UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Cisjordania: “Tras el inicio de la guerra, Israel nos expulsó de nuestros trabajos”
Desde el 7 de octubre, la mayoría de los trabajadores palestinos en Israel han sido confinados en sus hogares en Cisjordania, se les prohíbe ir a sus lugares de trabajo. La crisis de desempleo entre quienes no pueden trabajar dentro de Israel ha ido aumentando rápidamente desde el comienzo de la guerra. Las frágiles condiciones económicas actuales advierten de un desastre humanitario y de medios de vida para más de 450.000 trabajadores en Cisjordania y Gaza que han quedado privados de sus empleos, según estimaciones oficiales. Entre ellos, 195.000 trabajaban en Israel y se han visto obligados a permanecer en sus hogares y buscar fuentes alternativas de ingresos en el mercado local, tras el cierre de los cruces del gobierno israelí y la prohibición de incorporación a sus puestos de trabajo.
Lo que exacerba aún más las preocupaciones palestinas son las voces del gobierno israelí que piden la sustitución permanente de los trabajadores palestinos por mano de obra extranjera.
“Tras el inicio de la guerra, Israel nos expulsó de nuestros trabajos, dejándonos desempleados. Ahora estamos en el mes de Ramadán, lo que naturalmente requiere muchos gastos. La pérdida de mi trabajo hace que nuestras vidas hayan cambiado. Se ha hecho añicos y se ha vuelto mucho más difícil. Ya no sabemos cómo gestionar las facturas de agua y electricidad y los gastos de comida. Todo lo que deseo es el fin de la guerra para que la vida vuelva a ser lo que era, permitiéndonos retomar nuestros trabajos”, explica Mahmoud, un refugiado de Palestina que ha estado trabajando en Israel durante más de 20 años.
Mahmoud no perdió la esperanza cuando le impidieron llegar a su lugar de trabajo. Intentó entrar en Israel en numerosas ocasiones afirmando que “el permiso de trabajo que poseo es válido y no ha sido revocado por la autoridad laboral. Sin embargo, el problema es que el ejército no nos permite pasar por los puestos de control. Fui a Qalandia, intenté pasar por el puesto de control más de 10 veces con la esperanza de que me permitieran entrar, pero se negaron y me pidieron que regresara a casa”.
Según OCHA, ya en el segundo trimestre de 2022, la tasa de desempleo en la franja de Gaza fue del 44% y del 14% por ciento en Cisjordania. Unas cifras que sin duda se multiplicarán con las condiciones actuales en ambas zonas. Las barreras para la participación en oportunidades de medios de vida están impulsando un ciclo de dependencia de la ayuda y de estrategias de afrontamiento negativas para satisfacer las necesidades básicas. Los altos niveles reportados de deuda y el uso de ahorros para satisfacer las necesidades básicas exacerban aún más la precariedad financiera de los hogares y pueden reducir su capacidad de recuperación de futuras crisis.
“Trabajo como contratista en la construcción. Puedo trabajar con hierro, cortar, alicatar y construir, pero casi no hay trabajo disponible. Las tres cuartas partes de los trabajadores están desempleados. Sin embargo, no he dejado de buscar. Voy a pueblos y ciudades cercanas, a veces consigo encontrar trabajo por un día, y a veces regreso sin nada. A veces trabajo 5 días al mes, a veces dos días. Dondequiera que haya trabajo disponible, voy”.
Mahmoud tiene dos hijas en la universidad. Una de ellas estudia gratuitamente en la facultad de ciencias de la educación afiliada a UNRWA, la agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina. La otra estudia ingeniería en la Universidad de Birzeit.
Cuando el trabajo se detuvo, Mahmoud tuvo que usar todos sus ahorros para sus hijas. Al principio le pidió a una de sus hijas que pospusiera sus estudios, pero su hija logró una calificación honorífica que le permitió estudiar becada. “Gracias a Dios, si no hubiera tenido éxito, habría tenido que impedirle estudiar hasta que yo pudiera volver a trabajar. Aun así, me resulta extremadamente difícil cubrir sus gastos diarios de transporte para llegar a la universidad. Mi hija necesita 100 shekels diarios para llegar a la universidad, y necesitamos 400 shekels mensuales para gastos de agua y electricidad. Como sostén de una familia, me veo obligado a trabajar por cualquier salario sólo para poder cubrir las necesidades básicas”.
Como Mahmoud todavía carece de una fuente estable de ingresos sigue atravesando momentos difíciles, al igual que muchos otros trabajadores: “Algunos días, cuando la comida escaseaba, mi esposa cocinaba verduras silvestres, lentejas o mujadara, un plato típico cuyos únicos ingredientes son arroz, lentejas y cebolla. Todo el mundo sabe que estos son los alimentos a los que recurren los palestinos cuando las condiciones son extremadamente duras”.
A la presión se suman las escenas diarias de incursiones de las fuerzas israelíes en ciudades, campamentos, pueblos y aldeas palestinas, junto con asesinatos, arrestos, demoliciones de viviendas y la política de sabotaje de la infraestructura palestina.
Desde el 7 de octubre, la mayoría de los trabajadores palestinos en Israel han sido confinados en sus hogares en Cisjordania, se les prohíbe ir a sus lugares de trabajo. La crisis de desempleo entre quienes no pueden trabajar dentro de Israel ha ido aumentando rápidamente desde el comienzo de la guerra. Las frágiles condiciones económicas actuales advierten de un desastre humanitario y de medios de vida para más de 450.000 trabajadores en Cisjordania y Gaza que han quedado privados de sus empleos, según estimaciones oficiales. Entre ellos, 195.000 trabajaban en Israel y se han visto obligados a permanecer en sus hogares y buscar fuentes alternativas de ingresos en el mercado local, tras el cierre de los cruces del gobierno israelí y la prohibición de incorporación a sus puestos de trabajo.
Lo que exacerba aún más las preocupaciones palestinas son las voces del gobierno israelí que piden la sustitución permanente de los trabajadores palestinos por mano de obra extranjera.