Crítica (sin spoilers)

'Leonardo', una serie para conocer al genio Da Vinci sin renunciar al culebrón

'Leonardo' con Aidan Turner, Matilda De Angelis, Freddie Highmore y Carlos Cuevas

Marcos Méndez

2 de junio de 2021 20:50 h

El genio Leonardo Da Vinci vuelve a la vida, convertido en ficción, desde este jueves en TVE. La 1 estrena en su prime time la serie Leonardo, que se convierte en la sustituta de la cadena pública para Cuéntame en una noche dominada por Supervivientes en Telecinco, con la esperanza de que la atracción por el artista italiano atraiga al mayor público posible.

Esta nueva serie, que la Corporación presenta como una “superproducción”, nace fruto de 'The Alliance', la alianza en ficción de las radiotelevisiones públicas europeas RAI, France Télévisions, ZDF y RTVE. Corre a cargo de la italiana Lux Vide con Rai Fiction y Big Light Productions, en asociación con France Télévisions y RTVE, y coproducida y distribuida por Sony Pictures Television. En resumen: que es una prueba de cómo las televisiones públicas pueden tejer alianzas para superar sus limitaciones presupuestarias y así embarcarse en importantes producciones.

Puede que Leonardo, pese a tener en su reparto a Freddie Highmore (el protagonista The good doctor, que también es productor ejecutivo de la serie) y a Carlos Cuevas (Merlí, 45 Revoluciones), pase sin pena ni gloria por ser considerada “una serie europea” y no conocer a sus protagonistas Aidan Turner, Matilda De Angelis y Giancarlo Giannini. Algo factible teniendo en frente al reality estrella de nuestra televisión. Pero aunque así fuera, y tras ver su primer capítulo, debe ser considerada como un buen producto audiovisual que cumple en fondo y forma lo que se le pide a una cadena pública.

Lo primero que “entra por el ojo” es que es una serie visualmente bella, bonita en sus composiciones. Su elección de planos, cómo usa la luz, su fotografía... todo va en consonancia con lo que ella misma cuenta. Si la trama está remarcando la importancia y los diferentes tipos de luz para un pintor, Leonardo se esmera para mostrarlo y acompañar ese momento. Si es el turno de remarcar el detalle y la precisión que debe tener un arquitecto, no le importa convertir sus imágenes en un primerísimo primer plano de mapas sólo legibles para profesionales. No en vano, la serie usa como telón de fondo en sus ocho capítulos ocho de sus principales obras, creadas en momentos clave de su vida, para contar su historia. Una acertada forma de imbuir al espectador en su trama a través de la imagen.

Otro aspecto importante, que remarcó Freddie Highmore en su entrevista con verTele, es que es fiel a la historia de Leonardo da Vinci. Por supuesto que se toma licencias, pero quien vea la serie podrá conocer mejor al genio y a la persona, presentado en principio como un joven perfeccionista y observador, con tal obsesión por la pintura y la arquitectura que le hace tener incluso problemas para relacionarse. Una especie de biopic, al fin y al cabo, que entronca a la perfección con la finalidad de servicio público de sus cadenas impulsoras.

Su modalidad narrativa no es novedosa, pero resulta atractiva y convincente. Leonardo sitúa al espectador en dos momentos de su vida. El primero es un “presente” en el que el artista (interpretado por Aidan Turner) pasa por serios apuros -por un supuesto asesinato que es inventado, no ocurrió en realidad en su biografía- y es investigado por un presionado y detallista Stefano Giraldi (Freddie Highmore), que está al cargo de intentar resolver el misterio central de la historia. Precisamente esa historia es con la que la serie salta al pasado cada capítulo para permitir conocer la vida de Leonardo, con el punto de partida de su formación en la academia.

Tanto los personajes principales (Matilda De Angelis como su musa Caterina de Cremona, y Giancarlo Giannini como su maestro y mentor Andrea del Verrocchio) como los secundarios (fans de Carlos Cuevas, tened paciencia) permiten tejer una trama que tiene todos los elementos de biopics de época sobre reyes y reinas: hay amor, traición, alianzas, intrigas, celos, ansias de poder... simplemente que cambia el escenario del habitual entorno palaciego a, de momento, el de una academia de arte y la ciudad de Florencia. Precisamente la ciudad tiene también protagonismo, aunque secundario y con decorados “exteriores” que dejan ver sus limitaciones, por lo que recurre con acierto a localizaciones interiores, más fáciles de lograr.

En resumen, Leonardo abre una interesante puerta a conocer al genio de Da Vinci con una acertada presentación, que a su finalidad divulgativa le permite combinar elementos del thriller de investigación con los que el espectador “juega” al mismo tiempo a desentrañar su misterio. En su desarrollo veremos, seguro, por qué esa trama de “culebrón” no acaba de culminarse, sino que en realidad sólo permite presentar un elemento fundamental en la vida personal y profesional del artista que por el momento ni él mismo ha “descubierto”.

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