“No vamos a ir a esa puta cárcel de retrasadas”, le asegura una tajante Nati (Anna Castillo) a su prima Marga (Natalia de Molina), que está sentada en el sofá retorcida de miedo. La prisión a la que se refiere es el centro para personas con discapacidad intelectual en el que ya estuvieron encerradas... Y al que no quieren volver. Ahora viven con Ángels (Coria Castillo) y Patri (Anna Marchessi) en un piso tutelado con vistas a la Barceloneta que, como insistentemente se les recuerda, podrían perder si no acatan todas las normas impuestas por la institución que las custodia.
Estas cuatro mujeres son las protagonistas de Fácil, la adaptación de la novela Lectura fácil de Cristina Morales a cargo de Anna R. Costa (Arde Madrid), que llega este jueves 1 de diciembre a Movistar Plus+.
La ficción, que tuvo su puesta de largo en el pasado Festival de San Sebastián, llega meses después de que la autora del libro original arremetiera contra la producción de la plataforma, tildándola de “nazi”. La respuesta de la creadora fue decirle que de lo “único” que la escritora podía hablar es “de lo que ha cobrado”. Desde entonces, no han vuelto a dirigirse la palabra. Polémica aparte, los cinco capítulos de media hora ven la luz después dos años de trabajo y las cinco versiones que le hicieron falta a la guionista y directora para conseguir el 'sí' del servicio de streaming.
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El resultado es un título valiente, directo y punk que pone a las personas con diversidad funcional en el centro del relato. Las empuja desde el margen al que fueron injustamente desplazadas para llevarles al lugar al que siempre debieron tener la oportunidad de pertenecer.
Se les da visibilidad sin paternalismo, sin edulcorar y sin romantizar, de tal forma que por momentos desde la perspectiva de los mal denominados 'normales' resulta hasta incómoda. Pero no porque haya parodia o esté fuera de tono; sino por lo que molesta darse cuenta de que todos, tengamos o no discapacidad intelectual, estamos igual de tutelados por el sistema, el patriarcado y el capitalismo. Y todos a la vez.
Deseo, sexo, placer y amor
Pero esta no es una conclusión a la que se llega desde el primer minuto de la serie. De ahí a que merezca la pena continuar más allá del piloto, al que puede costar entrar por lo abrumador de lo -por desgracia- nuevo. O al menos diferente. Fácil consigue según avanza el metraje que se te olvide quién tiene y quién no diversidad funcional a la hora de que te interpelen más o menos los personajes. Ya sea Nati dudando en si apuntarse o no clases de baile, Enric (Eloi Acosta) harto de que su padre le obligue a ir a yudo o Marga diciéndole al chico que le gusta que hoy no le apetece que acuesten. Los tres tienen una discapacidad.
En la línea de la contundente defensa de la novela de la libertad sexual de las personas con diversidad funcional, la serie también la reivindica. Y por partida doble, ya que las protagonistas no solo sufren discriminación por tener discapacidad, también por ser mujer.
Lo más bonito -y uno de los grandes puntos fuertes de Fácil- es la realista luz que destilan las protagonistas pese al contexto no siempre favorable que les rodea. En concreto, hay una escena bellísima en la que Kevin (Martí Cordero), que vive en el mismo edificio, se sorprende al descubrir que Marga no sabe leer. Entre ellos, teniendo ella discapacidad y él no, se establece una vínculo muy sano, bello y fuerte -que por supuesto el entorno, especialmente el padre de él, no acepta-, pero que independientemente fluye.
Habían quedado para verse por la tarde, pero a Marga se le olvida. Él baja a verla igualmente a su casa. Encerrados su habitación, todo apunta a que acabarán manteniendo relaciones sexuales, pero ella no quiere. Y está bien. El joven lleva un libro en la mano que inmediatamente despierta la curiosidad del personaje encarnado por De Molina. Kevin le cuenta con pasión la historia que relata la novela y le enseña las letras de su nombre, que están grabadas en un cristal. Le coge la mano y el dedo índice para recorrer las siluetas de la 'K', la 'E', la 'V', la 'I' y la 'N'. Ella atiende y disfruta de su cercanía en un acto sumamente genuino, dulce y tierno.
Quién toma las decisiones
Laia (Bruna Cusí) es la trabajadora social que acompaña a las chicas en su día a día. Y también la que intenta de hacer de intermediaria entre ellas y su superior, que es más estricta y, a priori, menos empática. La asistente social lleva en moto a Nati a sus clases de danza integrada, comprueba que tengan la casa ordenada y acude con Marga al juzgado donde se determina que se le opere para esterilizarla y evitar el riesgo de que se quede embarazada. Una condena impuesta por el sistema por osar experimentar su sexualidad con libertad.
“Las normas no solo están para vosotras que vivís en un piso tutelado, las normas son para todos”, trata de explicarles. Pero no todas son igual de receptivas ni aceptan del mismo modo las que se aplican a ellas. Por eso las escenas en las que se las 'saltan', generando acciones comunes e inofensivas, son tan poderosas. Como por ejemplo, salir a cenar con tus amigas a un restaurante. “Todo el mundo lo hace, no puede ser tan difícil”, plantea Nati para convencer al resto.
Fácil es en esencia una serie que rompe, llega y acierta al normalizar como lo hace que las personas categorizadas como con discapacidad intelectual pertenecen a la sociedad. Con todo lo que ello implica. Vivir en los márgenes no conlleva que ese sea el único de sus problemas, inquietudes y celebraciones. También envían audios a sus novios vocalizando lo justo y diciendo tonterías por haber bebido más, también les gusta el sexo, también se enamoran, también se cabrean y también tienen derecho a tomar sus propias decisiones.