Crítica

'Galgos' da pie a la comparación con 'Succession', pero sin renunciar a su 'Marca España'

Pedro Zárate

17 de enero de 2024 20:45 h

Si a los tontos les gustan los lápices, a los periodistas nos encantan las comparaciones. No lo podemos evitar: son un recurso muy útil y que da mucho juego cuando tenemos que hablar en pocas palabras de cualquier tema que merece ser analizado, sobre todo si requiere de una opinión por nuestra parte. Da igual el asunto: si una promesa del fútbol empieza a llamar la atención diremos que “juega como X”; si una cantante cambia de estilo diremos que ahora “suena como Y”, y si un cineasta arrasa con su ópera prima diremos que puede ser “el nuevo Z”.

A Galgos, la nueva serie original de Movistar Plus+, le cayó el sambenito de ser 'la Succession española' desde que la compañía lanzó la sinopsis oficial: “Un drama empresarial y familiar que tiene como protagonista a la familia Somarriba y al Grupo Galgo, un gigante alimenticio que ha visto crecer a tres de sus generaciones”. A partir de aquí, la pregunta es evidente: ¿se parece Galgos a Succession? Sí, sobre todo en los pequeños detalles, que por acumulación, cercanía temporal entre ambas series y su condición común de 'gran saga familiar', hacen que la nueva serie original de Movistar Plus+, que se estrena este jueves 18 de enero, nos recuerde inevitablemente a la ficción de HBO.

¿Que la familia protagonista esta compuesta por tres hijos y un hijastro? Pensamos en Succession. ¿Que el padre de familia es un emigrante que, a diferencia de sus hijos, mantiene el acento de su país de origen? Pensamos en Succession. ¿Que uno de los cuatro hijos pasa de la empresa y su trama gira principalmente sobre una relación amorosa, siendo su historia, por el hecho de estar fuera de las intrigas empresariales, la menos interesante de la serie? Pensamos en Succession. ¿Que el hijo más inteligente es la hija mayor, la cual tiene un marido que parece 'débil' a su lado? Pensamos en Succession. ¿Que las decisiones más importantes se toman en una celebración familiar? Pensamos en Succession. ¿Que los protagonistas caminan por un aeródromo con gafas de sol? Pensamos en Succession. ¿Que hay planos de personajes sentados en la parte trasera del coche, con rostro serio y trajeados mientras suena una música elegante de fondo? ¡Por supuesto que pensamos en Succession!

Las series españolas y los referentes internacionales

¿Todo esto habla mal de Galgos? No necesariamente. A lo largo de sus cuatro temporadas, Succession fue vista como una aproximación sofisticada de otros dramas estadounidenses protagonizados por familias adineradas, tales como Dinastía, Falcon Crest y Dallas. Por tanto, no ha estado exenta de comparaciones. Mientras, su supuesta versión española no es la primera serie nacional (ni será la última) que está inspirada en un producto de éxito internacional. No hace falta irse muy atrás para encontrar ejemplos parecidos.

Solo en la última década hemos tenido casos como los de Mar de plástico, cuya comparación con la primera temporada de True Detective compró hasta su protagonista, Rodolfo Sancho; Matadero, a la que tanto se tildó en su momento como la “Fargo española”; El Continental, aquel transunto indisimulado y desvergonzado de Peaky Blinders que hoy forma parte de la historia negra de TVE; o Paraíso, que fue vista desde el primer minuto como un acercamiento patrio a Stranger Things.

Tanto Mar de plástico como Matadero vieron la luz cuando Sonia Martínez aún era la directora de Ficción de Atresmedia. También Vis a vis, que antes de su estreno fue amplia (y erróneamente) relacionada con Orange is the new black, y La casa de papel, otra ficción de apariencia hollywoodiense. El nombre de Martínez está ahora asociado al de Galgos por su condición de productora ejecutiva de Buendía Estudios, la compañía responsable de la serie. Quizá esto explique por qué la nueva serie de Movistar Plus+, siguiendo la estela de las citadas, también parte de un referente internacional muy claro para contar una historia que toca temas universales (la ambición, el poder, la familia) sin renunciar a tener una identidad española, una 'Marca España'.

Aquí, además, sin contar con la figura de un creador en concreto, por lo que es más bien un encargo (lo que refuerza la importancia de productoras como Martínez) ejecutado con oficio por dos directores (Félix Viscarret y Nely Reguera) y cuatro guionistas (Fran Kosterliz, Clara Roquet, Pablo Remón, Lucía Carballal).

'Galgos', una serie ágil y muy entretenida

En La casa de papel, por ejemplo, esa 'españolidad' se apreciaba en la construcción de algunos de sus personajes, al margen de sus céntricas localizaciones, evidentemente. Por desgracia, en Galgos no hay grandes personajes que echarse a la boca (si hay una gran diferencia con Succession es esta). Tampoco tiene mucho espacio para desarrollarlos debido a lo coral del relato y a su relativamente corto metraje (6 capítulos de 40 minutos), si bien todos, como bloque, funcionan correctamente estando al servicio de la historia.

De la matriarca (Adriana Ozores) y el patriarca (el argentino Óscar Martínez) a los hijos (Marcel Borràs, Patricia López Arnaiz, Jorge Usón y María Pedraza) y el tío Emilio (Luis Bermejo). Aunque es el personaje de Benito (Antonio Dechent), suegro de una de las hijas y potencial inversor de la empresa, quien concentra las escasas dosis que hay de ironía, humor y mala leche (la escena de la caza, en el quinto episodio, es el mejor ejemplo), si bien sus apariciones se limitan a los dos últimos capítulos, acaso los dos más divisivos del conjunto.

Para entonces, Galgos ya se ha destapado como una serie ágil y muy entretenida, donde la falta de personajes de enjundia es compensada con las traiciones, las mentiras y los líos varios que deben imperar en todo buen drama familiar. Galgos lo hace alejada del brillo de Succession, pues si en la serie de HBO se peleaban por controlar un gran conglomerado mediático, en la de Movistar Plus+ la batalla gira en torno a una empresa de galletas y bollería industrial, Grupo Galgo. El cambio de industria le quita glamour a la propuesta, evidentemente, pero es que Galgos no es una serie estrictamente glamourosa, por mucho que retrate a una familia millonaria. La riqueza que vemos en pantalla es un tanto añeja, reflejo de una familia que sigue teniendo dinero a espuertas, pero no tanto como en sus mejores tiempos.

Tiene sentido que así sea, pues la ficción pivota sobre una empresa en crisis, marcada por los ERE, las amenazas de cierre, una posible huelga y las prácticas corruptas en la sombra. Lo dicho, una serie con identidad española y 'Marca España'. Identidad que se refuerza al explorar una de las vías más arraigadas a nuestro audiovisual: la denuncia social. La nueva ficción de Movistar Plus+ la utiliza para alertar del peligro que supone consumir azúcar en altas proporciones, sobre todo entre los más pequeños. Aunque el capitalismo tenga otra opinión al respecto (en la serie se lucha por paralizar una Ley del Azúcar),

Este el mensaje que más perdura en nuestro pensamiento una vez termina el último capítulo. Ese, y que si a nadie le amarga un dulce -nunca mejor dicho-, a ninguna serie le debe amargar que la comparen con una de las mejores ficciones de la historia reciente. ¿O acaso las buenas ficciones nacen de los malos referentes?