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Espacios residuales: el tercer paisaje

13 de noviembre de 2020 06:00 h

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Hay una manera de entender el ocio promovida por el capitalismo más feroz que es insostenible y sin embargo se ha impuesto en los “países desarrollados” en las últimas cinco décadas. Un brevísimo tiempo en la historia de la humanidad cuyas consecuencias son más terribles que una guerra convencional en lo que se refiere a la destrucción del mundo y el imaginario social. Nos empujan a vivir sin límites al consumo como si esta tierra pudiera sostener esa demanda desbocada. Es el caso de los Conglomerados de Ocio y Consumo como el que la multinacional Intu se empecina en levantar en Paterna.

En un artículo publicado en este blog hace unos meses, contraponíamos el negocio que nos venden como ocio a la vida que nunca puede estar sometida a cálculo económico alguno. Ahora, queremos poner en valor el territorio que se proponen arrasar. El paisajista francés Gilles Clément en su 'Manifiesto del tercer paisaje' ofrece buenos argumentos para revaluar esos territorios, que Intu declara terrenos baldíos poco o nada atractivos, condenados a usarse como escombreras o basureros descontrolados, para poder reconvertirlos en Parques Temáticos o Conglomerados de Ocio y Consumo mediante operaciones especulativas sobre el territorio.

"El espacio residual es el resultado del abandono de un terreno anteriormente explotado. Su origen es múltiple: agrícola, industrial, urbano, turístico, etc. Espacio residual es sinónimo de terreno baldío. En los sectores urbanos, corresponden a terrenos a la espera de ser asignados, o bien a la espera de la ejecución de unos proyectos que dependen de provisiones presupuestarias o de decisiones políticas. Las demoras, que a menudo son largas, permiten que en los terrenos baldíos urbanos surja una cubierta arbolada (bosques de espacios residuales) que son refugio privilegiado de biodiversidad en esos entornos fuertemente antrópicos: el Tercer paisaje constituye un territorio para las numerosas especies que no encuentran un lugar en otras partes."

Son territorios que evolucionan, sin intervención humana, hacia paisajes secundarios regidos por una eficaz dinámica vital. Cuando son jóvenes, acogen fácilmente especies pioneras que, antes de desaparecer, preparan el terreno para la llegada de otras especies cada vez más estables, hasta que se alcanza un equilibrio. Entonces aparecen bosques secundarios, espacios heterogéneos y caóticos que los convierten en lugares privilegiados para la conservación de la vida. "La suma de los espacios residuales constituye, por excelencia, el territorio de la mezcolanza planetaria... Las fronteras del Tercer paisaje son las fronteras del Jardín planetario, los límites de la biosfera."

Les Moles es un buen ejemplo de este Tercer paisaje con toda su riqueza y potencialidades si adoptamos una nueva perspectiva cognitiva y sensible acorde a los retos a los que la actual crisis de civilización nos aboca.

Los secarrales

El Diccionario de la lengua española define, escuetamente, la palabra “secarral” como “terreno muy seco”. Pero los secarrales, hablando en términos de ecología y biodiversidad, albergan sorpresas positivas y significativas que no han sido valoradas en su justa medida hasta ahora, en parte debido al cariz peyorativo que ha tomado el significado de esta palabra, generado a partir de conceptos productivistas del territorio y acrecentado por prácticas de abandono y usos como vertederos que los convierten en solares a la espera de proyectos urbanísticos.

Los secarrales constituyen ecosistemas muy singulares, ecológicamente complejos y frágiles, de gran biodiversidad, infravalorados por la ciencia, despreciados socialmente.

Aborrecemos del “paisaje” concebido sólo como un cuadro de pintura o una fotografía o un escenario fijo de dos planos  y muchos colorines. Los paisajes de secarral tienen un back stage profundo, con actores dinámicos en el espacio y en el tiempo que, en su ceguera, a veces interesada, son incapaces de admitir las administraciones competentes que deberían velar por su protección. Por otro lado la valoración de un paisaje tiene un componente subjetivo, difícilmente apreciable por aquellas personas que nunca han querido formar parte de él. 

El paraje de Les Moles de Paterna (Valencia), un corredor verde que une la Serra Calderona con el Mediterráneo, en plena área metropolitana de la ciudad de Valencia, constituye un espacio natural singular de 470 Hectáreas, monte bajo, pinos, vegetación de ribera en barrancos, campos de olivos y algarrobos. Encaja perfectamente en el concepto de “tercer paisaje” de Giles Clement rodeado de estructuras viarias, centros comerciales, polígonos industriales, urbanizaciones y albergó un campo de maniobras y de tiro para el Ministerio de Defensa. Además, el clima semiárido y los suelos esqueléticos de algunas de sus partidas le convierten en un secarral, como tantos otros existentes en la geografía española.

La biodiversidad vegetal de les Moles, que para sí quisieran los humedales, es muy importante tanto en cantidad como en calidad: endemismos vegetales ibérico-levantinos, algunos de ellos exclusivamente valencianos, especies protegidas por el Gobierno Valenciano y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, subespecies descritas recientemente a partir de ejemplares presentes en Les Moles.

El cambio climático ha puesto de manifiesto la gran importancia de las especies vegetales que pueblan los secarrales, ya que son las especies del futuro si continúan en el mismo sentido las variables de temperatura y precipitación generales, próximas a las de los espacios que, por otras causas, muestran en sus climogramas desde que se recogen datos meteorológicos.

En cuanto a la fauna, destacan las comunidades de invertebrados, insectos sobre todo, pequeños mamíferos y aves, que aprovechan la gran abundancia de herbazales y pastizales secos  donde abundan las semillas como alimento.

Consideramos estos terrenos verdaderos laboratorios naturales para el estudio de la adaptación de los seres vivos a las duras condiciones climáticas que tenemos que afrontar y reivindicamos los grandes valores naturales, culturales y sociales de estos espacios. También contemplamos la convocatoria de un “Primer Congreso sobre Secarrales” para que la comunidad científica y otros colectivos reconozcan su importancia y dejen de ser considerados únicamente solares o terrenos yermos a la espera de asfalto y cemento. Es nuestra particular apuesta por un mundo sostenible.

Artículo realizado también por Aurelio Peña Rivera. Biólogo. Gestor medioambiental. Miembro de la Coordinadora per la Protecció de Les Moles.

Hay una manera de entender el ocio promovida por el capitalismo más feroz que es insostenible y sin embargo se ha impuesto en los “países desarrollados” en las últimas cinco décadas. Un brevísimo tiempo en la historia de la humanidad cuyas consecuencias son más terribles que una guerra convencional en lo que se refiere a la destrucción del mundo y el imaginario social. Nos empujan a vivir sin límites al consumo como si esta tierra pudiera sostener esa demanda desbocada. Es el caso de los Conglomerados de Ocio y Consumo como el que la multinacional Intu se empecina en levantar en Paterna.

En un artículo publicado en este blog hace unos meses, contraponíamos el negocio que nos venden como ocio a la vida que nunca puede estar sometida a cálculo económico alguno. Ahora, queremos poner en valor el territorio que se proponen arrasar. El paisajista francés Gilles Clément en su 'Manifiesto del tercer paisaje' ofrece buenos argumentos para revaluar esos territorios, que Intu declara terrenos baldíos poco o nada atractivos, condenados a usarse como escombreras o basureros descontrolados, para poder reconvertirlos en Parques Temáticos o Conglomerados de Ocio y Consumo mediante operaciones especulativas sobre el territorio.