UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Israel utiliza el hambre como arma de guerra mientras Gaza pasa hambre
En el corazón del barrio de Al-Karama, al norte de la franja de Gaza, Ebtisam arriesga su vida para encontrar un ingrediente muy buscado: la sal.
Casi tres meses después del inicio de la guerra, el enclave asediado se enfrenta a una escasez crítica de alimentos y aumentos exorbitados de precios, lo que deja a cientos de miles de personas en riesgo de morir de hambre.
“Hace menos de un mes podía comprar un kilo de sal por un shekel (0,28 dólares), ahora pago dos shekels (0,55 dólares) por dos cucharadas de sal. La mayoría de los mercados han sido bombardeados. La sal ahora escasea”, afirma una madre de cinco hijos.
“Sufrimos escasez de artículos básicos. Un saco de 50 kilos de harina ha pasado de costar 60 shekels (16,51 dólares) a 700 (192,94 dólares). Necesitábamos comer, así que vendí mi posesión más preciada, mi anillo de bodas”, recuerda Ebtisam visiblemente afectada.
“A cambio compré harina. El saco de 50 kilos sólo nos da para un mes. No es exagerado decir que ahora la harina vale tanto como el oro”.
El 20 de octubre, menos de dos semanas después del 7 de octubre, a Ebtisam le diagnosticaron cáncer de mama. Estaba previsto que comenzara la quimioterapia el 23 del mismo mes. “Después del diagnóstico, debía seguir un régimen dietético estricto que incluía aumentar mi consumo de frutas, verduras, cereales integrales y lácteos bajos en grasa”, explica Ebtisam.
Sin embargo, el aumento vertiginoso de los precios resultante de la guerra ha planteado a Ebtisam un desafío cada vez mayor a la hora de encontrar los componentes nutricionales esenciales. Ni ella ni su marido están trabajando y su única salida ha sido la asistencia que se les brinda.
Desde que empezó la guerra, los precios de la fruta se han disparado. Cuestan cinco veces lo que solían costar antes (...) Mi médico también destacó la importancia de las proteínas en mi dieta“, suspira Ebtisam. ”Sin embargo, hoy en día, un kilo de pechuga de pavo cuesta 55 shekels (15,16 dólares), frente a los 20 (5,51 dólares) de antes de la guerra. Ya no puedo permitirme esta dieta. Si tuviera que elegir entre comprar pechuga de pollo para mí, o pasta para mis hijos, optaría por la pasta. Si estoy destinada a morir, que así sea“.
Debido a la escasez de alimentos y a los inflados precios que pasan factura a su familia, Ebtisam ha perdido nueve kilos: “Pesaba 80 kilogramos, hoy 71”.
Suha Abd-Alal también explica los desafíos que enfrenta como madre que cuida a su hijo, Majd, un niño de un año y medio diagnosticado con poliomielitis desde su nacimiento. La madre de 28 años se encuentra actualmente desplazada y vive en una tienda de campaña en Khan Younis. Suha también está luchando contra la tensión financiera por el actual aumento de precios.
“No puedo permitirme los pañales, talcos para bebés y la leche. El coste de una bolsa de pañales ha aumentado de 10 shekels a 30, y una lata de leche ahora cuesta 50 shekels (13,78 dólares) en lugar de 20 shekels (5,51 dólares)”, afirma.
Suha depende de la leche que le proporciona UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, pero no es suficiente. Destaca el aumento de los precios de los artículos de primera necesidad, en particular del Cerelac, un sustituto de la leche.
“No hay ninguna entidad que controle los precios. Los que venden alimentos para bebés fijan precios exagerados. Al principio, compré siete frascos de Cerelac de 200 gramos por 100 shekels (27,56 dólares). Antes, podía comprar medio kilo por 20 (5,51 dólares). Algunos vendedores piden 200 ($55,11)”.
La desesperación lleva a Suha a depender de la generosidad de un vecino que comparte con ella el Celerac que recibe de UNRWA, brindándole así un alivio muy necesario.
“Incluso las patatas, la comida favorita de mi hijo, se han convertido en un lujo”. El aumento de los precios y los recursos limitados presentan una sombría realidad para Suha y su hijo.
Mohammed Al-Khaldi, médico de Gaza, destaca el impacto de la desnutrición en la salud de los niños. “La falta de nutrientes provoca el deterioro de la salud de los niños, lo que da lugar a la anemia”, explica el médico.
“Esto requiere el ingreso del niño en el hospital. El impacto es más pronunciado en los niños afectados por la polio, ya que la deficiencia nutricional provoca anemia y pérdida de peso, especialmente de masa muscular. Los niños con polio son frágiles y este déficit nutricional puede provocar un deterioro gradual de la salud y, en casos graves, a la muerte”.
Sameer Abu-Mousa, un minorista de Beit Lahia, explica que “los precios aumentaron enormemente días después del inicio de la guerra. En la parte norte de Gaza no hay recursos alimentarios y la ayuda es muy limitada porque Israel impone restricciones al movimiento. La mayoría de los mayoristas se han trasladado al sur. Solo unos pocos en el norte venden a precios inflados, sobre todo por la falta de supervisión gubernamental.
Sobre la autora: Walaa Sabah es periodista independiente y responsable de asociación y extensión comunitaria en wearenotnumbers.org
Este artículo ha sido originalmente publicado en el medio The New Arab, Israel uses starvation as weapon of war as Gaza goes hungry.
En el corazón del barrio de Al-Karama, al norte de la franja de Gaza, Ebtisam arriesga su vida para encontrar un ingrediente muy buscado: la sal.
Casi tres meses después del inicio de la guerra, el enclave asediado se enfrenta a una escasez crítica de alimentos y aumentos exorbitados de precios, lo que deja a cientos de miles de personas en riesgo de morir de hambre.