UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
No estamos en venta, la dignidad de las personas refugiadas de Palestina no tiene precio
El domingo, nuestra directora se vio obligada a dar en este medio una noticia a la que nos hemos resistido durante meses: “El dinero para educación y alimentos de los refugiados palestinos se acaba: nos queda para un mes”.
Desde que Estados Unidos anunció un recorte de su aportación a UNRWA de 300 millones de dólares en enero, todos y cada uno de nosotros, los más de 30.000 trabajadores de UNRWA, el 99,8% refugiados, hemos trabajado sin descanso para conseguir esos fondos, para evitar que esta decisión políticamente motivada se tradujera en dramáticos e injustos recortes de ayuda humanitaria para la población refugiada de Palestina.
Mientras continúa el trasiego político, las negociaciones, las guerras… hay 5 millones de personas que sufren. 5 millones de personas que en muchos casos dependen de nuestra ayuda humanitaria y que van a sufrir como nadie las consecuencias de la crisis de financiación a la que UNRWA se ha visto abocada por el recorte de la administración de Trump. 5 millones de personas que llevan, en definitiva, 70 años esperando a que la comunidad internacional ofrezca una solución.
En siete décadas la comunidad internacional no ha sido capaz de encontrar una solución a su situación, les ha fallado estrepitosamente una y otra vez. Y ahora está a punto de fallarles una vez más. Puede que pronto, demasiado pronto, seamos incapaces también de proporcionarles unas condiciones de vida dignas y acceso a servicios básicos a los que como personas tienen derecho. Si no conseguimos fondos inmediatamente, tendremos que empezar a suspender temporalmente algunos de los servicios que prestamos, como el apoyo psicosocial a los niños y niñas en Gaza o la distribución de alimentos en Siria y Gaza.
No vamos a dejar de defender la importancia de la labor humanitaria que realizamos. Creemos que es fundamental proporcionar acceso a la educación a medio millón de niños y niñas, ayudar a las personas afectadas por las emergencias en Gaza y Siria, proporcionar alimentos a más de un millón de personas, ayudar a reconstruir sus hogares a las personas que lo perdieron todo en la última ofensiva sobre Gaza. En definitiva, que se respeten su dignidad y sus derechos esenciales. Creemos que nuestra labor es vital. Pero más allá de la ayuda humanitaria, UNRWA hace mucho más. Nos aseguramos cada día de seguir exigiendo una solución justa y definitiva para los refugiados y refugiadas de Palestina.
Ésta crisis de financiación pone en riesgo mucho más que la vital ayuda humanitaria que proporcionamos. Sin nosotros, el foco sobre la dolorosa e injusta situación de la población refugiada se disiparía y el mundo no tendría que seguir haciendo frente a la injusticia que ha mantenido durante décadas. Y eso no lo podemos permitir. Vamos a seguir recordando al mundo que hay más de 5 millones de refugiados de Palestina, el colectivo que durante más tiempo ha permanecido bajo esta triste y dolorosa condición. Vamos a seguir junto a las personas refugiadas de Palestina, defendiendo sus derechos. Nuestro mandato no está en venta. Nuestro compromiso sólo se puede ver alterado por una circunstancia: que al fin les proporcionemos una solución justa y definitiva.
El domingo, nuestra directora se vio obligada a dar en este medio una noticia a la que nos hemos resistido durante meses: “El dinero para educación y alimentos de los refugiados palestinos se acaba: nos queda para un mes”.
Desde que Estados Unidos anunció un recorte de su aportación a UNRWA de 300 millones de dólares en enero, todos y cada uno de nosotros, los más de 30.000 trabajadores de UNRWA, el 99,8% refugiados, hemos trabajado sin descanso para conseguir esos fondos, para evitar que esta decisión políticamente motivada se tradujera en dramáticos e injustos recortes de ayuda humanitaria para la población refugiada de Palestina.