Todo empezó el 24 de julio. La noche anterior entré en mi cuenta de Facebook para mirar notificaciones, mensajes y scrollear un poco. Recuerdo que comenté algo sobre Amy Winehouse, ya que ese día se cumplían tres años de su muerte. Mi uso de la red es particularmente lúdico, aunque también administro otras cuentas de algún evento en el que he trabajado y la de la revista EnCubierta, pero en julio no las estaba utilizando. Después apagué el ordenador.
A la mañana siguiente, tras los vistazos a las webs de los diarios, volví a entrar en Facebook. O mejor dicho, a intentar entrar. Al escribir mi usuario y contraseña saltó un mensaje que me informaba de que mi cuenta estaba inhabilitada, no bloqueada. Sin más, sin ningún otro tipo de información. Había dejado de existir. Me quedé estupefacta y probé si con el móvil sucedía lo mismo (que así era). Además, tampoco podía acceder a Spotify al tener ambas cuentas conectadas. Así que, de repente, la paranoia. ¿Tendría todas mis cuentas bloqueadas? ¿Estaba siendo atacado mi portátil por un virus? ¿Se harían públicos todos mis mensajes privados? ¿Se borraría todo? ¿A Facebook le había molestado mi comentario sobre Amy Winehouse?
Pasados los segundos de tensión entré en el apartado de infracciones por las cuales la red social puede bloquear tu cuenta: fotos de desnudos, violencia y amenazas, acoso, conductas autodestructivas, venta armas o alcohol, suplantación de la identidad de otro usuario… Bueno, pensé que no había cometido ninguna de estas faltas. También leí que otro usuario podía denunciarte, pero a mí no me había llegado ninguna denuncia de nadie (y dudaba de que alguien lo hiciera), y que se podían haber detectado anuncios publicitarios fraudulentos, pero tampoco presté atención porque nunca había hecho ninguna promoción.
El siguiente paso fue intentar ponerme en contacto con Facebook para comunicarles que había habido un error. Y fue entonces cuando comenzaron los problemas. La red pone a disposición del usuario un cuestionario en el que tienes que indicar tu nombre, tu correo electrónico, una imagen de tu DNI y señalar el fallo. Una vez enviado te salta un mensaje que te dice que en breve se pondrán en contacto contigo y solucionarán el asunto. Y no hay más. Es cierto que la red pone a tu disposición multitud de cuestionarios para que soluciones los posibles problemas, pero no hay ninguna dirección de correo, ningún teléfono de atención al cliente en España. Nada.
Lo envié y esperé. Un día, dos días, tres días. Mi cuenta seguía bloqueada y no recibía ninguna notificación por parte de Facebook. Busqué en foros por Internet que no me ayudaron en absoluto. Envié mensajes a su cuenta de Twitter y nada. La más absoluta oscuridad.
Por suerte, gracias a algunos contactos conseguí el correo de una persona que trabaja en la red y le avisé de la situación.
Pero aún pasaron días sin saber nada. Finalmente, el 6 de agosto, mi cuenta se restableció. Lo supe porque me llegó al correo un mensaje, supuestamente de Facebook, en el que se indicaba que no había hecho efectivo el pago de un anuncio de una de las cuentas que administro –el saldo ascendía a unos miserables 0,46 euros, pero como si hubiera sido un céntimo- y que, por favor, les confirmara mi método de pago.
Desde Facebook ya me habían preguntado por lo de los anuncios, pero ya les había dicho que no había realizado ninguno, por lo que no le di más importancia. Por supuesto, no contesté al mensaje de FB sobre el pago de la publicidad y sí que se lo reenvié a mi contacto, quien poco después me aseguró que mi cuenta había sido hackeada y que los cargos se habían hecho de forma fraudulenta. Me envió los datos: todo había comenzado a las 3.44 de la madrugada del 24 de julio. Por eso a la mañana siguiente yo ya tenía la cuenta inhabilitada.
¿Por qué razón se había hackeado? Según me informaron, porque un virus podía haber capturado mi contraseña, por haber usado un ordenador infectado que hubiera captado la contraseña o porque hubieran comprometido mi email que podría tener la misma contraseña que la de Facebook. La cuestión es que en ese caso, la red sólo podía hacer una cosa: bloquear la cuenta. Eso es lo que pasó conmigo y lo que, según me confirmaron, ocurre más a menudo de lo que desearían, lo que abre cierto interrogante acerca de la seguridad de esta red social.
No obstante, yo tuve suerte y ayuda para subsanar el tema de los pagos y restablecer la cuenta. Cambié la contraseña y hasta la fecha he podido utilizarla sin problemas. Normalmente, aseguran, Facebook avisa de las inhabilitaciones, pero en mi caso no recibí ningún tipo de notificación. Y cualquier usuario no puede hacer mucho más que rellenar un cuestionario. Es muy chocante la opacidad de una red que se debe, sobre todo, a unos usuarios que le están ofreciendo todo tipo de datos sobre sí mismos. Creo que lo mínimo es que si el usuario se pone a disposición de Facebook, esta red también ofrezca teléfonos y correos para informar a su clientela cuando decide cortarles el suministro.
Cómo puedes proteger tu cuenta
Cómo puedes proteger tu cuenta1- Cambia las contraseñas
Cuando recibas un correo de Facebook que te resulte sospechoso – pago de anuncios, por ejemplo- cambia las contraseñas porque lo más probable es que tu cuenta haya sido hackeada. También si comienzas a ver nuevos “amigos” que no has agregado. Lo más fácil, de todas formas, es que suelas cambiar las contraseñas de vez en cuando para que haya menos posibilidades de hackeo.
2- No utilices la misma contraseña para todo
Ante el número de redes sociales que se manejan –Twitter, Linkedin, Instagram etc- más otros servicios via Internet es normal que muchas veces utilicemos la misma contraseña. Aunque es más incómodo es preferible que sean distintas, ya que en ocasiones el hackeo se produce desde otro servicio –como el correo electrónico- y si son los mismos números y letras (siempre mejor una combinación de ambos)
3- Crea listas privadas
En Facebook todos tus contenidos pueden ser públicos o no. La red social pone a tu disposición la posibilidad de crear carpetas –opción privacidad- para seleccionar a los ‘amigos’. Con esta opción evitarás dar demasiada información a gente con la que no quieres compartir datos personales.
4- No uses la red en ordenadores públicos
Este punto tiene que ver con el software que utilice el ordenador. Es mucho mejor asegurarse de que se está usando un software de seguridad actualizado y también uno de los navegadores recomendados , como puede ser Google Chrome, Mozilla, Safari y Explorer.
5- Ten cuidado con las aplicaciones
A todos nos han llegado invitaciones para agregar una aplicación a Facebook. Incluso de amigos confiables. Ten mucho cuidado con ellas porque muchas son un fraude para captar datos del usuario y el ordenador.