación biométrica para proteger nuestras fronteras, nuestros recursos, nuestros puestos de trabajo del fraude, el robo y el terrorismo. Pero, como recuerda la EFF,  los sistemas de identificación centralizados a nivel nacional han sido utilizados para la discriminación de personas en base a su raza, su edad, su sexo, su religión o su identidad política.

En el caso de refugiados e inmigrantes hay un triple peligro, porque carecen de los derechos de un ciudadano y están lejos de sus familias y las instituciones que los protegen. Y los planes de la Comisión Europea no prometen mejorar su situación.