Acaba de estrenarse en RTVE Play la segunda temporada de Ser o no ser, la serie protagonizada por Ander Puig sobre un joven transexual que aspira a convertirse en actor mientras lidia con los problemas de la transición que le ha permitido mirarse al espejo sin sentir rechazo por lo que ve. La ficción creada por Coral Cruz, uno de los grandes aciertos de la plataforma en 2022, regresa con sus mismos objetivos y las energías renovadas.
La historia del protagonista se amplía con seis capítulos que no se desvían de aquello que motivó la existencia de esta humilde producción del canal juvenil de RTVE, Playz, en colaboración con Big Bang Media (The Mediapro Studio).
La transición de Joel sigue estando en el centro, es la columna vertebral del guion, pero han ganado importancia las tramas de los personajes secundarios a los que interpretan Alicia Falcó, Júlia Gibert, Eduard Torres, Lion Armas, Enzo Oliver y Berta Galo.
La llegada de Bruna al instituto en el que estudian Joel y sus amigos supondrá un cambio importante para el protagonista, que parece no haber superado su ruptura con Ona. Mientras tanto, esta se enfrentará a un reto inesperado: trabajar mano a mano con 'el chulito' de Víctor en la escritura de una obra de teatro. Pero reto, lo que viene siendo un auténtico reto, es lo que tienen entre manos Ricky y Álex. Su relación está totalmente consolidada y, sin embargo, sus familias todavía no saben que son homosexuales.
Los dramas adolescentes, el canal para seguir hablando de lo importante
Los líos amorosos de unos y otros acaparan casi toda la atención, lo que nos recuerda que estamos ante una serie sobre adolescentes y hecha para adolescentes. En cambio, los rolletes y las debacles sentimentales de los protagonistas no son un objetivo en sí mismo, no adquieren ese componente morboso y dramático que se observa en otras ficciones del género. Aunque en esta temporada se les ha dado cancha suficiente (excesiva por momentos), los noviazgos son un buen canal para tratar los temas que siempre están en el tintero de Coral Cruz.
En este sentido, la segunda temporada de Ser o no ser recuerda mucho a la segunda temporada de Heartstopper (Netflix), estrenada el pasado mes de agosto. También esta hizo el esfuerzo de trascender a sus protagonistas (Nick y Charlie) para dar voz a los personajes secundarios y así visibilizar cuestiones como la salud mental, el despertar sexual, el odio contra quienes son diferentes, la madurez y las relaciones entre padres e hijos. Estos son los temas sobre los que Alice Oseman escribió Heartstopper, y son las claves sobre las que pivota Ser o no ser.
Pero en ambas se da también una situación llamativa y bastante contradictoria. Aunque no esconden la crueldad de la sociedad, manifestada a través de la homofobia, resuelven otras problemáticas con una ternura tan exagerada que les hace perder realismo.
Por suerte, los personajes de Anna Alarcón y Emma Vilarasau, madre y profesora de Joel, respectivamente, aportan un grado de madurez que sigue sin estar del todo aprovechado en esta nueva tanda de capítulos.
La insuficiente respuesta de un país tolerante
Con su segunda temporada, la serie de RTVE pone contra las cuerdas al Estado español. Joel todavía siente rechazo por su cuerpo de mujer cuando se desnuda ante el espejo. La disforia es cada vez mayor porque cree que sus parejas le rechazarán por ello. No está cómodo y no se siente seguro teniendo unos genitales que no le corresponden.
Cuando acude a la sanidad pública para practicarse una mastectomía se encuentra con listas de espera interminables; cuando se asoma a la privada le piden miles de euros a cambio. Ni él ni su madre pueden pagar una factura como esa, por lo que Joel seguirá llevando el ajustadísimo binder que le oprime los pechos.
La verdad es que nuestro país, que tantas veces presume por sus altos niveles de tolerancia con el colectivo LGTBI, no sale bien parado cuando se expone esta situación que sufren tantísimas personas transexuales.
En eso es valiente, sincera y realista la segunda temporada de Ser o no ser. Tropezará con otras barreras, con la aparente falta de recursos, con algunos tópicos y actuaciones poco logradas o con la falta de tiempo para desarrollar tramas que requerían más profundidad. Tropezará con todo eso la serie de Playz, pero se ha mantenido fiel a sí misma y se aprecia el esfuerzo por corregir los defectos de la primera temporada.
Posiblemente no tenga el presupuesto de Heartstopper, pero con menos se ha creado una historia que merecía la pena seguir escuchando. Si le queda mucho recorrido, mucho por contar, eso es algo que está por ver.