Así funciona la adicción a la comida

adicción a la comida

Darío Pescador

Aunque chocohólicos anónimos pueda sonar a chiste, basta con investigar un poco para darse cuenta de que hay algo más. Aunque muchas personas están dispuestas a comer más lechuga, pueden reaccionar violentamente si les tocas sus antojos, declarando que solo les arrancarás su tableta de chocolate con avellanas de sus manos frías y muertas, o que no conciben la existencia sin una tarrina de medio litro de esos helados americanos con nombre sueco.

¿Son adictos a la comida? O al menos, ¿a cierto tipo de comida? El periodista ganador de un Pulitzer Michael Moss escribió un magnífico libro titulado “Salt Sugar Fat: How the Food Giants Hooked Us” (Azúcar, sal y grasa. Así nos engancharon los gigantes de la alimentación) describiendo con precisión cómo esa combinación de ingredientes hace que no podamos dejar de comer cacahuetes con miel, chocolate con leche o patatas fritas en bolsa.

Hay un delicado baile de sensaciones en juego: la comida dulce es evolutivamente atractiva para los humanos, porque nuestros ancestros casi nunca tenían acceso al azúcar en la naturaleza. El día feliz que encontraban un panal de miel se ponían hasta arriba: era energía que se iba a almacenar en sus cuerpos en forma de grasa y les ayudaría a sobrevivir durante el invierno.

A eso se le suma la grasa, el combustible preferido del cuerpo, y el componente más valorado por esos mismos ancestros en los animales, que se comían las vísceras y el tuétano y dejaban la carne magra para los otros animales carroñeros. Por último la sal, un compuesto casi mágico que hace que el azúcar sepa más dulce, la comida sea más crujiente y disfraza los sabores amargos desagradables que tienen muchos de los productos procesados por sí solos.

Estos alimentos se denominan en inglés highly palatable (altamente sabrosos) y están en el punto de mira de todos los estudios sobre adicción a la comida. Sobre todo, porque en comparación, los casos de adicción al brócoli y las coles de bruselas son raros.

Pero primero hay que saber qué constituye una adicción, algo sobre lo que los psicólogos tampoco se ponen de acuerdo. Los trastornos alimentarios, como la anorexia o la bulimia, tienen relación, pero no son lo mismo. Usar el término adicción para la comida ha sido objeto de controversia, en parte porque los síntomas que determinan la adicción no son iguales para todas las sustancias: el alcohol o la marihuana producen ebriedad, pero el tabaco no, por ejemplo.

En el caso de la comida las diferencias son mayores, y aquí entran en juego factores que no tienen que ver con la comida en sí: biológicos, psicológicos y de comportamiento. Porque aunque parezca mentira, las sustancias no provocan adicción. Es nuestro cerebro.

Cosas que le gustan al cerebro

En general se considera que hay adicción cuando la persona pierde el control consumiendo algo. Esta sustancia se convierte en una obsesión e interfiere con su vida cotidiana. También hay síndrome de abstinencia, es decir, dolor y malestar si se retira la sustancia adictiva.

Podemos imaginar el cerebro como una red de carreteras: donde hay más tráfico, y más intenso, se refuerza físicamente la conexión, añadiendo más carriles. Si tienes que usar una contraseña a diario, el cable que une las neuronas encargadas de recordarlo se vuelve más grueso. ¿La contraseña de MySpace? Si la usaste solo un par de veces, se te ha olvidado por completo.

Pero no basta con la repetición, también hace falta motivación. El núcleo accumbens de nuestro cerebro es el que regula la recompensa, y el responsable del refuerzo de los comportamientos aprendidos. El neurotransmisor que lo activa es la dopamina, que sube como la espuma con las experiencias placenteras: ejercicio, música, sexo, y también la comida.

La mayor parte de las drogas sustituyen o inducen una mayor cantidad de dopamina, y producen modificaciones físicas en el cerebro, encendiendo o apagando determinados genes. Es decir, las drogas cambian el cableado de tu cerebro , y se ha comprobado que la comida, específicamente el azúcar, también afecta al mismo circuito.

En un estudio se dio a dos grupos de participantes batidos con el mismo sabor, pero mientras unos tenían azúcar, los otros tenían carbohidratos complejos que se absorbían lentamente. El núcleo accumbens se iluminaba como un árbol de navidad con los batidos azucarados, que además luego provocaban en los sujetos una caída de glucosa y un antojo de dulces, que no sentían quienes tomaban el batido con carbohidratos inofensivos.

Pero todos conocemos a personas en forma que comen dulces sin caer en la compulsión. El sistema de recompensa por sí solo no explica la adicción a la comida, ni ninguna otra.

Adicción o vicio

Durante muchos años se pensó que la adicción era un mecanismo muy sencillo: si pruebas heroína, y te gusta, la tomarás más veces. Después de repetir unos días, la heroína hace su trabajo y ya no puedes pasar sin ella: te has vuelto adicto. Fácil, ¿no? Pues no.

Varios investigadores están descubriendo que no es tan simple. Si tu abuela sufre una rotura de cadera, lo más seguro es que la tengan en el hospital durante un mes conectada a un gotero de diamorfina, que es heroína, mucho más pura que la que se encuentra en la calle. Sin embargo, cuando le den el alta, tu abuela no se habrá convertido en una yonki ni necesitará bajar al poblado para conseguir su dosis.

La sustancia es solo el instrumento de la adicción. En su libro Chasing the Scream el autor Johann Hari explica como un entorno de apoyo y conexión con personas queridas hacía que los soldados que regresaban de Vietnam, donde se habían convertido a adictos a la heroína, pudieran dejarla por las buenas, sin problemas, en un 95% de los casos.

El origen de la adicción parece estar en el dolor, específicamente psicológico. El adicto está buscando hacer frente una situación de estrés imposible, como la guerra, o el trauma producido por abusos sexuales, como narra James Rhodes en su libro Instrumental. Si el trauma y el estrés ya están ahí, el mundo ofrece multitud de mecanismos de supervivencia, desde las drogas hasta el juego, pasando por la comida, o incluso correr largas distancias, que tienen rasgos adictivos.

Para algunas personas, comer compulsivamente es una forma de afrontar el estrés, la ansiedad y el dolor. Esta es la clave en la adicción a los dulces, ya que la ingesta de azúcares hace descender los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y produce una descarga de dopamina similar a los opiáceos.

También se ha comprobado que el estrés crónico y la ansiedad tienen en muchos casos un papel determinante en el origen de la obesidad. Por desgracia, este mundo en que vivimos nos da a diario múltiples oportunidades para estresarnos.

Síntomas de que eres adicto a la comida

Este es el test de adicción a la comida de la universidad de Yale. Debe ser evaluado por profesionales de la psicología o la psiquiatría, pero te puede dar una indicación de cuáles son los síntomas de que hay un problema. A cada pregunta hay que responder en una escala desde “nunca” hasta “todos los días”.

  • A menudo tienes antojos de determinados alimentos, a pesar de haber terminado una comida nutritiva y estar lleno.
  • Cuando te dejas llevar y empieza a comer el alimento que se te antoja, a menudo te encuentras con que comes mucho más de lo que tenías previsto.
  • Cuando comes alimentos que se te antojan, a veces comes hasta el extremo de sentirte a reventar.
  • Te sientes culpable después de comer determinados alimentos, y sin embargo te encuentras comiéndolos de nuevo al poco rato.
  • A veces te inventas excusas en tu cabeza para justificar por qué deberías estar comiendo el alimento que te produce un antojo.
  • Has intentado repetidamente dejar de comer o poner límites a ciertos alimentos (como por ejemplo incluir días libres en los que te saltas la prohibición) pero no ha funcionado.
  • A menudo ocultas a los demás tu consumo de alimentos poco sanos.
  • No te sientes capaz de controlar tu consumo de alimentos poco sanos, aunque sabes que te están causando daños físicos, incluyendo la ganancia de peso.

Salir de la adicción a la comida no es fácil, pero hay una serie de pasos que puedes seguir, que consisten en hacer consciente tu comportamiento:

  • Escribe una lista de las comidas que tienden a provocarte antojos, y con las que te atracas. Así te será más fácil evitarlas, por ejemplo, no comprándolas.
  • Escribe otra lista con los restaurantes o tiendas donde puedes conseguir comida sana. Así tendrás siempre a mano una alternativa a la comida basura.
  • Planifica. Haz una lista semanal de tus comidas y haz la compra con los ingredientes que necesites.
  • Escribe los motivos por los que quieres comer mejor, y pega esa lista en tu frigorífico. A veces hace falta un recordatorio.

Cuando todo falle, no lo dudes y busca ayuda profesional.

¿En qué se basa todo esto?

Stress, eating and the reward system
El estrés, así como la comida sabrosa, puede estimular los opioides endógenos. [...] La estimulación repetida de los mecanismos de recompensa a través de la estimulación [de la respuesta al estrés], la ingesta de comida sabrosa, o ambas cosas, puede llegar a adaptaciones neurobiológicas que provocan comer en exceso compulsivamente.

Evolutionary Perspectives on Fat Ingestion and Metabolism in Humans
Para satisfacer las grandes necesidades de energía de nuestro cerebro, los humanos consumimos dietas que tienen una mayor calidad (es decir, más densas en energía y grasa) que los otros primates.

The psychology and neurobiology of addiction: an incentive–sensitization view
Los sistemas del cerebro que están sensibilizados no son mediadores en los efectos placenteros o eufóricos de las drogas ("que te guste una droga") sino en un subcomponents de la recompensa que denominamos saliencia del incentivo ("que necesites una droga").

The neurobiology of addiction: a neuroadaptational view relevant for diagnosis
Los cambios neurobiológicos significativos en los trastornos del consumo de sustancias comunes en los estudios animales y humanos relevantes para el diagnóstico incluyen un sistema de recompensa alterado, sistemas de estrés del cerebro sobreactivados y una función del cortex prefrontal alterada.

Neural Correlates of Food Addiction
Tanto la comida como las drogas producen una descarga de dopamine en las regiones mesolímbicas, y la magnitud de la descarga es proporcional a la recompensa subjetiva de las drogas y la comida.

Preliminary validation of the Yale Food Addiction Scale

Refined food addiction: A classic substance use disorder
Planteamos la hipótesis de que una posible explicación para comer en exceso es que los alimentos procesados con alta concentración de azúcar y otros edulcorantes, carbohidratos refinados, grasa, sal y cafeína, son sustancias adictivas. Por tanto, muchas personas pierden el control sobre su capacidad para regular el consumo de estos alimentos.

Food Addiction in Humans
Los individuos sanos, de peso normal, por definición no sufren adicción a la comida. Sin embargo, los individuos con sobrepeso y obesidad pueden cumplir los criterios clínicos. Las comidas altamente sabrosas no son las responsables del problema de obesidad, porque se pueden desear y consumir en exceso comidas que no lo son. Puede ser la forma en la que se consumen, alternando acceso y restricción, más que sus propiedades organolépticas, lo que produce un patrón adictivo.

The Obesity Epidemic and Food Addiction: Clinical Similarities to Drug Dependence
Hay pruebas de que atracarse con alimentos altamente sabrosos densos en azúcar aumenta la dopamine en el cuerpo estriado y por tanto tienen potencial adictivo. [...] En algunos individuos los alimentos altamente sabrosos tienen propiedades paliativas [de la disforia] y se pueden contemplar como una forma de autoeducación.

Food Addiction in the Light of DSM-5
Por tanto, una prueba de la hipótesis de la adicción a la comida será no enfocarse solo en los síntomas y las señales que relacionan la atención y el comportamiento problemático para comer, sino también examinar las diferencias y similitudes en los orígenes de ambos trastornos.

Is Fast Food Addictive?
La adicción al azúcar, incluyendo la tolerancia y el síndrome de abstinencia, ha sido demostrada en roedores pero no en humanos [...] varias pruebas sugieren que el alto contenido en grasa y sal de la comida rápida pueden aumentar su potencial adictivo.

Daily bingeing on sugar repeatedly releases dopamine in the accumbens shell
Estos datos sugieren otra similitud neuroquímica entre los atracones intermitentes de sacarlas y las drogas adictivas: ambos pueden aumentar la dopamine extracellular en el núcleo accumbens.

Commitment to Distance Running: Coping Mechanism or Addiction
Aunque la carrera se ha empleado como un tratamiento complementario para la depresión y la ansiedad también ha sido caracterizada como una adicción negativa. [...] Los datos siguientes proporcionan pruebas de que la dedicación a correr está asociada con aspectos positivos más que con los negativos de la adicción.

Transcriptional and Epigenetic Mechanisms of Addiction
La exposición crónica a drogas adictivas altera la expresión de los patrones genéticos, la morfología, y en última instancia la actividad funcional de las neuronas del núcleo accumbens, cuyas neuroadaptaciones contribuyen al proceso de adicción.

Effects of dietary glycemic index on brain regions related to reward and craving in men.
Comparado con una comida isocalórica con bajo IG, la comida con alto IG hizo descender la glucosa en sangre, aumentó el hambre y estimuló selectivamente las áreas del cerebro asociadas con la recompensa y los antojos en el periodo postprandial, que es un momento con un significado especial para el comportamiento en la siguiente comida.

Stress, eating and the reward system.
El estrés, así como la comida altamente sabrosa, puede estimular los opioides endógenos. [...] La estimulación repetida de los mecanismos de recompensa a través de la estimulación [de la respuesta al estrés], la ingesta de comida sabrosa, o ambas cosas, puede llegar a adaptaciones neurobiológicas que provocan comer en exceso compulsivamente.

Chronic stress and obesity: A new view of “comfort food”
Proponemos que las personas comen emocionalmente en un intento de reducir la actividad del sistema de respuesta al estrés crónico con su correspondiente ansiedad. Estos mecanismos, determinados ya en ratas, pueden explicar parte de la epidemia de obesidad en nuestra sociedad.

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